Jesús G. Amago y Kenneth, activistas de la diversidad: "Abramos los armarios de la discapacidad los 365 días del año"

Con motivo del Día Internacional del Orgullo LGTBI+ 2025, la sección Capaces de 20minutos reúne a dos referentes en la defensa de los derechos del colectivo LGTBI+ con discapacidad.
Desde la experiencia íntima y el activismo en primera persona, Kenneth, joven trans con autismo que vive en Ciudad Real, y Jesús González Amago, presidente de la Comisión de Diversidades Sexuales LGTBI+ y Discapacidad del CERMI Estatal, trazan un relato colectivo que va más allá del 28 de junio. Ambos exigen lo mismo: más visibilidad, más accesibilidad y más referentes reales durante todo el año.
Faltan referentes, falta acceso, y falta escucha
"Lo que no se cuenta, no existe", afirma Jesús G. Amago. Y en el caso de las personas LGTBI+ con discapacidad, lo que no se cuenta se multiplica en exclusión. Aunque celebra avances como la aprobación de la Ley 4/2023 o el primer estudio estatal sobre la realidad del colectivo, Amago insiste: "Faltan referentes, falta acceso, y falta escucha". Su consigna es clara y firme: "Abramos los armarios de la discapacidad los 365 días del año".

Kenneth, por su parte, tiene 22 años, vive con su pareja en Ciudad Real y colabora con Plena Inclusión Castilla-La Mancha como formador en sexualidad. Fue diagnosticado con autismo recientemente y tiene reconocido un 47 % de discapacidad. Desde los 16 años inició su proceso de transición como hombre trans, el cual está llevando a cabo en la Unidad Multidisciplinar de Atención a Personas Transexuales del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca. También acude regularmente a la Fundación Diagrama de Ciudad Real, donde encuentra espacios seguros y acompañamiento. "Ser tú mismo debería ser un derecho todos los días, no solo el Día del Orgullo", reivindica.
Ser LGTBI+ no es solo de un día, es algo de cada día
Para Kenneth, la diversidad no se limita a una bandera o una fecha. "Ser LGTBI+ no es solo de un día, es algo de cada día. Me gustaría ver más parejas LGTBI por la calle o a personas trans trabajando con normalidad", explica. Su transición le ha permitido sentirse en paz: "Puedo estar a gusto con mi cuerpo", confiesa. Aunque sigue esperando una operación de reafirmación de género, ralentizada por la falta de profesionales especializados, agradece el respaldo de su entorno: "La primera persona a la que se lo conté fue mi madre, y luego también me apoyaron mis tías y mi abuelo. Nunca me sentí solo".
Ambos coinciden en que el Orgullo debe ser todos los días. "No podemos esperar a junio para hablar de derechos", recalca Amago. Kenneth lo refuerza desde la experiencia: "Hay que elegir bien a quién se lo cuentas, a personas que te puedan ayudar y no hacer daño. Eso marca la diferencia". Para ambos, la visibilidad es una herramienta política y emocional, que permite abrir caminos a quienes aún sienten miedo o dudas.
Amago denuncia que todavía hay muchas resistencias en los entornos más cercanos. "Las familias, los centros y las residencias siguen negando espacios de intimidad o afectividad a las parejas con discapacidad. Eso también es violencia", asegura. Y pone ejemplos concretos: "Conozco a una pareja con parálisis cerebral que no puede convivir en la misma habitación. Quieren vivir como una familia, pero se les niega". Por eso, añade, "el lema del Orgullo de este año, Abrazando la diversidad familiar, tiene que aplicarse también dentro del movimiento de la discapacidad".
Desde su rol de educador, Kenneth trabaja para que otras personas jóvenes con discapacidad puedan vivir su identidad con libertad. Imparte charlas en centros educativos sobre identidad de género y orientación sexual, dirigidas a docentes y próximamente también a estudiantes. "La educación sexual debería estar en los colegios como una asignatura más, igual que matemáticas o lengua, siempre adaptada a la edad", propone. Su objetivo es claro: informar, formar y acompañar.

Jesús G. Amago subraya que los retos son múltiples: generar referentes, romper la sobreprotección familiar, garantizar la accesibilidad universal y combatir la infantilización de las personas con discapacidad. "Todavía cuesta que se entienda que también tenemos deseo, afectos y derecho a vivir nuestra sexualidad", denuncia. Para ello, insiste, "es vital que estemos presentes en todos los foros, redes y espacios públicos, también en los medios de comunicación".
Ambos creen en el poder de la representación. "Hoy hay activistas mayores y jóvenes que han convertido su doble o triple exclusión en una bandera", señala Amago. Kenneth lo asume como responsabilidad: "Soy una persona única. Mi forma de ser me hace diferente, y eso también es valioso".
Y aunque quedan muchas barreras por derribar, ambos coinciden en que se está avanzando. "Que el Ministerio de Igualdad haya impulsado un estudio específico sobre nuestro colectivo es un paso enorme", afirma Amago. "El 2025 debe ser el año uno para que el colectivo LGTBI+ con discapacidad empiece a ocupar el lugar que merece", concluye.
Mientras tanto, Kenneth sigue caminando con paso firme: formándose, contando su historia y dejando claro que la diversidad no es una excepción, sino una forma legítima y poderosa de estar en el mundo.
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