EE UU y Rusia votan juntos en la ONU contra una resolución sobre Ucrania que contaba con el apoyo de la UE
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Choque de resoluciones en la ONU. El acercamiento entre Washington y Moscú para acabar con la guerra de Ucrania, en paralelo al distanciamiento de Kiev y sus aliados europeos por parte de la Administración de Donald Trump, ha quedado de manifiesto este lunes en la sesión monográfica que la Asamblea General y, luego, el Consejo de Seguridad han dedicado a conmemorar el tercer aniversario de la invasión rusa. La presentación a última hora del viernes de un proyecto de resolución de EE UU que insta a “una paz duradera entre Rusia y Ucrania y un rápido fin del conflicto” ha contraprogramado el borrador que Ucrania y el bloque europeo redactaban desde hace un mes. Ambos textos se han presentado esta mañana en la Asamblea General, en una sesión al rojo vivo, con discursos incompatibles con una solución negociada, los de Ucrania y Rusia, y una maraña de cuestiones procedimentales que han convertido la sesión en un farragoso intento de acercar posturas.
Tras someterse a votación las numerosas enmiendas presentadas a los dos borradores, la resolución impulsada por Ucrania y la UE fue aprobada con 93 votos a favor, 18 en contra, entre ellos los de EE UU y Rusia, y 65 abstenciones. La promovida por Washington ha cosechado un resultado casi idéntico: 93 síes, ocho noes y 73 abstenciones. Curiosamente, la delegación de Estados Unidos se abstuvo de votar su propio texto tras aprobarse tres enmiendas presentadas por la UE.
El texto redactado por Ucrania y la Unión Europea aboga por la desescalada, el pronto cese de las hostilidades y la resolución pacífica en consonancia con la Carta fundacional de la ONU y el derecho internacional. Kiev y los embajadores de la UE llevaban un mes negociando con los Estados miembros de la ONU para obtener su apoyo a un borrador que “reitera la urgente necesidad de poner fin a la guerra este año, y de redoblar los esfuerzos diplomáticos para reducir los riesgos de una nueva escalada y lograr una paz global, justa y duradera en Ucrania”. La condena a Rusia por la invasión, presente en este texto, faltaba en la propuesta estadounidense.
Había otra diferencia de calado entre ambas resoluciones: el texto de EE UU habla de conflicto; el europeo, de guerra y agresión. De ahí que, entre las tres enmiendas propuestas por el bloque europeo a la resolución de EE UU, una de ellas fuera reemplazar el “conflicto entre Rusia y Ucrania” por “la invasión a gran escala de Ucrania por la Federación Rusa”. Moscú también presentó una enmienda para que el texto de EE UU incluyera una mención para, además de un fin rápido del conflicto, “incluir las causas que lo han motivado.” La delegación de EE UU rechazó la moción, al igual que las tres europeas. Una pequeña victoria para Bruselas: sus tres enmiendas al texto estadounidense han salido adelante, lo que ha provocado la abstención de la delegación estadounidense.
Pese a su desdén del multilateralismo, la Administración de Donald Trump utiliza ahora la plataforma global de Naciones Unidas para avanzar en sus intereses, como si la ONU fuese de repente la solución a los males del mundo. Así se desprende del comunicado del secretario de Estado, Marco Rubio, titulado La ONU debe actuar para llevar la paz a Europa, y publicado este fin de semana.
Rubio subraya el carácter “sencillo e histórico” de la propuesta de resolución de Washington, que es “consecuente con la opinión del presidente Trump de que la ONU debe volver a su propósito fundacional, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, de mantener la paz y la seguridad internacionales, incluso mediante la solución pacífica de controversias”. “Instamos a todos los Estados miembros [de la ONU] a apoyarla para trazar un camino hacia la paz”, subrayaba el comunicado de Rubio. Una declaración optimista, si no triunfalista, en la que el titular de Exteriores califica de “alcanzable” el objetivo de la paz.
Aunque sobre el terreno, o al menos en los despachos de EE UU y Rusia, parezca más cercano un desenlace de estos tres años de guerra, el contenido de los discursos de las delegaciones ucrania y rusa en la Asamblea General alcanzó una virulencia extrema. La viceministra de Exteriores de Ucrania, Batsa Mariana, defendió la resolución finalmente adoptada celebrando la resistencia frente a “la agresión rusa, de una crueldad medieval, porque [Moscú] pensaba que Ucrania iba a caer en tres días, pero el suyo fue un error de cálculo enorme”.
El embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, redobló diplomáticamente los ataques a Ucrania, atribuyendo toda la responsabilidad por el conflicto al “golpe interno” del Maidán, la actuación de los “esbirros de Hitler” —en alusión a las autoridades proeuropeas de Kiev— y, en definitiva, el “proyecto antirruso” de Kiev, alentado por Europa.
Nebenzia utilizó términos peyorativos para referirse al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, como “ese antiguo actor cómico” o “el príncipe de Kiev”, y le atribuyó el sabotaje de cualquier solución negociada. Su discurso recoge la creciente frustración de Donald Trump con el presidente ucranio. La alusión más elocuente de Nebenzia a la nueva coyuntura fue la de alabar a “nuestros colegas estadounidenses” por “su paso en la dirección correcta”, dijo sobre la resolución de EE UU. La llegada de Trump a la presidencia, ha subrayado, ha marcado un punto de inflexión. “Trump ha visto por fin la verdadera cara de Zelenski y ha visto que no le interesa la paz, sólo mantenerse en el poder, dispuesto a sacrificar a la población y todos sus recursos naturales”.
EL PAÍS