Finales NBA: La noche que el MVP se negó a perder

En una noche donde el Oklahoma City Thunder tuvo una de sus peores actuaciones colectivas, su MVP, Shai Gilgeous-Alexander, decidió que las estadísticas no importaban. Con una actuación individual legendaria, rescató a su equipo del abismo y empató las Finales de la NBA.
El Juego 4 de las Finales de la NBA 2025 será recordado como la noche en que el «hero ball» triunfó sobre el análisis estadístico. El Oklahoma City Thunder, superado tácticamente y con números ofensivos desastrosos durante gran parte del encuentro, logró una remontada impresionante para vencer a los Indiana Pacers por 111-104, empatando la serie a dos victorias por bando. La razón de este milagro tiene nombre y apellido: Shai Gilgeous-Alexander.
Durante tres cuartos, el plan de juego de los Pacers funcionó a la perfección. Limitaron a Gilgeous-Alexander como creador de juego, lo mantuvieron alejado de la línea de tiros libres y observaron cómo el Thunder se ahogaba desde el perímetro. Las estadísticas eran un reflejo de un equipo al borde del colapso:
- * Tiros de 3 puntos: Un paupérrimo 3 de 16 (18.8%) en todo el partido.
- * Asistencias: Solo 10 asistencias en 37 canastas, un número increíblemente bajo que evidencia la falta de movimiento de balón y la desconexión ofensiva.
- * El MVP, anulado (como pasador): Shai Gilgeous-Alexander terminó el partido con cero asistencias, un dato que en cualquier otro contexto señalaría una derrota segura.
Con una ventaja de 87-80 al inicio del último cuarto, Indiana parecía encaminado a poner la serie 3-1 a su favor, una ventaja casi insuperable.
Pero entonces, el Jugador Más Valioso de la liga decidió que las reglas de la lógica no aplicaban para él. En los últimos 12 minutos, Gilgeous-Alexander se transformó. Dejó de intentar ser un facilitador y se convirtió en un anotador imparable. Anotó 15 de sus 35 puntos en el último cuarto, incluyendo 9 puntos consecutivos que le dieron al Thunder su primera ventaja de la segunda mitad a falta de 2:23 para el final.
Su actuación fue una clase magistral de cómo un individuo puede doblegar la voluntad de un equipo entero. A pesar de no haber intentado un solo tiro libre en la primera mitad, terminó el partido con un perfecto 10 de 10 desde la línea, demostrando su agresividad y temple en los momentos decisivos.
«Enfrentando un déficit de 3-1, SGA anotó 15 de los últimos 16 puntos del Thunder en los últimos cuatro minutos para asegurar la victoria y empatar las Finales de la NBA 2-2». Esta hazaña es una de las actuaciones individuales más dominantes en la historia reciente de las Finales.
Aunque SGA fue el protagonista absoluto, la remontada no habría sido posible sin el aporte de sus compañeros y los errores cruciales de los Pacers. Jalen Williams fue un pilar ofensivo con 27 puntos, mientras que Alex Caruso, desde el banquillo, fue un demonio defensivo con 20 puntos y 5 robos. Chet Holmgren dominó los tableros con 14 puntos y 15 rebotes.
Por el lado de Indiana, la presión les pasó factura. Bennedict Mathurin, el héroe del Juego 3, tuvo un último cuarto para el olvido, fallando tres tiros libres clave y cometiendo dos faltas innecesarias en el minuto final. Esos errores, combinados con la avalancha de SGA, fueron la sentencia de muerte para los Pacers.
Este partido es un recordatorio contundente de que, en la era de la analítica avanzada y los sistemas de juego, la grandeza individual sigue siendo el factor más desequilibrante en el baloncesto. El Thunder no ganó porque su sistema funcionara; de hecho, su sistema falló estrepitosamente. Ganaron porque tienen a un jugador que, en el momento de la verdad, fue capaz de trascender el esquema y decir: «denme el balón y apártense».
La actuación de Shai Gilgeous-Alexander, con 35 puntos y cero asistencias, es una anomalía estadística que pasará a la historia de las Finales. No es una fórmula para el éxito sostenible, pero fue la única fórmula que funcionó en una noche en la que su equipo estaba contra las cuerdas. La serie ahora vuelve a Oklahoma City empatada, no por la superioridad táctica del Thunder, sino por la voluntad de hierro de su MVP.
La Verdad Yucatán