Estar cerca de espacios verdes impulsa el desarrollo cerebral en los niños, según un nuevo estudio

Un reciente estudio científico ha revelado que los espacios verdes cercanos al hogar tienen un impacto positivo y duradero en el desarrollo cerebral de los niños. Investigadores encontraron que los menores que viven o pasan tiempo frecuente en zonas con árboles, parques o áreas naturales muestran un mejor rendimiento en habilidades cognitivas clave, como la memoria de trabajo, la atención sostenida y el desarrollo estructural del cerebro.
Esta investigación se suma a una creciente evidencia científica que vincula el contacto con la naturaleza con mejoras en la salud mental y física, y refuerza la importancia de diseñar ciudades con más vegetación, especialmente en zonas urbanas densamente pobladas.
El estudio fue conducido por un equipo internacional de neurocientíficos, psicólogos y expertos en medioambiente. Se analizaron datos de cientos de niños entre los 7 y 10 años de edad que viven en diferentes entornos urbanos. Usando imágenes por resonancia magnética (IRM) y evaluaciones cognitivas estandarizadas, los investigadores observaron que quienes tenían mayor exposición a áreas verdes mostraban un desarrollo más saludable en regiones del cerebro relacionadas con la planificación, la concentración y la regulación emocional.
Uno de los hallazgos más relevantes fue el aumento en la densidad de materia gris en el corte prefrontal, una región esencial para el control de impulsos y la toma de decisiones. Además, los niños con acceso regular a la naturaleza también mostraron niveles más bajos de estrés crónico, lo que podría explicar en parte su mejor desempeño cognitivo.
Los científicos señalan que los entornos naturales estimulan los sentidos, promueven el juego activo y reducen la exposición a factores de riesgo como la contaminación del aire y el ruido urbano. Esta combinación de elementos puede tener un efecto protector y fortalecedor sobre el desarrollo neurológico infantil.
Además, los espacios verdes urbanos ofrecen oportunidades para la socialización, la actividad física y la exploración, todas ellas fundamentales para un crecimiento saludable. Estos beneficios son especialmente valiosos en contextos de desigualdad social, donde los niños pueden no tener acceso a actividades extracurriculares o espacios seguros para jugar.
La evidencia sobre los efectos positivos de la naturaleza en el cerebro infantil refuerza la necesidad de repensar la planificación urbana. En muchas ciudades, los niños crecen rodeados de concreto, con acceso limitado a parques o áreas verdes. Esto no solo afecta su bienestar físico, sino también su desarrollo cognitivo y emocional.
Los autores del estudio sugieren que invertir en infraestructura verde debería considerarse una medida de salud pública. Parques escolares, jardines comunitarios, techos verdes y calles arboladas no son solo mejoras estéticas: pueden ser herramientas fundamentales para reducir brechas de aprendizaje, prevenir trastornos mentales y promover la equidad.
Aunque el diseño urbano depende en gran parte de las políticas públicas, hay muchas acciones que las familias y escuelas pueden tomar para acercar a los niños a la naturaleza. Por ejemplo:
- Fomentar el juego al aire libre en parques o plazas locales.
- Incluir actividades como caminatas, exploración de insectos o juegos de observación en entornos verdes.
- Crear espacios verdes escolares o huertos educativos, incluso en áreas reducidas.
- Limitar el tiempo frente a pantallas y reemplazarlo con contacto con la naturaleza, cuando sea posible.
Los expertos también recomiendan que las escuelas consideren el ambiente físico como parte del currículo educativo, integrando salidas regulares al aire libre como parte de las actividades pedagógicas.
El estudio confirma algo que muchos padres y educadores intuían: la naturaleza no solo relaja, también fortalece la mente. Vivir cerca de espacios verdes o tener contacto frecuente con ellos es más que un lujo o un detalle estético: es una necesidad para el desarrollo saludable del cerebro.
En un mundo cada vez más urbanizado y digital, fomentar la conexión de los niños con la naturaleza puede marcar la diferencia en su futuro. Apostar por ciudades más verdes, más amigables con la infancia y con el medio ambiente, es también apostar por una sociedad más saludable, equitativa y resiliente.
La Verdad Yucatán