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Guerra de chips: Corea del Sur sufre y planea clonar el éxito de Taiwán

Guerra de chips: Corea del Sur sufre y planea clonar el éxito de Taiwán

La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China no es un juego de dos. Está causando graves «daños colaterales» a aliados clave como Corea del Sur, cuya vital industria de semiconductores se encuentra atrapada en el fuego cruzado, forzándola a considerar un audaz plan para asegurar su futuro.

La batalla global por la supremacía en los semiconductores, comúnmente conocida como la «guerra de los chips», está redefiniendo el orden tecnológico mundial. Pero más allá de la confrontación directa entre Washington y Pekín, sus ondas de choque están golpeando con fuerza a otros actores cruciales. Corea del Sur, un gigante tecnológico por derecho propio, se encuentra en una posición cada vez más precaria, forzada a navegar un campo de minas geopolítico que amenaza el corazón de su economía.

El dilema de Corea del Sur es agudo. Históricamente, China ha sido un mercado masivo para sus exportaciones tecnológicas, representando hasta dos quintas partes del total a finales de 2024. Gigantes como Samsung y SK Hynix, líderes mundiales en chips de memoria, dependen en gran medida de sus operaciones y ventas en el gigante asiático.

Sin embargo, las sanciones y restricciones impuestas por Estados Unidos para frenar el avance tecnológico de China han puesto a Seúl en una encrucijada. El gobierno surcoreano se ha visto en la incómoda posición de tener que «enfrentarse» a su principal aliado de seguridad, Estados Unidos, para proteger los intereses comerciales de sus empresas en China.

La situación interna de la industria ha sido descrita como un «infierno». Expertos locales señalan un debilitamiento de la cadena de suministro local y una preocupante falta de avances en áreas críticas como el diseño y el empaquetado de semiconductores, lo que podría llevar al «colapso de la industria» si no se aborda.

Ante esta crisis existencial, ha surgido una solución radical y ambiciosa: copiar el modelo de éxito de Taiwán. La propuesta consiste en crear una fundición de semiconductores respaldada por el estado, tentativamente llamada Korea Semiconductor Manufacturing Company (KSMC), diseñada para emular el dominio de la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).

* Una inversión inicial de 20 billones de wones (aproximadamente 13,900 millones de dólares).

* Un impacto económico proyectado de 208,700 millones de dólares en los próximos 20 años.

Este movimiento es mucho más que simplemente construir más fábricas. Representa un cambio fundamental en la política industrial de Corea del Sur. El modelo actual del país está dominado por conglomerados integrados como Samsung, que diseñan y fabrican sus propios productos (como los teléfonos Galaxy) y, al mismo tiempo, fabrican chips para otros, incluidos sus competidores. El éxito de TSMC en Taiwán, en cambio, radica en su modelo de «fundición pura» (pure-play foundry): fabrica chips para clientes como Apple y Nvidia, pero no compite con ellos en el mercado de productos finales. Al intentar crear una KSMC neutral y respaldada por el estado, Corea del Sur busca atraer a esas empresas de diseño sin fábrica que hoy dependen casi exclusivamente de TSMC, rompiendo así el monopolio de facto de Taiwán en la fabricación de los chips más avanzados.

El plan KSMC es una manifestación de una tendencia global más amplia hacia la soberanía tecnológica. La guerra comercial está obligando a las naciones a no depender de otros para tecnologías críticas. La urgencia se ve magnificada por la constante amenaza militar de China sobre Taiwán. En un testimonio de la gravedad de la situación, se ha revelado que las autoridades taiwanesas están preparadas para sabotear sus propias instalaciones de semiconductores en caso de una invasión, para evitar que caigan en manos chinas. Esta realidad subraya por qué países como Corea del Sur sienten una necesidad imperiosa de desarrollar alternativas viables.

Mientras tanto, China continúa su propia marcha hacia la autosuficiencia, desarrollando nuevos modelos de inteligencia artificial como Deepseek, diseñados para ser menos dependientes de la tecnología y el hardware occidentales.

En conclusión, el ambicioso plan de Corea del Sur es más que una simple empresa comercial; es una maniobra geopolítica de primer orden. Es una clara señal de que el panorama tecnológico global se está fracturando, y en la fragua de la guerra de chips entre Estados Unidos y China, se están forjando nuevos campeones nacionales y nuevas alianzas estratégicas.

La Verdad Yucatán

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