Elena Poniatowska: Lissette Rolón

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uy parlanchina, muy encantadora y caribeña, la doctora en letras y maestra Lissette Rolón, escritora puertorriqueña, me visita cada vez que viene a México desde su amado país. Escucharla es una alegría. Siempre viene acompañada por alguna seguidora de su obra y lo primero que hace es atravesar el Zócalo, que considera el centro de nuestra nación. Risueña y muy comunicativa, recordamos juntas su patria y a amigos en común, sobre todo a la gran novelista Rosario Ferré que dejó en nuestras letras una huella imborrable.
–Lissette, recuerdo sonriente a Puerto Rico, porque Rosario Ferré (que para nuestra desgracia murió muy joven) me recibió en su casa. Después, volví a encontrarla en la universidad en Washington porque Rosario estudió en Estados Unidos. Su padre, gobernador de Puerto Rico, la enviaba a Wellesley y a Manhattan. En las universidades estadunidenses siempre destacó, aunque muchos norteamericanos cometen el error de considerar que Puerto Rico es un estado más de Estados Unidos.
–El padre de Rosario fue un gobernador estadista, Luis Ferré, él quería la estabilidad para Puerto Rico por medio de la libertad, pero sobre todo la buena vecindad con Estados Unidos. Fue el primer gobernador que ganó queriendo que Puerto Rico se convirtiera formalmente en un estado de Estados Unidos. Así que imagino que para Rosario la política de su padre fue un gran reto, debido a que no compartía esa aspiración. Ella luchó siempre por un Puerto Rico libre y por eso confrontó a toda su familia. Fue una puertorriqueña destacada, muy inteligente, muy creativa y luchadora y, en cierto modo, heroica porque no es fácil enfrentarse a la autoridad paterna y escoger –como lo hizo– el partido contrario a su familia.
–Pero ¿Puerto Rico ya estaba amarrado a Estados Unidos?
–Obviamente, Elena. Rosario estudió en universidades estadunidenses. Sabía mucho de literatura inglesa, quería especializarse en esa rama. Se encontraba en un impasse porque adoraba a su papá, quien fue un político destacado y creía que el apoyo de Estados Unidos era fundamental. Rosario, además de su propio talento, fue la alumna más destacada de la Universidad de Brown; la admitieron en Yale, en Harvard, en cualquiera de las llamadas “ Five Sisters”, las universidades más exigentes de Estados Unidos, porque su cultura estaba muy por encima de la normalidad.
–Sí, Lisette y el escritor mexicano Jorge Aguilar Mora (quien polemizó con Octavio Paz) se dio el lujo de casarse con ella, pero a la larga su matrimonio dejó de funcionar. A ella la conocí en un congreso en Puerto Rico de literatura escrita por mujeres en español y, más tarde, la traté en su estancia en París con su hijo Benny. Para mí, Rosario fue una de las grandes escritoras, pero no vivió lo suficiente y me dolió mucho su muerte porque su talento era una fuente de inspiración y de conocimiento del Caribe.
–¿Recuerdas a Vanessa Vilches, Elena? Nos habló de la suerte de la escritora latinoamericana en Estados Unidos…
–Recuerdo también a Mayra Santos Febre, que se consideraba mucho más latinoamericana que gringa, tanto por su color como por su manera de ser jacarandosa y abierta. Rosario Ferré tenía una prima, Olga Nolla, con quien hizo una revista: Zona de Carga y Descarga. Buenísima. El escritor Edgardo Rodríguez también estuvo en México como otros intelectuales puertorriqueños.
–Luis Rafael Sánchez ha sido uno de los puertorriqueños más reconocidos fuera de la isla y, por supuesto, en Puerto Rico tiene un lugar preponderante, aunque vivió en Nueva York durante años.
–Sí, lo conocí en México también, traté al alto José Luis González, casado con una mexicana y autor de un cuento maravilloso sobre una noche sin luz en Nueva York y cómo el baile salva a quienes habitan los rascacielos.
–Sí, José Luis trabajó en el Fondo de Cultura Económica. Muchos puertorriqueños pasaron por México y se quedaron un tiempo bastante largo porque México enamora. Te traje el libro escrito por un pintor puertorriqueño que estudió aquí en la UNAM, Rafael Trelles. Cada texto suyo está acompañado por una imagen que refleja su talento. Él es uno de esos escritores importantes que han pasado por México e hicieron su obra en tu patria, Elena. En cuanto a mí, me jubilé de la Universidad de Puerto Rico donde fui profesora de literatura comparada. ¿Te acuerdas cuando fuiste a Mayagüez y viniste a mi clase y en la noche diste una conferencia en la tarde?
–Sí, recuerdo que ahí vi a Rosario Ferré de nuevo, pero ya enferma, cosa que me dolió. Desde siempre, Rosario fue talentosa, generosa y frágil. En los diversos congresos a los que nos invitaban, Rosario aparecía en las sesiones de literatura casi hasta la hora de comer porque le costaba mucho levantarse tras una noche de mal sueño. Yo la espantaba al reclamarle: ¿Por qué no fuiste a las sesiones de las 10, las 11, las 12?
Ay, Elenita, no sabes lo que me cuesta levantarme, es un triunfo, ponerme de pie, es un suplicio que no logro vencer
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–Desde sus primeros años, Rosario Ferré adquirió una enfermedad degenerativa que le impedía escribir y hasta hablar. Te puedo decir que mientras fui profesora de literatura todos estábamos más o menos enterados de su situación física. Ya me jubilé, así que ahora voy a hacer cosas que no pude hacer cuando era profesora; quiero dedicarme al libro que no escribí por falta de tiempo y Rosario Ferré está en mi pensamiento. Estoy haciendo un epistolario a mi madre, a mi perro, también hay una carta para ti; también a familiares que han muerto o han estado en la cárcel por su lucha por liberar a Puerto Rico. Son cartas de tipo histórico que tienen mucho de ensayo filosófico. Es el proyecto que tengo entre manos después de tantos años de enseñar literatura comparada en español y calificar a estudiantes.
–Lissette, suele creerse que todos los puertorriqueños están irremediablemente atados al idioma inglés.
–Eso es un invento. En Puerto Rico, 90 por ciento de la gente habla español. Sólo 10 por ciento habla inglés. Puerto Rico es un territorio, pero no es un estado estadunidense. La mayor parte de la literatura puertorriqueña del siglo XIX hasta hoy se escribe en español. Nuestros escritores, que van desde Miguel de Manuel Alonso, en el siglo XIX, José de Diego, Luis Llorén Torres, Enrique Laguerre, Emilio Laval, José Luis González, Luis Rafael Sánchez, René Márquez, quien también escribió drama; Luis Rafael Sánchez, quien vivió en México y en Nueva York, Edgardo Rodríguez Julia, Ana Lidia Vega, ingeniosísima, prima de Rosario Ferre; Carmen Lugo Filippi, Olga Noya, Mayra Montero y, claro, Rosario Ferré, conformaron el grupo de escritoras de los años 70 y fueron invitadas a Estados Unidos pero consideramos desde el siglo XIX hasta el XX que nuestros autores escribieron como latinos. En los años 70 y 80 comenzó a darse una literatura escrita en Nueva York de puertorriqueños, tipo la película West Side Story. Esa literatura ha ido creciendo en número, pero no va más allá de 15 por ciento de lo que consideramos literatura puertorriqueña. La inmensa mayoría de la prosa y la poesía puertorriqueña escrita en Estados Unidos está en español y sólo un grupo pequeño lo hace en inglés, en comparación con la cantidad de autores del archipiélago. Con el paso del tiempo, hay palabras del inglés que adaptamos al puertorriqueño, es algo inevitable. Desde 1898, Puerto Rico es un territorio de Estados Unidos, así que la influencia del inglés en el habla es enorme. Por ejemplo, decimos parking y no estacionamiento, sándwich y no emparedado, hot dog y no perro caliente. Y ustedes los mexicanos también hacen lo mismo. Recuerda, Elena, que en Estados Unidos viven 4 millones, o más, de puertorriqueños.
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