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Dioses jóvenes: A veces el amor necesita un poco de ruido

Dioses jóvenes: A veces el amor necesita un poco de ruido
Los Jóvenes Dioses han cuestionado repetidamente su propia imagen.

Samplers en lugar de guitarras de rock. Así comenzó la historia de los Young Gods en 1985. Con el sampler y los sonidos electrónicos, desarrollaron una fuerza explosiva que sacudió la escena musical mundial. David Bowie y Kurt Cobain se declararon fans, y bandas como The Nine Inch Nails y Faith No More los citaron como sus referentes. Los videos de los Young Gods se emitieron continuamente en la televisión brasileña durante un tiempo. Ahora, el trío, formado en 1985, ha lanzado su decimotercer álbum de estudio: "Appear Disappear".

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"Nunca quisimos simplemente provocar", dice el cantante Franz Treichler, quien ha moldeado la banda desde sus inicios. "La radicalidad nunca fue un objetivo, sino una consecuencia de nuestro gusto y nuestra curiosidad". No es una confesión vacía. Su música no se trata de efectos impactantes, sino de nuevas experiencias y una conciencia diferente. Por eso intentan despertar a sus oyentes. "Se supone que es como una patada en el trasero. Se supone que te inspira a hacer algo".

Él determinó los ritmos de los Young Gods: el baterista de Zurich Üse Hiestand.

Alessandro Della Valle / Keystone

Energía bruta

En la década de 1980, The Young Gods recurrían a samples rítmicamente entrelazados de sus discos favoritos, desde el rock hasta la música clásica; estos se combinaban con fragmentos de voz y ruido de máquinas. El estudio y el escenario se convirtieron en un laboratorio acústico. El resultado no fue una actuación artificial, sino energía pura.

"Un hombre se para frente al teclado y emite sonidos fuertes hacia el público; eso era nuevo. El público no podía anticipar lo que vendría después", recordó Treichler durante una entrevista en Zúrich. Fue precisamente esta incertidumbre la clave para entender el sonido como una experiencia física, no como un efecto distractor o provocador, sino como una perturbación que nos pone en movimiento.

Hoy, la banda suena más madura, pero no más suave. El nuevo álbum es una reflexión poética sobre la transitoriedad, el presente y la pérdida: musicalmente complejo y temáticamente profundo. La canción principal, "Appear Disappear", gira en torno al ir y venir de personas, ideas e identidades. El cambio está hecho para ser aceptado. Es un análisis de nuestra sociedad, explica Treichler: "Muestra lo presentes que estamos y lo rápido que podemos desaparecer".

El tema de la desaparición se vuelve mucho más personal en "Blew Me Away", una pieza que Treichler escribió tras la muerte de su pareja de muchos años. No es una canción de amor clásica, sino una expresión casi física de dolor. Un llanto: "Quería llegar a ella de alguna manera y, al mismo tiempo, cerrar el álbum", explica. "No para detenerme en el dolor, sino para completar lo que habíamos empezado".

Pero "Appear Disappear" es más que un simple duelo. Se ha convertido en un álbum político, aunque no en el sentido de protesta directa. Los Young Gods se basan principalmente en imágenes más que en eslóganes, en la compresión atmosférica más que en la acusación directa.

Y, sin embargo, la política a veces se vuelve concreta: «Paso mi tiempo en el cerebro del monstruo», dice la canción que da título al álbum. El verso se remonta a un comentario que el Che Guevara le hizo al sociólogo suizo Jean Ziegler. Este último quería unirse a la revolución, pero el Che Guevara creía que Ziegler podía hacer lo mejor por la revolución en Suiza, en el «cerebro del monstruo».

Treichler también cree que Suiza desempeña un papel importante en la estructura de poder global. "Vivimos en una sociedad privilegiada, muy alejada de los efectos de la violencia", afirma durante una larga y estimulante conversación. "Pero aunque a menudo nos convenzamos de nuestra neutralidad, nos beneficiamos del poder". Esto genera una responsabilidad, que es el tema de "Shine That Drone". "Originalmente, se suponía que se llamaría 'Shoot That Drone'", explica Treichler. Pero el título se cambió por precaución. Trata sobre la ambivalencia de la tecnología: los drones se presentan como herramientas, pero en su mayoría sirven como nuestro control.

Incluso compañías de entretenimiento como Sony invierten fuertemente en sistemas militares. «La tecnología no tiene moral», afirma Treichler. «La pregunta siempre es: ¿quién la usa y cómo?». En «Shine That Drone», esta pregunta se lleva al extremo: «Miras al cielo y no sabes si esa cosa ahí arriba está ayudando o matando».

Ante tales declaraciones, uno podría confundir a The Young Gods con activistas. Pero su música permanece abierta. Quieren cuestionar la veracidad de los hechos. Esto también se refleja en su insistencia en el formato de álbum. Mientras plataformas como Spotify producen decenas de miles de canciones nuevas cada día, The Young Gods componen obras que buscan representar cierta coherencia musical e intelectual. «Un álbum es un formato que permite la profundidad», dice Treichler. «Eso es importante para nosotros».

Esto también incluye la meticulosidad del proceso creativo. Muchas canciones surgen de la improvisación. Posteriormente, las piezas finales se filtran. «A veces solo nos damos cuenta en retrospectiva de lo que realmente hicimos o dijimos», dice el baterista Bernard Trontin. El ingeniero de sonido Cesare Pizzi, quien regresó a la banda en 2012 tras un paréntesis de 25 años, también encuentra que trabajar con The Young Gods es orgánico y radical.

Franz Treichler, el cantante de los Jóvenes Dioses.

Jean-Christophe Bott / Keystone

Actitud como músico

Su desarrollo nunca fue lineal. Inicialmente, la banda se consideraba una excepción dentro de la escena del rock. Posteriormente, los Young Gods fueron considerados exponentes del minimalismo ambiental y electrónico. Su público ha cambiado, pero la necesidad de expresar una postura a través de la música siempre ha sido la misma para ellos.

A pesar de su influencia internacional, la banda se ha mantenido fiel a Ginebra. Una ciudad llena de idiomas, contradicciones, densidad cultural y dificultades sociales. «Me encanta escuchar cinco idiomas en el tranvía», dice Treichler. «Claro que hay pobreza y gentrificación, como en todas partes. Pero culturalmente, en Ginebra hay muchísima actividad. Más de la que puedo soportar, en cualquier caso».

Los Young Gods ya no tienen que demostrarle nada a nadie. Y es precisamente por eso que su radicalismo permanece indiscutible. No buscan reconocimiento. En cambio, siguen haciendo música que te llega a los huesos. Y si el amor se puede expresar con gritos, entonces los gritos serán los que se usen.

Los Dioses Jóvenes: Aparecen Desaparecen (Dos Caballeros / Irascible).

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