Del indulto de Talavante a la cogida de Marco Pérez en Alicante

Cuando terminaba Marco Pérez la faena al tercero de la tarde, el animal, brusco y sin clase, le prendió por la parte alta del muslo izquierdo y le lanzó a gran altura. Segundos angustiosos de los que el salmantino se levantó y mató a su enemigo. Le concedieron una oreja, pero, tras recibirla, fue llevado a la enfermería porque no le podía sostener la pierna.
Ya se encuentra en el Hospital Vithas Perpetuo Socorro. El parte médico indica que lleva una «'cornada envainada en la parte posterior del muslo izquierdo con posible afectación en el nervio ciático». De la sangre del joven torero a la gloria de Talavante se pasó en apenas veinte minutos: el extremeño, que ya había cortado una oreja al primero de la tarde, indultó a Gavilán, de Núñez del Cuvillo.
Según indica Mundotoro, el toro tuvo mucha calidad, aunque el pañuelo naranja salió por el buen hacer del extremeño, que cuajó una obra cumbre, llena de inspiración e improvisación por ambas manos. Por la extraordinaria faena fue premiado con las dos orejas y rabo simbólicos, y Gavilán volvió a El Grullo.
El tercero en discordia fue, nada más y nada menos, que Juan Ortega. No vio ni la cruz ni la excepcional gloria, pero se entretuvo en cortar dos orejas, con petición de más, y torear al ralentí, como sólo él sabe. En el segundo de la tarde hizo tafalleras y un toreo por bajo de una belleza increíble. Más mérito tuvo lo del quinto, porque cortó otro trofeo tras la emoción del indulto talavantista, en una faena de gran finura, que, además, pinchó antes de dejar una buena estocada.
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