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EXPEDIENTE SECRETO: Markitos Toys y el clan Castro. Lujos, balas y narcovínculos con «Los Chapitos» ¿La caída de los influencers de Sinaloa?

EXPEDIENTE SECRETO: Markitos Toys y el clan Castro. Lujos, balas y narcovínculos con «Los Chapitos» ¿La caída de los influencers de Sinaloa?

Detrás de los millones de reproducciones, los autos de lujo y la vida de ensueño que el clan Castro, encabezado por el popular youtuber Markitos Toys, presumía en las redes sociales, se oculta una trama mucho más oscura y peligrosa. Este expediente secreto desvela los presuntos nexos de estos ídolos digitales de Culiacán con el Cártel de Sinaloa, una espiral de amenazas, secuestros y asesinatos que ha puesto en jaque su imperio viral.

La familia Castro –Markitos Toys (Marco Eduardo Castro), su hermano Kevin «KC» Castro (nacido en 1995 y pareja de la también influencer Ana Gastelum), y el ahora fallecido Gail Castro– se catapultó a la fama exhibiendo un carisma arrollador y un estilo de vida ostentoso, plagado de viajes exóticos y vehículos de alta gama. Markitos, quien inició como vendedor de refacciones, se convirtió en un fenómeno digital. Pero la fachada de éxito pronto comenzó a resquebrajarse.

Las alarmas saltaron el 9 de enero de 2025, cuando el nombre de Kevin Castro apareció en una lista que lo vinculaba, junto a otros influencers y youtubers, con la facción de «Los Chapitos» del Cártel de Sinaloa.

Poco después, volantes anónimos inundaron Culiacán, amenazando de muerte a los miembros de un presunto brazo financiero de Los Chapitos conocido como «Los Sapitos». En esa lista figuraban prominentemente los hermanos Castro y el propio Markitos Toys, acusados de ser prestanombres, lavadores de dinero, además de ser calificados como prepotentes y violentos.

Se presume que estas amenazas provenían de «La Mayiza», la facción rival liderada por Ismael «El Mayo» Zambada, enfrascada en una sangrienta disputa territorial con Los Chapitos.

La violencia no tardó en materializarse de la forma más brutal. En diciembre de 2024, corrieron fuertes rumores sobre la privación de libertad de Kevin Castro, un hecho que llevó a su pareja, Ana Gastelum, a desactivar temporalmente sus redes sociales en medio de un tenso silencio familiar. La tragedia se confirmó y escaló.

Gail Castro fue asesinado a tiros el 28 de marzo de 2025 en el restaurante Villa Marina en Ensenada, Baja California, una plaza controlada por el Cártel de Sinaloa, pero disputada ferozmente por el Cártel Jalisco Nueva Generación. Más tarde, en 2025, antes de abril, se reportó que Kevin Castro también había sido asesinado en otro hecho violento.

La lista de influencers amenazados y posteriormente ejecutados no se detuvo ahí; varios más corrieron la misma suerte. Esta espiral de violencia extrema sugiere que las acusaciones sobre sus vínculos con el narcotráfico eran tomadas muy en serio por las facciones rivales, y que su alta visibilidad pública, irónicamente la fuente de su fama y fortuna, los convirtió en blancos fáciles o en ejemplos sangrientos en una guerra sin cuartel. ¿Fue su fama digital su sentencia de muerte? ¿Subestimaron el peligro de alardear una vida financiada, presuntamente, por el narco?

Ante la tormenta, las reacciones de los implicados han sido erráticas. Ana Gastelum, tras el asesinato de su cuñado Gail, pidió en redes que «dejen de culpar por errores ajenos», una declaración que poco hizo para acallar los rumores. Markitos Toys, por su parte, ha intentado mantener la imagen de cercanía con sus seguidores que lo llevó al estrellato, pero la sombra de la narcoviolencia ahora se cierne sobre todo su clan.

Mientras tanto, la información sobre avances significativos en las investigaciones policiales sobre estos crímenes de alto perfil y sus conexiones con el crimen organizado es notablemente escasa en mayo de 2025. Esta aparente falta de progreso podría reflejar la complejidad y el peligro inherente a investigar estos casos en regiones dominadas por cárteles, o, en un escenario más siniestro, podría apuntar a una posible infiltración o parálisis de las autoridades.

La Verdad Yucatán

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