La comunidad internacional cierra filas en Sevilla ante los ataques al multilateralismo y a la financiación al desarrollo

“Va mucho más allá de lo que podíamos esperar”. Las palabras del Nobel de Economía Joseph Stiglitz, en alusión al resultado de la cumbre de financiación del desarrollo de la ONU celebrada esta semana en Sevilla, no son habituales asociadas a este tipo de encuentros. La segunda parte de su frase, pronunciada durante una charla con este diario en el bar de un hotel de la capital andaluza, resulta clave para interpretar el resultado de una cumbre, a la que han acudido más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno.
Los ponentes han dibujado un panorama sombrío sobre el estado del mundo y los estragos del sistema financiero en la era postcovid. De desunión y tensión geopolítica. Pero a la vez, las urgencias que emanan de esta policrisis han ejercido de alguna manera de revulsivo y de pegamento para actuar.
Ante las andanadas contra un multilateralismo alicaído, los recortes de ayuda y el avance del sálvese quien pueda en un clima de tensión geopolítica, la comunidad internacional ha cerrado filas en Sevilla. Esa es la sensación que se ha respirado estos cuatro días en los pasillos del centro de exposiciones y que corroboran algunos asistentes como Stiglitz.
“Veníamos a esta conferencia en medio de tensiones geopolíticas, por lo que teníamos un optimismo prudente: esperábamos obtener algo, pero no pensábamos que lograríamos tanto, y lo conseguimos”, piensa Amina J. Mohammed, vicesecretaria General de la ONU en una entrevista con este diario. Durante la ceremonia de clausura la tarde del jueves, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, estimó que “frente a los discursos de odio” y “en un mundo dividido, hemos trasladado un mensaje de unidad”.

Algunos de los consultados consideran un triunfo para los tiempos que corren el que los asistentes hayan logrado aprobar un documento por consenso y lanzar más de un centenar de medidas concretas.
Primero la covid, la guerra de Ucrania después, la subida de los tipos de interés, las barreras comerciales y ahora los recortes de la ayuda al desarrollo han provocado una crisis aguda. El aumento de peso de los acreedores privados e intereses desorbitados frente a los Estados y la irrupción de prestamistas como China o los países del Golfo han terminado de agravar la situación.
El resultado es un agujero financiador de cuatro billones de euros anuales para alcanzar los objetivos de desarrollo, según cálculos de la ONU, y un endeudamiento que obliga a 3.400 millones de personas a vivir en países en los que pagan más por la deuda que en educación y sanidad. Este ha sido precisamente uno de los temas centrales de esta conferencia.
Stiglitz compara Sevilla con la anterior cita de este tipo, celebrada en Adís Abeba (Etiopía) hace 10 años. “Entonces, la discusión fue muy general. En Sevilla se han aprobado cosas específicas”. En concreto, 130 que se agrupan bajo el paraguas de la llamada Plataforma de Acción de Sevilla. Programas de canje de deuda, la iniciativa hispano-brasileña para tasar a los superricos, la creación del Foro de Sevilla para países deudores para defender sus intereses, la pausa de deuda en situaciones de catástrofes climáticas o una tasa para la aviación privada son algunas de las propuestas que han empezado a perfilarse en esta cumbre.
Ausencia de Estados UnidosEso ha sido posible, a juicio de los entrevistados, gracias a la ausencia de Estados Unidos. La Administración de Donald Trump se retiró de las negociaciones previas a la cumbre del documento final y no ha estado presente en Sevilla. Lo que aquí se ha discutido —cooperación, ayuda al desarrollo, lucha contra la crisis climática, más impuestos para los superricos, igualdad de género…— está en las antípodas de los intereses y de la cosmovisión del Gobierno estadounidense. “Estados Unidos casi siempre es un problema en las negociaciones globales. Cuando el Gobierno es demócrata es casi peor, porque tienen miedo de volver a casa y que les acusen de haber cedido soberanía”, estima el economista estadounidense. Al no estar presentes no han luchado por descafeinar el texto ni por buscar aliados en contra de su adopción. “Nadie les ha seguido esta vez, porque los países se han dado cuenta de que necesitan el multilateralismo”.
Mohammed coincide en que la ausencia de Washington “paradójicamente, permitió alcanzar un consenso sin necesidad de votaciones o confrontaciones”. Pero tiene claro que no es para siempre. “La puerta sigue abierta, y debemos seguir dialogando con ellos para que regresen a la mesa en temas importantes. Están en los consejos de los organismos financieros internacionales y en la cooperación bilateral”, recuerda.

“La cuestión es cómo no repetir los errores del pasado, en el que se asumieron compromisos o se hicieron promesas que no se cumplieron del todo. Por eso la Plataforma de acción de Sevilla es importante”, piensa Haoliang Xu, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en funciones, quien considera que uno de los elementos nuevos de Sevilla es la preocupación por la carga de la deuda y que se ofrezcan algunas posibilidades para aliviarla, para que los países prestatarios hagan oír su voz de manera más efectiva. También hay un llamamiento a la ONU para que asuma más responsabilidad en este tema y el secretario general, António Guterres, ha manifestado su intención de establecer un grupo de trabajo sobre este tema en un corto periodo de tiempo.
El administrador explica, por ejemplo, que su organismo está “trabajando en apoyar la iniciativa con la OCDE para los inspectores fiscales sin fronteras, que tiene que ver con la fiscalización de la repatriación de ingresos de los países en vías de desarrollo por parte de las empresas multinacionales”. “En los últimos años, hemos ayudado a los países a generar entre 2.300 y 2.400 millones de dólares de ingresos, recursos internos e ingresos fiscales”, añade. Él no duda de que “España ha tenido un liderazgo importante y muy simbólico al organizar esta conferencia en un momento crítico”. “Creo que Sevilla quedará grabado en la historia de la financiación del desarrollo”, dice.
Ilan Goldfajn, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), coincide en que “uno de los logros de esta conferencia es que ha sido muy concreta”. “La gente quiere llegar a los detalles, a los números; incluso los ministros han sido más específicos y han participado en los eventos técnicos”, asegura durante una entrevista con EL PAÍS. Goldfajn está convencido de que los “cuatro billones de dólares anuales” que se necesitan para cubrir la brecha financiera y cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030 existen, pero advierte de que no son tan fáciles de atraer. “Están en fondos de pensiones, en aseguradoras, en manos de quienes buscan estabilidad y evitan el riesgo, pero invierten muy poco en desarrollo”. El reto, asegura, “es transformar los proyectos en algo que estos actores puedan considerar viable y en lo que vean un riesgo aceptable”. Buscar fórmulas para movilizar al capital privado en tiempos de recortes de fondos públicos ha sido otro de los grandes temas de la cita.

Goldfajn cuenta que, por ejemplo, el BID ha presentado “tres plataformas” en las que ya trabajaban “y en las que ya había avances”, porque querían “llevarlas desde América Latina y Caribe al resto del mundo”. Una de ellas, FX EDGE, busca eliminar la “volatilidad cambiaria”, que es una de las principales barreras para la inversión privada en los países del Sur Global. “En Brasil pusimos un dinero que sirvió para crear un fondo de liquidez, hicimos una subasta y se presentaron 8.000 millones de dólares”, describe como ejemplo de medidas que ya han demostrado su eficacia.
La organización internacional Oxfam Intermón, como otros representantes de la sociedad civil, ha sido más crítica con el resultado de la conferencia. “Los países más ricos han eludido su responsabilidad de actuar frente a la creciente crisis de deuda”, señaló Franc Cortada, director general de la ONG. “Hay suficiente dinero para acabar con la pobreza, pero está en manos de unos pocos ricos en el norte”, afirmó Cortada, que sí destacó como avance de la cumbre la iniciativa hispano-brasileña para que los superricos paguen más impuestos.

Ante las críticas, Stiglitz, que copreside la comisión vaticana del jubileo contra la deuda, considera que “Sevilla ha puesto el foco en que estamos ante un problema sistémico y un sistema corrupto en el que los bancos multilaterales o el Fondo Monetario Internacional acaban indirectamente rescatando a los bancos privados tenedores de deudas”. “Sevilla nos ha puesto en el camino”, sentencia.
EL PAÍS