El foco no suena bien

Las instituciones lingüísticas, los centros de terminología y los departamentos de corrección se dan hartones de formular propuestas para detener la penetración de extranjerismos en nuestra lengua. Cada vez que aparece un nuevo invento o un nuevo uso, llega acompañado inevitablemente de su nombre en inglés. Por ello cuando hoy hablamos de un extranjerismo y de un neologismo, la suma de los dos conceptos suele ser un anglicismo.
¿En qué consiste este trabajo para detener la proliferación de streamings, influencers y outfits a diestro y siniestro? Pues en buscar equivalentes en la lengua propia, a veces calcando del inglés, es decir, traduciendo directamente la palabra, y otras veces buscando entre las propias palabras para encontrar equivalentes genuinos.
Sumando un extranjerismo y un neologismo, el resultado suele ser un anglicismoHoy, el correo convive con el email o directamente el mail (que no significa otra cosa que correo ), y lo que hacemos en línea con lo que hacemos online. Pero en muchos casos no se consigue ni este primer paso, porque cada vez es más difícil detener el anglicismo. Y eso sucede por dos razones. La primera, porque llegan muchos y se convierten en un alud imparable. La segunda, porque encuentran a un montón de hablantes dispuestos a utilizarlos sin ningún tipo de cortapisa, al contrario: están encantados de hacerse los modernillos diciendo esas palabras. Así pues, el anglicismo encuentra un terreno abonado para arraigar y crecer lozanamente.
Esta semana, en una parada de autobús de Barcelona, en un anuncio de una bebida isotónica bien popular se puede leer: “Segueix amb l’estríming fins que el wifi et demani un break”. Son tres anglicismos tratados de modo distinto. Para el primero, la propuesta del Termcat es la de escribir estríming o bien usar emisión en continuo, que tiene todas las de perder y por eso se ha optado por la adaptación ortográfica. Del segundo no hay nada que decir: wifi ha devenido una palabra internacional y ya no hay marcha atrás. Y el tercero, break, no hace falta para nada, teniendo parada, descanso o paréntesis. Pero es comprensible que, después de haber escrito estríming y wifi, los publicistas no se hayan podido privar de usar break.
A veces, sin embargo, como en una invasión sutil caldersiana, el anglicismo adopta el aspecto local y nos hace creer que es muy nuestro. Es el caso de la expresión “eso me suena bien”, un calco de “that sounds good to me”, en lugar de lo que siempre habíamos dicho: “me apetece”, “me gusta” o “me viene bien”. Y la nueva moda de “poner el foco” en algo, en lugar de “concentrarse”. “Focus, focus!”, dicen en inglés, allí donde nosotros decimos “¡ Concéntrate, concéntrate!”. Pues eso: concentrémonos, y dejemos los focos para los escenarios.
lavanguardia