OpenAI y Microsoft eran socios hasta ahora: La Inteligencia Artificial General acaba de cambiarlo

Hubo un tiempo no muy lejano en el que parecía que Microsoft era el chico listo de las Big Tech ante el advenimiento de la IA generativa. Su inversión en OpenAI parecía darle casi control parental sobre la compañía de ChatGPT. Tanto, que en la revuelta-telenovela que acabó con Sam Altman fuera de la empresa que creó por unas horas, Microsoft se apresuró a anunciar que lo contrataba para que siguiera con sus planes ya en su propio seno.
Hoy esa colaboración se ha enfriado. El crecimiento autónomo de OpenAI hace que la parasitación de Microsoft no sea tan fuerte. Y ahora podría de hecho estar a un paso de romperse con el 'hijo' desterrando de su autoridad al 'padre'.
Esta es la situación que hoy sacude la multimillonaria alianza entre Microsoft y OpenAI, uno de los pactos más ambiciosos y vigilados de la historia reciente de la tecnología. Una pequeña cláusula que parecía inocua —y lejana— se ha convertido en el epicentro de un conflicto que redefine el equilibrio de poder en la era de la inteligencia artificial.
OpenAI ha desarrollado una escala de cinco niveles para clasificar la evolución de la IA hacia la AGI. No es solo un ejercicio académico. Este documento, aún no publicado oficialmente, pone en entredicho cuándo y cómo OpenAI podrá declarar que ha alcanzado la inteligencia artificial general. Si lo hace, el acuerdo con Microsoft cambia drásticamente.
La cláusula detendría el acceso de la tecnológica de Redmond a cualquier modelo o beneficio derivado de dicha AGI. Y esto, en el contexto de una inversión de más de 13.000 millones de dólares, es un terremoto corporativo de primer orden.
La cláusula del fin del juego: Microsoft y la AGI de OpenAIDentro del contrato que regula la colaboración entre Microsoft y OpenAI hay un apartado que hasta hace poco parecía inofensivo: si OpenAI declara haber alcanzado AGI, Microsoft perdería acceso a futuros desarrollos basados en esa tecnología. Según fuentes cercanas a las negociaciones, la cláusula se redactó como una protección ética y estratégica. Pero ahora que la posibilidad parece más real, se ha convertido en un arma de negociación.
Microsoft quiere modificar esa cláusula. Incluso ha insinuado que podría retirarse del acuerdo si no se eliminan esas restricciones. Mientras tanto, OpenAI considera que esa disposición es su mayor ventaja: le permite preservar el control sobre su tecnología más avanzada sin compartirla indefinidamente con su socio financiero.
El momento es delicado. Ambas partes están renegociando el contrato en paralelo con una reestructuración corporativa de OpenAI que podría incluir nuevos marcos de gobernanza. Las diferencias no son solo jurídicas: lo que está en juego es quién define qué es AGI, cuándo se alcanza y qué consecuencias económicas, tecnológicas y políticas implica ese anuncio.
Los cinco niveles de capacidad general: una escala para clasificar el futuroEl documento interno titulado "Five Levels of General AI Capabilities" establece una clasificación por etapas para entender el progreso hacia la AGI. Cada nivel representa un salto cualitativo en la autonomía y capacidad de los sistemas de IA.
- Nivel 1: sistemas que dominan el lenguaje y realizan tareas básicas, al nivel de un principiante humano.
- Nivel 2: sistemas capaces de ejecutar tareas complejas, similares a las de un experto, aunque con supervisión.
- Niveles superiores (3 al 5): no detallados públicamente, pero se entiende que implican una IA autónoma, adaptativa y con capacidad de razonamiento en contextos variados, superando en eficacia al ser humano medio.
Esta escala no busca fijar fechas ni hitos absolutos. Su enfoque es gradualista, y evita una definición única y cerrada del concepto de AGI. Pero al colocar los modelos actuales en Nivel 1 o 2, y anticipar que el Nivel 3 llegará "más rápido de lo que se piensa", se convierte en una referencia incómoda. Cualquier afirmación de haber alcanzado AGI sería cuestionada a través de esa misma lente interna.
OpenAI, de hecho, evitó publicar este trabajo posiblemente por sus implicaciones contractuales. Aunque oficialmente la empresa lo atribuye a cuestiones técnicas, múltiples fuentes indican que el riesgo de activar la cláusula con Microsoft fue una barrera clave.
¿Quién decide cuándo llegamos a la AGI?El debate en torno a qué es y cuándo llega la AGI se ha convertido en una disputa de poder. Según el contrato, hay dos posibles definiciones activadoras:
-
Definición unilateral: el consejo de OpenAI puede declarar que ha alcanzado AGI si, según su carta fundacional, sus sistemas superan a los humanos en la mayoría de tareas económicamente valiosas. En ese momento, Microsoft perdería acceso a la tecnología futura.
-
AGI suficiente: concepto incorporado en 2023 que vincula la AGI al nivel de beneficio económico generado. En este caso, Microsoft tendría derecho a validar la declaración, lo que introduce un control compartido.
Esto no es solo semántica. Si OpenAI usa la primera vía, Microsoft podría quedar fuera sin posibilidad de veto. Si elige la segunda, estaría aceptando un mecanismo más lento y consensuado. A su vez, el contrato prohíbe a Microsoft perseguir su propia AGI con la propiedad intelectual de OpenAI, lo que limita sus márgenes de acción incluso si la relación se fractura.
OpenAI en la cuerda floja: tensiones internas y estrategia externaLa publicación del documento de los cinco niveles generó debate también dentro de OpenAI. Aunque fue bien recibido entre los equipos de investigación, varios empleados señalaron que las negociaciones con Microsoft eran una barrera para su divulgación. El informe fue editado, visualmente preparado y sometido a revisión técnica, lo que sugiere que estaba casi listo para ver la luz.
El propio Sam Altman ha restado importancia a las etiquetas. "La pregunta sobre qué es AGI no importa tanto", ha dicho. Sin embargo, en el mismo discurso mencionó que el modelo o1 podría estar ya en el Nivel 2, y que llegarán al 3 antes de lo esperado. Esta doble narrativa —minimizar el concepto en público mientras se usa internamente como métrica de avance— refleja el dilema estratégico que enfrenta la empresa.
Altman también ha declarado que espera ver AGI durante el actual mandato de Donald Trump. Esta mención temporal da una pista clara: no es una discusión hipotética ni futurista. El momento se acerca, y las decisiones que se tomen en los próximos meses podrían redefinir el mapa del poder tecnológico global.
¿Una ruptura anunciada o una nueva fase del pacto?¿Estamos ante el fin de la alianza más influyente de la inteligencia artificial moderna? No necesariamente. Pero sí ante una redefinición inevitable. Lo que comenzó como una relación de sinergia ahora se parece más a un tira y afloja corporativo, con la AGI como moneda de cambio y amenaza existencial al mismo tiempo.
La historia de las grandes alianzas tecnológicas siempre ha oscilado entre la colaboración y la competencia. Google y Apple, IBM y Microsoft, incluso Amazon y sus proveedores. Ahora le toca el turno a OpenAI y Microsoft, dos actores que necesitan uno del otro, pero que empiezan a divergir en sus metas y su ritmo.
La pregunta final es la más inquietante: cuando llegue la AGI —si es que llega—, ¿quién la controlará? ¿Una junta directiva? ¿Un CEO visionario? ¿Un comité internacional? O, quizás, un algoritmo que ni siquiera hoy sabemos interpretar del todo.
eleconomista