Se fueron siendo niños y ahora regresan a Ruanda, su país, más de 30 años después

Cientos de refugiados ruandeses que huyeron tras el genocidio de 1994 y que se habían instalado en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) han regresado a Ruanda desde comienzos de 2025 en el marco de un acuerdo entre las autoridades ruandesas y congoleñas bajo los auspicios del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). El pasado sábado fueron repatriados 360 de ellos, la mayoría mujeres y niños, en una operación que se ha intensificado tras la ocupación en enero y febrero de las ciudades congoleñas de Goma y Bukavu por parte del grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda.
“Estamos encantados de dar la bienvenida a nuestros compatriotas. Son una mano de obra valiosa para el desarrollo del país”, aseguró Prosper Mulindwa, alcalde ruandés de Rubavu, después de que varios autobuses trajeran a los refugiados hasta su ciudad, situada cerca de la frontera, según informa Associated Press (AP)y recoge la cadena NPR. De momento han sido acogidos en un centro provisional de tránsito hasta que puedan reintegrarse en otras localidades de su país natal. La agencia de Naciones Unidas se ha marcado el objetivo de repatriar a Ruanda a unas 2.000 personas en los próximos meses, dentro de un acuerdo que ha permitido el retorno de unas 1.500 desde comienzos de año, según Acnur.
La mayor parte de estos refugiados procede de Karhenga, donde residían desde hace años. Sin embargo, habían llegado hasta los alrededores de Goma en los últimos meses, huyendo de los enfrentamientos entre el M23 y el Ejército del Congo. El grupo rebelde, que desde finales del pasado mes de enero ocupa Goma, les había impedido regresar a sus hogares, pero les había permitido asentarse en el campo de desplazados de Sake, a unos 20 kilómetros de la ciudad.
“Yo tenía 10 años cuando hui de Ruanda para venir a la RDC, fue durante la guerra del genocidio. Mi padre y mi madre fueron asesinados. A mi llegada me acogieron en el campo de desplazados de Mugunga antes de ser transferida a Karhenga, en el territorio de Masisi”, manifestó a la agencia France-Presse (AFP) Gisèle Tuyisenge Nsabimana, de 41 años y madre de siete hijos, en declaraciones recogidas por el Journal de Kinshasa.
Sin embargo, la ocupación del territorio por el M23 la obligó de nuevo a desplazarse. “Tuve que irme a Sake, donde los militares del M23 vinieron a buscarme. Nos llevaron hasta el estadio y después a los locales de Acnur. Aquí estamos ahora, dispuestos a cruzar la frontera para volver a Ruanda. Hace tiempo que no piso mi país, pero tengo un pariente que vive en Ruhengeri. Espero poder instalarme allí”, añadió.
Tras el genocidio de Ruanda de 1994, en el que fueron asesinados un millón de hutus y tutsis moderados, cientos de miles de personas huyeron a la vecina RDC. La mayoría regresaron dos años más tarde, cuando las tropas ruandesas invadieron el Congo. Sin embargo, miles de civiles, paramilitares hutus y exsoldados, algunos de ellos implicados en el genocidio, permanecieron en el Congo y algunos de ellos se unieron al ejército de este país. Las autoridades ruandesas les acusan de estar en el origen de intentos de desestabilización y de ser el embrión del grupo armado Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), al que consideran una amenaza.
Más de 100.000 refugiados ruandeses han regresado ya a su país, pero para facilitar la vuelta de quienes quedan en Congo se firmó un acuerdo entre ambos estados y Acnur hace ya una década.
La reciente ocupación de amplias zonas del noreste de la RDC por parte de los rebeldes del M23, de mayoría tutsi y apoyados por Ruanda, ha permitido que miles de civiles, atrapados en medio de este viejo conflicto, regresen a su país natal. Algunos de ellos se fueron siendo niños o nacieron ya en Congo, como Nyirakajumba Twizere. “Nunca pensé que este día llegaría”, dijo a AP en declaraciones recogidas por NPR, “finalmente voy a volver a la tierra de mis ancestros”.
En paralelo, el M23 teme que los campos de desplazados y refugiados que se encuentran en los alrededores de Goma, en los que convive más de medio millón de personas, se conviertan en un refugio que dé cobijo a un alzamiento. Por ello trata de facilitar la salida de todos aquellos a quienes considera cómplices del FDLR. El pasado mes de marzo trasladó a Ruanda a 20 presuntos milicianos de este grupo armado vestidos con el uniforme del Ejército congoleño, algo que las autoridades de Kinshasa acusaron de ser un montaje propagandístico.
La mayor parte de estos refugiados procede de Karhenga, donde residían desde hace años. Sin embargo, habían llegado hasta los alrededores de Goma en los últimos meses, huyendo de los enfrentamientos entre el M23 y el Ejército del Congo
La pasada semana, el M23 expulsó en camiones de la ciudad de Goma a 181 ruandeses “en situación ilegal”, tal y como los calificó Willy Ngoma, portavoz militar de los rebeldes, según informa AFP y recoge el Journal de Kinshasa. Todos ellos poseían documentación congoleña, pero el M23 asegura que eran papeles falsos.
El conflicto entre el M23, que cuenta con el apoyo de Ruanda, y el Ejército congoleño se recrudeció a comienzos de este año, provocando una grave crisis humanitaria y decenas de miles de nuevos desplazados en el noreste de Congo. En la actualidad, ambos países están inmersos en negociaciones a múltiples bandas para alcanzar un acuerdo de paz, con dos procesos en marcha, uno de ellos en Qatar y otro en Washington bajo la mediación de Estados Unidos, que espera obtener a cambio un acceso privilegiado a los minerales estratégicos que abundan en la zona, como el litio, el cobalto y el estaño, fundamentales para la industria tecnológica.
Este martes, el presidente del Parlamento congoleño, Vital Kamerhe, aseguró que el contenido de dichos acuerdos será examinado por los diputados antes de su firma y que no se permitirá ninguna concesión a la integridad territorial de la RDC ni el saqueo de sus recursos mineros.
EL PAÍS