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Un paracaidista explica cómo se preparan físicamente

Un paracaidista explica cómo se preparan físicamente

El verano es una buena época del año para practicar paracaidismo, debido a las muchas horas de luz y a las condiciones climáticas estables. Se trata de una actividad que se puede desarrollar por puro ocio, destinada al público general, aunque requiere de unos mínimos en cuanto a salud, como no sufrir enfermedades graves de corazón o problemas respiratorios severos.

Pero, más allá de esta experiencia cargada de adrenalina que puede llenar el tiempo libre, el paracaidismo es esencial para el día a día de la BRIPAC (Brigada «Almogávares» VI de Paracaidistas), una unidad de élite del Ejército de Tierra español especializada en operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo.

«Cultivándolos día a día, con trabajo, constancia, esfuerzo y entrega, nuestras damas y caballeros legionarios paracaidistas son, sin duda, nuestro principal activo. Ser paracaidista es un espíritu especial que une e iguala a todos nuestros hombres y mujeres, sin más ambición que la de ser el mejor soldado de la Patria», se autodefinen.

Su sede se encuentra en la localidad madrileña de Paracuellos de Jarama, donde cuentan con una zona de entrenamiento en la que la brigada realiza diariamente aquellos ejercicios que posteriormente se ven obligados a hacer en el aire.

La preparación física y el equipaje

El programa Ruta 179 de Telemadrid visitó Paracuellos para conocer de primera mano todo lo que rodea a un paracaidista de la BRIPAC, tanto su preparación como el equipaje con el que tienen que cargar.

«El límite actual del paracaídas que tenemos en dotación son unos 160 kilos, incluyendo el peso del propio paracaidista, el armamento, la mochila y los dos paracaídas que llevan, el de reserva y el principal, que pesan en torno a unos 20 kilos. El peso de las mochilas cuando se realiza un ejercicio de varios días puede rondar entre 40 y 45 kilos, casi el doble de lo que llevan ahora mismo, que lo llevan en configuración ligera», detallan.

Más allá de los propios paracaídas, que llevan uno principal en la espalda y otro de reserva, este último en el pecho, son necesarios otros elementos más cotidianos. «Lo más importante es lo que nos evita del frío y la lluvia, que es el traje de tormenta, que es el saco ligero. En caso de que haga lluvia o el rocío de por la mañana, no nos mojemos en los momentos de descanso. Los guantes de combate, fundamentales también, junto con el casco, el agua y la comida. Y una maquinilla de afeitar, puesto que un paracaidista siempre tiene que estar bien afeitado».

Se revisa hasta el más mínimo detalle antes de subir a la aeronave, con tres chequeos. «Dos en el área de embarque y una justo antes de subir», cuentan. Por supuesto, el equipo de combate no puede faltar. «Para que la apertura del paracaídas sea más limpia a la hora de salir por la puerta del avión, es muy importante que la mochila esté bien compacta. A la propia mochila se le añade, posteriormente, el armamento, o bien con la ametralladora o bien con el fusil de asalto, en función del puesto táctico que se emplee».

En Paracuellos de Jarama, en un día de preparación cualquiera, se actúa como si fuera un lanzamiento paracaidista real. También, el aterrizaje en tierra. La altura máxima a la que se lanza esta unidad es de «1000 pies, que equivale entre 350 y 400 metros, aproximadamente». «Una vez han simulado esa salida del aeronave, simulan la toma tierra, que es un momento muy crítico para evitar lesiones, con las piernas juntas y siempre del lado del vientre, para evitar caer de frente o de espaldas al viento y evitar potenciales lesiones», resaltan.

ABC.es

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