El Centro de Arte Alcobendas inaugura 'Itinerarios de la resistencia: 58 eran 83', de Mariano J. Vilallonga

El escultor y pintor Mariano Jerónimo Vilallonga inaugura mañana su nueva exposición 'Itinerarios de la resistencia: 58 eran 83', un proyecto artístico que transforma un recorrido físico y simbólico en una cartografía sensible, poética y escultórica. Esta muestra podrá ser visitada por el público en el Centro de Arte Alcobendas hasta el 7 de septiembre de 2025, ofreciendo durante casi dos meses una experiencia inmersiva y reflexiva en torno al desplazamiento, el paisaje y la memoria.
Concebida como un gesto tanto poético como físico, esta propuesta nace del intento personal del artista de trazar y recorrer una línea recta, imaginaria pero intencionada, entre dos refugios: uno situado en la ciudad y otro enclavado en la montaña. La idea era no desviarse, mantener la línea pura, directa. Ese trayecto ideal, representado con el número 58, fue pronto desafiado por las irregularidades del territorio real, que lo transformaron en un camino distinto, más largo y más complejo: el número 83. Este nuevo recorrido fue moldeado por obstáculos inesperados, decisiones inevitables, desvíos obligados y por la memoria del propio terreno, lo que lo convirtió en un acto de resistencia frente a la linealidad y la planificación. «Esta exposición es fruto de mi anterior trabajo, que estaba muy relacionado con todo lo que tenía que ver con la naturaleza y lo artificial», explica el artista a ABC.
El artista reconoce que el aprendizaje que saca de este proyecto es el propio camino el que lo ha marcado. «Al final, esta es una exposición que surge de un camino, no es una exposición que surja de tu cabeza. El propio camino te va dictando cómo tiene que ser todo, y al dictártelo, te mete en nuevos materiales y en nuevas formas de crear cosas que nunca había trabajado». A lo largo del proyecto ha aprendido a trabajar el aluminio, el hormigón, la madera… todos estos materiales. La piedra, por ejemplo, nunca la había utilizado, y ha sido un aprendizaje sobre todo de ,material y de trabajo físico. También ha habido un aprendizaje mental, aunque en menor grado: «Aprendes a ver el mundo de una manera diferente. A ver lo pequeño que es el mundo, porque empiezas a calcular las distancias de otra forma. Aprendes a medir a través del cuerpo humano, que es algo que creo que nadie aprende con libros ni con información».

En la sala expositiva, toda esta experiencia vital toma forma concreta a través de un «bosque» de columnas-tótem, estructuras verticales que condensan materiales recolectados por el artista durante ese viaje. Cada columna es una especie de contenedor de huellas, residuos, fragmentos del camino. Estas piezas están acompañadas por cuatro esculturas monumentales realizadas también por Vilallonga, que representan distintos estados del cuerpo y del ánimo en el trayecto: andar, caer, vigilar y descansar. Además, un extenso mural cartográfico narra, por medio de silencios, vacíos, fragmentos y líneas interrumpidas, tanto lo que fue transitado como lo que pudo haber sido.
La exposición es también una reflexión profunda sobre la reconciliación entre la naturaleza y la ciudad, entre el barro y el cemento, entre lo salvaje y lo construido. Y, sobre todo, es una meditación sobre el caminar como forma de pensamiento, de resistencia silenciosa y de conexión con el entorno.
ABC.es