El Estanquillo muestra la grandeza de las miniaturas del artesano Roberto Ruiz

El Estanquillo muestra la grandeza de las miniaturas del artesano Roberto Ruiz
Merry MacMasters
Periódico La JornadaJueves 17 de julio de 2025, p. 5
El escritor y periodista Carlos Monsiváis (1938-2010) fue un coleccionista apasionado de las esculturas en miniatura del artesano oaxaqueño Roberto Ruiz (1928-2008). A lo largo de los años adquirió centenares de estos objetos tallados y esculpidos en hueso, con una diversidad de temáticas, que van desde esqueletos, catrinas, arcángeles y diablos hasta estampas religiosas, héroes nacionales y escenas de la vida cotidiana inspiradas en la tierra natal de su autor.
Incluso escribió un libro sobre quien en 1988 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones. Para Monsiváis, la obsesión
de Ruiz por las calaveras “proviene orgánicamente de su búsqueda de formas esenciales, de presentaciones rigurosas de lo popular y de lo tradicional. Al desplegar su sensibilidad en los conjuntos abigarrados (donde la forzada promiscuidad de la figuras engendra acoplamientos insospechados, líneas de la sensualidad que brinda el nacimiento), usa también los motivos más ortodoxos, los paisajes del costumbrismo, el amor amoroso de las parejas pares
. Si los temas varían, la constante es la actitud del maestro Ruiz que se involucra a fondo en cada pieza y no cede en intensidad y poder imaginativo”.
Al parecer, el único maestro que Ruiz reconoció fue a José Guadalupe Posada.
En 2008, el Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis le dedicó una exposición. Ahora, el recinto retoma el tema al presentar Roberto Ruiz: Gigante de la miniatura, de más de 600 piezas, todas coleccionadas por el escritor. El Estanquillo cuenta con la mayor colección de esculturas en miniatura de quien desarrolló el cuerpo de su obra en Ciudad Nezahualcóyotl. Las obras abarcan de 1960 a 1990.
Nacido el 2 de marzo de 1928 en Miahuatlán, Ruiz estudió hasta el segundo año de primaria. Cuando tenía 6 años comenzó a jugar con la arcilla, que recogía del piso de un taller de alfarería situadp frente de su casa, para moldear figurillas. A sus 9 años volteó hacia la madera. Cuando lo mandaban a pastorear, se entretenía haciendo figuras de madera de lo que veía en el campo, utilizando herramientas con filo, un machete o un cuchillo.
Los apremios familiares lo obligaron a trabajar y en el amasijo de una panadería descubrió su futuro quehacer al convertir la masa del pan en figuras de bulto. En la escuela, en vez de hacer lo que proponía su maestra, llenaba el cuaderno con dibujos. Nunca dejó de hacer su figurillas, incipientes miniaturas de danzantes, tehuanas y nacimientos navideños.

▲ La Catrina, escultura en hueso de Roberto Ruiz.Foto Imagen tomada del Facebook del Museo del Estanquillo
Hacia 1943, el adolescente viajó a la ciudad de Oaxaca para vender sus creaciones. En algún momento se dio cuenta de que su sensibilidad, habilidad manual y las herramientas con las que contaba no eran suficientes para hacer trabajos más elaborados. Entonces, acarició la idea de acudir a una escuela para aprender mejor lo que hacía de manera rústica, pero esa escuela no existía.
Ante sus escasas perspectivas de vida, Ruiz se trasladó a la Ciudad de México en busca de su escuela imaginada. Se estableció en la colonia Las Palmas de Ciudad Nezahualcóyotl, se casó y poco a poco desarrolló y exploró su propia imaginación. Con dominio pleno del uso de las herramientas e instrumentos comunes en los talleres odontológicos, comenzó a hacer nuevas miniaturas más acordes con sus inquietudes. Se alejó de los estereotipos, de lo típico
que tanto demandaban las tiendas artesanales y se decantó por figuras de la muerte que desde siempre habían rondado su imaginación.
Hacia 1957 los nuevos temas y motivos atrajeron la atención del propietario de la casa de artesanías Víctor y la de algunos particulares, entre los que se encontraban los directivos del Museo de Artes e Industrias Populares, quienes le propusieron una exposición de sus miniaturas. A finales de los años 60 los directivos del museo lo alentaron a crear miniaturas con temas específicos, fue así como sus ingresos mejoraron y pudo dejar la elaboración de moldes para plástico que hacía para mantener a su familia.
Camafeo de la reina Isabel II
De sus obras talladas, 17 formaron parte de una exposición en el Museo Británico en 1981. Tal fue su éxito que la reina Isabel II posó para que Ruiz le hiciera un camafeo en marfil de su imagen. La pieza fue guardada junto a las joyas de la corona y las 17 piezas fueron trasladadas al Palacio de Buckingham, donde se exhibieron durante 28 años.
Las esculturas de Ruiz destacan no sólo por la precisión de su talla, sino por las historias que encierra cada una de ellas.
Roberto Ruiz: Gigante de la miniatura se inaugurará el sábado a las 12 horas en el Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis (Isabel la Católica 26, Centro Histórico, Ciudad de México).
Revelan en Oaxaca el poder simbólico, político y religioso de las sillas
Daniel López Aguilar
Periódico La JornadaJueves 17 de julio de 2025, p. 5
Entre los objetos que forman parte de la vida cotidiana, pocos guardan tanta memoria como una silla. Son testigos mudos que sostienen el peso del tiempo, las conversaciones y los silencios.
Esa carga simbólica es el eje de SillArte, exposición de 13 piezas intervenidas por el dúo creativo formado por Max Sanz y su esposa, Guadalupe Pérez Morales. La muestra se aloja en el Hotel Casa Cantera, en el Centro de Oaxaca.
Tienen un poder simbólico, político y religioso que las ha acompañado desde siempre
, explicó Sanz en entrevista con La Jornada.
La elección de la silla también tiene un matiz práctico. Adquirir una es muy sencillo. Queríamos que siguiera siendo funcional y, al mismo tiempo, decorativa.
Cada obra combina técnicas que subrayan su singularidad: hoja de oro, vidrio líquido, tapiz de PVC, bronce líquido, matizadores, betún de judea y craquelador. No se trata sólo de embellecerlas, sino de realzar la historia de quienes las diseñaron, usaron y conservaron.
El proyecto nació casi por azar tras varias charlas con un taller que rescata piezas antiguas traídas de Estados Unidos. Un día les contamos que habíamos intervenido un objeto familiar y de ahí surgió la idea de mostrar las piezas
, recordó el artista oaxaqueño.
La complicidad entre Sanz (Natividad, Oaxaca, 1992) y Pérez Morales es otro pilar del proyecto. Dos cabezas suman más que una. Compartimos la pasión por la decoración, que estudiamos juntos
, comentó él.
“Dentro del dúo, me encargo más de la parte técnica y plástica, mientras Guadalupe aporta una mirada más sensible que da carácter a cada obra. Nos entendemos porque hablamos el mismo lenguaje creativo, aunque cada quien tiene su estilo.

▲ Pieza intervenida por Max Sanz y Guadalupe Pérez Morales e incluida en la muestra SillArte.Foto cortesía de Sanz
Más que borrar las huellas del pasado, buscamos mantenerlas vivas. Queríamos recuperar el momento en que fueron creadas, los diseños pensados para la moda y comodidad de esa época
, puntualizó.
El montaje invita a despertar recuerdos: una sala familiar, la casa de los abuelos, una escena de película.
Estos muebles siempre estuvieron ligados a quienes valoraron el detalle y la calidad. Más que repetir lo barroco o el tapiz clásico, los transformamos con colores y texturas contemporáneas
, añadió el artista.
Restaurar y transformar muebles antiguos ayudó a reducir la tala de árboles y evitó que terminaran como basura que tarda siglos en degradarse, explicó. Además, fue una decisión sensata desde lo económico: es mejor invertir en algo duradero que en algo desechable
.
Para Sanz, el entorno oaxaqueño dio sentido y matices a la propuesta. “Aquí el arte se respira en los telares, el barro, los alebrijes... Retomamos esa identidad para aplicarla a piezas que continúan formando parte de la vida diaria.
Queremos que el público recuerde que detrás de cada creación hubo alguien que la pensó, eligió materiales y formas, y que hoy sigue teniendo algo que decir. Las sillas sostienen más que cuerpos: guardan recuerdos, miradas y hasta lo que no se dice
, concluyó.
Con entrada gratuita, SillArte puede visitarse en el Hotel Casa Cantera (Privada de Reforma 103, colonia Centro, Oaxaca).
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