Batata, papa, patata, potato, pomme de terre / 'El lenguaje en el tiempo', columna de Fernando Ávila

En 1493, Portugal y España se disputaban la conquista y colonización del recién descubierto continente americano. Como árbitro eligieron al papa Alejandro VI, que llevaba apenas un año en el solio pontificio, pero era experto en acuerdos políticos de todo tipo. Alejandro VI, que no era otro que el español Rodrigo Borja, trazó una línea vertical en el mapa que le presentaron y así quedó dividido el Nuevo Mundo en dos partes, una para España, y la otra, para Portugal. Posteriormente se hicieron algunos ajustes, como los del Tratado de Tordesillas, que se firmó un año después. ¿Por qué el papa? Porque oficialmente lo que estaban haciendo los europeos en América era evangelizar, con la indispensable previa alfabetización. Lengua y religión. Los misioneros se pusieron de moda. Recuérdense las misiones jesuitas en Paraguay, y las franciscanas en California, suficientemente ilustradas por la literatura y el cine. Nuestro país fue territorio de misiones franciscanas desde 1509. A lo largo del siglo XVI llegaron también los dominicos, los agustinos y los jesuitas, que establecieron numerosas misiones en los diferentes núcleos urbanos que iban constituyéndose.
ObispoLa palabra “papa”, para entonces, ya llevaba cinco siglos de uso, como identificación del arzobispo de Roma. En tiempos anteriores, a partir del siglo III, se le dio el nombre de papa al obispo, y más atrás incluso a algunos sacerdotes. Papa no es otra cosa que ‘padre’ o ‘papá’, en lengua griega. Fue durante el papado de Gregorio VI, en el siglo XI, cuando se limitó el uso de la palabra “papa” de forma exclusiva para el obispo de Roma, sucesor de san Pedro.
Cuando Colón llegó a tierras taínas, hoy República Dominicana, encontró la batata, que llevó a España a su regreso. En viajes posteriores llegó también a la península ibérica la papa, nombre quechua de otro tubérculo, proveniente del actual Perú, que se confundió con la batata, lo que, según teorías creíbles, dio lugar al nombre “patata”, que en España se asignó por igual a la batata y a la papa. Otra teoría, que verdadera o falsa resulta seductora, dice que a la papa se le dio el nombre de patata por respeto al papa, obispo de Roma, jefe de la evangelización en marcha y acertado divisor del Nuevo Mundo, cuya mayor parte era entonces española. ¡A ver si todos esos méritos no justificaban la prudente decisión léxica!

El papa León XIV. Foto:AFP
En todo caso, según dicen los historiadores, el papa Alejandro VI nunca comió papa, pues el primer sumo pontífice que tuvo uno de estos tubérculos en sus manos fue Paulo III en 1540. Para entonces ya la papa se cultivaba en España, donde se le decía patata; en Francia, donde se la elogió con el pomposo nombre de pomme de terre (‘manzana de tierra’), y en Inglaterra, a donde llegó desde Colombia en 1586, y fue llamada potato, como adaptación de la palabra española “patata”.
El Diccionario de la lengua española registra tres palabras “papa”. La primera, para referirse al romano pontífice, con sinónimos como vicediós y vicecristo, y al papá, con sinónimos como papi y padre. La segunda, para referirse a la planta herbácea y a su tubérculo alimenticio, con sinónimos como patata y criadilla. Y la tercera, para referirse a ‘tontería’, ‘vaciedad’ o ‘paparrucha’.
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