Los primeros pasos de la biología en México reconstruye el desarrollo de esta disciplina

Los primeros pasos de la biología en México reconstruye el desarrollo de esta disciplina
La ciencia no es inmune a las emociones ni al contexto político e institucional, señala Consuelo Cuevas Cardona // Ofrece un recorrido ameno y minucioso de la investigación de esta materia
Daniel López Aguilar
Periódico La JornadaMiércoles 14 de mayo de 2025, p. 6
Durante décadas, los nombres de los grandes biólogos mexicanos del siglo XIX y principios del XX quedaron relegados a los márgenes o al silencio absoluto en las narrativas oficiales.
Los libros de texto los ignoraron, los programas escolares los pasaron por alto y, en las aulas universitarias, su legado apenas se menciona como una rareza del pasado.
Ante ese olvido sistemático, la bióloga y doctora en ciencias Consuelo Cuevas Cardona emprendió una labor de rescate. Su propósito: reconstruir los orígenes de esta área del conocimiento en México y reivindicar a quienes la impulsaron en contextos complejos y, con frecuencia, adversos.
El resultado es Los primeros pasos de la biología en México, publicado por el Fondo de Cultura Económica y la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación.
Incluido en la histórica colección Ciencia para Todos, el volumen ofrece un recorrido ameno, minucioso y profundamente necesario por las raíces de la investigación biológica en el país, desde el porfiriato hasta finales del siglo XX.
La semilla de este trabajo nació en Pachuca, ciudad natal de Cuevas Cardona. A finales de los años ochenta, trabajaba en el Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia y, al buscar contenidos locales para divulgar, hizo un hallazgo inesperado: la existencia de la Comisión Científica de Pachuca de 1864, mencionada por Elí de Gortari.
Me llamó mucho la atención que en ese año hubiera especialistas aquí, cuando yo, en pleno siglo XX, no encontraba casi ninguno
, recordó Cuevas Cardona en entrevista con La Jornada.
Ese descubrimiento motivó su tesis de maestría, centrada en la trayectoria de Manuel M. Villada, uno de los integrantes de aquella comisión. Villada fue figura clave en el desarrollo del saber naturalista en México: fundó la Sociedad Mexicana de Historia Natural y colaboró con el Museo Nacional, la Escuela Nacional de Agricultura y la Academia Nacional de Medicina.
Analizar su vida profesional permitió a la autora identificar el papel que jugaron estas instituciones en la formación de una disciplina que, en sus primeros años, aún no recibía el nombre de biología.
Sin embargo, fue un nombre el que capturó por completo su atención: Alfonso Luis Herrera, figura esencial, polémica y fundacional. Herrera fue el primer mexicano en asumirse como biólogo. Eso me abrió el panorama
, comentó la también investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Él fue el primero en hacer estudios con una perspectiva evolucionista, lo que lo distingue claramente de los naturalistas del siglo XIX.
Siguiendo su rastro, Cuevas Cardona se adentró en una red de espacios pioneros en investigación, como el Instituto Médico Nacional (IMN), enfocado en el estudio de plantas medicinales, la Dirección de Estudios Biológicos y el propio Museo Nacional.
Herrera fundó y organizó centros dondequiera que fue asignado. Fue un gestor, un visionario y también, inevitablemente, un blanco de ataques
, señaló.
En el propio IMN, su propuesta fue cuestionada incluso por sus colegas más cercanos. “Le decían: ‘¿Por qué biología, si nosotros ya estudiamos a los seres vivos?’ Pero lo que él proponía era distinto: una ciencia con bases teóricas más modernas y una pregunta radical: si la vida evolucionó, ¿cómo se originó?”, explicó Consuelo Cuevas.

▲ La bióloga y doctora en ciencias Consuelo Cuevas Cardona.Foto cortesía de Laura Esperanza Guerrero Cuevas
Ese fue el núcleo de su búsqueda científica. Durante años, Herrera realizó experimentos, escribió tratados y formuló su teoría de la plasmogenia, propuesta para explicar la transición de la materia inerte a lo viviente.
Fue una idea muy avanzada para su tiempo, pero también difícil de aceptar. Muchos de sus contemporáneos lo veían con escepticismo o incluso con burla
, añadió la autora.
Me interesa mostrar que estas resistencias no son excepcionales, sino parte de cómo se construye el conocimiento. La ciencia no es inmune a las emociones ni al contexto político o institucional.
A pesar de los obstáculos, Herrera logró consolidarse como una figura clave en la institucionalización de esta rama del saber en México. Tras el cambio de régimen posterior a la Revolución Mexicana, fue designado por Venustiano Carranza director del Museo de Historia Natural.
Es fascinante ver cómo su labor lo llevó a convertirse en una figura central, aunque muchas veces incomprendida o invisibilizada
, reflexionó.
Este tipo de personajes, afirmó, permite entender no sólo la evolución de un campo científico, sino también los valores, tensiones y desafíos de su tiempo. Herrera no era un genio solitario. Era un organizador, lector voraz, alguien que supo tender puentes entre instituciones, una especie de sembrador de ideas en tierra difícil
.
Construcción cultural
A partir de casos como el suyo, la bióloga propone una revisión profunda de la manera en que se ha narrado la historia científica en México.
Durante siglos se pensó que la ciencia moderna nació en Europa y fue luego impuesta en nuestros países. Pero eso no es del todo cierto
. En su investigación, retoma los trabajos del historiador David Chambers, quien demostró que el Colegio de Minería en la Nueva España fue pionero en integrar la docencia y la investigación por iniciativa de los propios científicos novohispanos, no por imposición colonial.
Para la autora, Los primeros pasos de la biología en México va más allá de ser una recopilación de biografías o una arqueología institucional; es una reivindicación más amplia: la del conocimiento científico como una forma de construcción cultural.
Escribí este libro pensando en los jóvenes que sienten curiosidad, que quieren saber de dónde venimos, que buscan referentes. Si en alguna de estas páginas encuentran un espejo o una pregunta nueva, entonces la historia habrá cumplido su tarea.
El reconocimiento a esta labor no ha sido menor. En 2004, Consuelo Cuevas Cardona recibió la Medalla Alfonso Caso, otorgada por la UNAM a las mejores tesis de posgrado, en reconocimiento a su investigación sobre la institucionalización de la biología en México.
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