Golpe a la Leyenda Negra: la legión de ilustrados que fue el motor de España

La historia de la península cambió para siempre en el corazón de Barcelona. El 11 de septiembre de 1714 terminó una guerra, la de Sucesión, que se había extendido durante más de una década; desde que Carlos II dejó este mundo sin haber podido engendrar un heredero, para ser exactos. También fue el final de la dinastía de los Austrias, en el trono desde el siglo XVI. No obstante, la jornada en la que cayó Barcelona, última sede de los partidarios del Archiduque Carlos, pretendiente austracista al sillón regio, supuso también el comienzo del que, para el escritor, divulgador histórico e investigador José Luis Hernández Garvi ha sido uno de los períodos más gloriosos de la historia de España: el reinado de los Borbones.
El autor lo tiene claro: «Felipe V, su primer representante, inauguró un Estado moderno que buscaba la fortaleza mediante la unidad». Lo que solemos obviar es que el desembarco en España de la Casa Borbón se debió, en gran parte, a un extranjero: James Fitz-James. Más conocido como el I Duque de Berwick, este aristócrata anglo-francés subyugó la resistencia austracista, consiguió rendir Barcelona y se convirtió, según afirma el propio Garvi, en «uno de los militares más brillantes» del siglo XVIII. Ahí es nada. «Es un personaje bastante desconocido a pesar de la estrecha vinculación que mantuvo con nuestro país», añade.
El oficial, poco más que un demonio para el independentismo más exacerbado, inauguró también la costumbre de esta dinastía de rodearse de consejeros, artistas y combatientes europeos. «El monarca delegó responsabilidades políticas y militares sin hacer distinciones entre españoles y extranjeros», sentencia el autor de 'Nunca fueron extraños' (Modus Operandi, 2019). «Es una pena que haya sido maltratado por la historia. Terminó con la resistencia de Barcelona, sí, pero no combatía contra el secesionismo, como nos quieren hacer creer en la actualidad, sino en favor de los Borbones y en una guerra en la que Cataluña no buscaba la independencia», añade.
Berwick fue leal, pero también efectivo a nivel militar. El mejor ejemplo es su actuación en batallas como la de Almansa, donde otorgó la victoria a Felipe V. Con todo, no fue el único extranjero que ayudó a cohesionar España desde el punto de vista militar. «Aquí, los extranjeros nunca fueron extraños. Desde la cúspide de la pirámide hasta sus niveles más bajos aportaron cosas positivas a la Monarquía», sentencia. Aunque estas se cuentan por decenas, el escritor subraya que la principal fue convertir la corte en una de las más cosmopolitas de la época. Un golpe más a la leyenda negra que afirma que, desde los Austrias, nuestro país se mantuvo aislado de las teorías reformistas. «No. España no vivió bajo oscuras instituciones como la Inquisición».
Casos los hay por decenas. Garvi pone el foco sobre Alejandro O'Reilly, un «servidor público honorable» que entrenó una milicia en la Cuba hispana encargada de defender la región y que, entre otras tantas cosas, recuperó regiones clave para España en el Nuevo Mundo.
Y tampoco se olvida de un personaje como Carlo Broschi, el famoso castrato más conocido como Farinelli. «De él siempre nos quedamos con la parte más morbosa, que había sido castrado como otros tantos para que no cambiara su tono de voz, pero también fue un virtuoso», explica. Este cantante, el «Bruce Springsteen de la época» para el autor debido a su fama y a su capacidad para llenar teatros, arribó a España con una curiosa misión. «Le trajeron como una medida desesperada para acabar con la depresión y la locura de Felipe V. Me emociona pensar en la primera noche que pasó entonando arias junto a la cama del monarca para hacer que saliera de su estado de abulia», explica. Debió convertirse en una buena medicina, pues pasó en la corte dos décadas.
En el gremio de los artistas también destaca la figura de Antonio Rafael Mengs, autor de algunos de los frescos más famosos del Palacio Real.
Aunque tampoco quiere caer el experto en la Leyenda Rosa. Y, por ello, destaca también a algunos extranjeros que aprovecharon su importancia dentro de la corte para medrar o luchar por sus propios intereses. James Wilkinson fue uno de ellos. Espía y militar, ofreció en principio sus servicios a España y otorgó al rey información sobre el Virreinato de Nueva España. Sin embargo, el 'Agente 13', como se le apodaba, no tardó en cambiarse de nuevo de bando y entregar Luisiana a EE.UU. «Se movía por su propio interés. Intentó crear, por ejemplo, un estado independiente en Kentucky del que, probablemente, quería ser líder», añade Garvi.
No se queda tampoco atrás Johann Kaspar Thürriegel , quien aprovechó la idea de repoblar Sierra Morena con colonos extranjeros en su propio beneficio. «Quiso hacer negocio con los inmigrantes y les reclutó sin atender a los requisitos que se pedían. Trajo delincuentes sin ninguna progresión, niños, enfermos...», finaliza
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