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El amor desde el punto de vista científico: qué es, cómo surge y qué lo mantiene

El amor desde el punto de vista científico: qué es, cómo surge y qué lo mantiene

'Romeo y Julieta', 'El diario de Noa' o 'I Will Always Love You'... Son el nombre de películas con un tema central: el amor. Esa fuerza indescriptible que hace revolotear las mariposas del estómago y que nos impulsa a hacer locuras. Esa fuente de inspiración para poetas, filósofos y artistas. ¿Pero qué dice la ciencia sobre este extraño fenómeno tan universal?

Al igual que todo lo que corresponde al campo de estudio de la psicología, en este artículo hablaremos del amor como un conjunto de conductas que ocurren entre una persona y su entorno, más concretamente entre un sujeto y un «objeto amado».

En presencia del ser amado (o la idea del mismo), surgen una serie de sensaciones privadas agradables (pensamientos de estar juntos, recuerdos de momentos compartidos, fantasías íntimas, ideas de proyectos futuros, emociones placenteras) tras la asociación entre dicha persona y otros estímulos apetitivos, es decir, otros estímulos que ya nos resultaban agradables previamente (afecto, intimidad, pasión, belleza, placer, diversión, apoyo, cuidados, etc.), que facilitan las respuestas de aproximación hacia esta persona (según el 'Análisis funcional de la conducta humana', coord. por la prof. de la UAM, María Jesús Froxán, 2020).

En realidad, las «mariposas» en el estómago no serían otra cosa que un conjunto de reacciones fisiológicas que el sistema nervioso pone en marcha ante el estímulo amado: dolor de estómago, taquicardia, sudoraciones, etc. que, asociadas a esa persona en ese contexto, hemos acordado etiquetar como «amor», pero que en otras circunstancias no dudaríamos en llamar «ansiedad» (por ejemplo, en una entrevista de trabajo).

En este punto, los seres amados intercambian un sinfín de conductas de manera recíproca que funcionan como reforzadores, haciendo cada vez más probable que quieran estar en contacto con el otro (según la teoría conductista de B. F. Skinner, 1977). Si además, este intercambio de conductas incluye el sexo, uno de los reforzadores incondicionados más potentes, es más que probable que quede asociado con palabras cercanas al concepto del amor (Froxán, 2020). Uno de los aspectos más llamativos en este caso es que lo que refuerza la conducta amorosa de uno es el reforzamiento de la conducta del otro, es decir, lo que genera la sensación de placer es que el otro sienta placer con lo que uno hace.

Así comienza el proceso de sensibilización, esto es: el valor de los reforzadores asociados a la persona amada (por simples que puedan parecer) es tan potente y la emoción que genera tan intensa que otros reforzadores de nuestro contexto pueden verse reducidos temporalmente, como salir con amigos o practicar un hobbie (según el conductista Santiago Benjumea, 2013). ¿No te has preguntado alguna vez por qué ese amigo desaparece cada vez que se echa novia?

De esta manera, aprendemos a anticipar las consecuencias agradables del tiempo compartido con el ser amado en su ausencia, incrementando la probabilidad de llevar a cabo conductas que nos acerquen a las sensaciones agradables, es decir, estamos fuertemente motivados a estar con esa persona continuamente.

ABC.es

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