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Veredicto Rubiales: Multa irrisoria, legado de sexismo

Veredicto Rubiales: Multa irrisoria, legado de sexismo

El 20 de agosto de 2023, en el escenario más grande del fútbol femenino, el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, cometió un acto que trascendería el deporte. El beso no consentido a la jugadora Jenni Hermoso durante la ceremonia de premiación de la Copa del Mundo no fue un simple error de juicio; fue una exhibición de poder y una manifestación de la cultura sexista arraigada en las estructuras del fútbol.

El incidente desencadenó una tormenta mediática y social, impulsando el movimiento «Me Too» en España y forzando una conversación nacional sobre el machismo.28 Tras un juicio de alto perfil, el Tribunal Nacional de España emitió un veredicto histórico: Luis Rubiales fue declarado

culpable de un delito de agresión sexual.30 El tribunal desestimó por completo la defensa de Rubiales, quien argumentó que el beso fue un acto de «alegría incontenible» y consensuado. El juez fue contundente al señalar que esa «emoción» no lo llevó a besar de la misma manera a los jugadores masculinos ni a otros dignatarios, demostrando que podía controlar sus impulsos y que eligió no hacerlo con Hermoso.

A pesar de la histórica condena, la sentencia que la acompañó fue, para muchos, un insulto. En lugar de la pena de prisión de dos años y medio que solicitaba la fiscalía, el tribunal impuso a Rubiales una multa de apenas 10.800 euros (aproximadamente 12.600 dólares).31 Además, se le prohibió acercarse a menos de 200 metros de Hermoso o comunicarse con ella durante un año.

Quizás la parte más cínica y reveladora del veredicto fue la absolución de Rubiales y otros tres altos cargos de la RFEF de los cargos de coacción. Esto ocurrió a pesar de que el propio magistrado consideró probado que, tras el beso, la federación orquestó una campaña para presionar a Hermoso para que justificara públicamente las acciones de su jefe.

El tribunal concluyó que, si bien existió la presión, no alcanzó el umbral de «violencia» o «intimidación» requerido por la ley para ser considerado un delito de coacción. Esta interpretación demuestra una ceguera voluntaria ante las sutiles pero inmensas dinámicas de poder en el deporte, donde la «sugerencia» de un presidente de federación a una jugadora no necesita ser una amenaza explícita para ser profundamente coercitiva.

Acusado: El sistema judicial y deportivo español.

Cargo: Hipocresía y complicidad. Si bien se reconoció el delito de agresión sexual, el castigo trivializa la ofensa y envía un mensaje peligroso y desmoralizador: en el mundo del fútbol, el abuso de poder por parte de un hombre en una posición de autoridad tiene un precio, y ese precio es irrisorio.

Sentencia: El sistema es declarado culpable de fallar en el momento crucial. La condena a Rubiales fue un paso adelante; la sentencia fue dos pasos atrás. La multa insignificante no repara el daño ni disuade futuras conductas. La absolución por coacción ignora la realidad del poder en las relaciones laborales y deportivas.

El caso Rubiales se convirtió en una prueba de Rorschach para la sociedad española, revelando la profunda división entre quienes ven un claro abuso de poder y quienes lo minimizan como una «cacería de brujas». El veredicto final no ha cerrado esta herida; la ha infectado, dejando un legado de impunidad que mancha la histórica victoria de la selección femenina y demuestra que, cuando se trata de proteger a los suyos, las estructuras de poder del fútbol siguen siendo expertas. El caso está cerrado.

La Verdad Yucatán

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