'Legado': plagios imperiales de provincias
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Más allá del “chico conoce chica”, hay ideas muy buenas para hacer películas. Por ejemplo: unos secuestradores se llevan al hijo de un hombre rico y piden un rescate. Sin embargo, se han equivocado de niño, y han secuestrado al hijo de uno de los criados del millonario. ¿Qué hace el hombre rico, paga el rescate por un niño que no es suyo o deja que lo maten? No puedes hacer una mala película con eso.
Es la trama de
Otra idea extraordinaria: una mujer escolariza a su hija en un nuevo colegio y, cuando va a recogerla un día cualquiera, ha desaparecido. Denuncia el caso a la policía y los agentes no encuentran ni una sola prueba de que esa niña exista. Este argumento es original de
Curiosamente, acaba de publicarse en español
Es la historia de "un magnate de los medios de comunicación" que se enfrenta a sus hijos "por el control de su imperio". ¿En serio?
Así llegamos a Legado, que se anunció hace diez días como la historia de “un magnate de los medios de comunicación” que se enfrenta a sus hijos “por el control de su imperio”. ¿En serio?, piensa cualquier persona decente. He visto tarjetas rojas por abrir la cabeza a un rival que ahora me parecen casi amarilla comparado con este plagio.
Para maquillar tanto descaro, la publicidad de la serie dejaba caer su parentesco con Succession, como dando a entender que está en el aire lo de las familias de clase alta con imperios mediáticos en el momento de ser heredados. Una forma digna de trasladar Succession a la sociedad española hubiera sido volver la vista hacia Inditex o Mercadona, que obviamente tienen una gran serie por hacer, y además plena de materiales autóctonos. Encima, a lo que en Legado llaman “imperio mediático” no es un Grupo Prisa, sino más bien un periódico de provincias de esos que ya nadie lee salvo que su hijo haya ganado una carrera de bicicletas. En Legado esta cabecera se llama Báltico, porque El faro de Vigo ya estaba pillado.
Con todo, quién sabe, a lo mejor la serie tenía un pase.
No, no lo tiene. Es todo demencial.
Primero encontramos a José Coronado, que ha resucitado en Houston porque, como saben si son pobres, todos los ricos van a Houston a curarse el cáncer y vuelven vivos. Coronado da una entrevista a un programa de esos que sólo las emiten cuando mueres (Epílogo se llamó en España; Legado, en la serie; y la única idea interesante de todo el show) y afirma ser “un mal padre”, pues trató atrozmente a sus hijos. Luego vemos que sería peor padre Chanquete que él.
Los hijos son cuatro o cinco, es difícil hacer la cuenta, porque entran y salen con sus respectivas parejas y no acaba uno de sacar el cálculo de toda la prole. Simplemente han decidido diferenciarse de los Roy de Succession poniendo hijos de más. El caso es que han gestionado el periódico y diversos fondos destinados a obra social con trapacerías indignas de su progenitor. Esto se descubre enseguida porque van a sufrir “una inspección de Hacienda”.
Imaginen una serie sobre un supuesto imperio mediático en el que todos se ponen a temblar por una ridícula inspección de Hacienda. Una inspección de Hacienda se la hacen a cualquier autónomo por poner desgravarse el teléfono móvil. Pero en Legado se nos presenta esta inspección como si fueran los juicios de Núremberg.
Para evitar la inspección, echan mano de contactos. Una de las hermanas es política, y luego hay un secretario de Estado, y así creen en la serie que se paran las inspecciones de Hacienda, teniendo hermanas que conocen a secretarios de Estado.
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Poco a poco, asoma Succession en toda la sustancia narrativa: tenemos a una pareja que practica el poliamor (y una frase buena: “Se os ve bien desde que folláis con otros”) y un drama secreto en la empresa. Donde Succession oculta abusos sexuales, aquí “se nos murió un periodista”. Luego, no sé por qué, José Coronado habla con un señor que debe de ser alcalde o algo peor en el centro de un campo de fútbol vacío y abusivamente iluminado.
Lo que no han sabido plagiar en Legado es la clase. Todos estos hermanos ricos visten recorriendo el espectro sartorial al completo, y la sensación que te queda de su ropa es la de que la han comprado en H&M. (Luego vi en los créditos que les viste Adolfo Domínguez). Hay planos con plantas, escenarios oscuros, escenas de aliento hipster, oficinas (las del periódico) como de Telecinco un día que emitían Sálvame… Nada cuaja, como sí cuajaba en Succession la apuesta por la ropa carísima (Loro Piana), el gris omnipresente, las líneas rectas y la sensación de lujo austero. La familia del imperio mediático de Legado no se diferencia en nada de la tuya, así que tan imperiales no serán.
Por si fuera poco, la secuencia de apertura es verdaderamente abominable.
El Confidencial