En el futuro, toda la música estará hecha con IA y nos dará igual: el esperpento de The Velvet Sundown

La palabra 'tecnología' alude al «conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico». De modo que la música siempre, desde el albor de los tiempos, se ha hecho con tecnología. La introducción de la señal eléctrica en la ecuación intensificó su papel en la creación, y la llegada de los ordenadores la amplificó exponencialmente, reduciendo poco a poco el factor humano hasta que hemos llegado a un capítulo de esta historia, el de la inteligencia artificial, que nos hace prescindibles.
Los más optimistas aseguran que las canciones generadas exclusivamente por IA nunca llegarán a ser tan «buenas» como las que hacen las personas, porque siempre se les notará la carencia del pulso emocional. Aunque quizá no tanto en la música electrónica, están convencidos de que en géneros como el rock, una usurpación nunca estará al nivel de la creación humana. Pero esta presunción acaba de volar por los aires.
El pasado 5 de junio apareció en las plataformas musicales un disco titulado 'Floating and Echoes' de un grupo llamado The Velvet Sundown. Dos semanas después llegó un segundo álbum, 'Dust and Silence', y antes de que acabara el mes, la banda ya rozaba el millón de oyentes en Spotify. A la gente le encantaba. Había nacido una estrella.
Entonces empezaron las sospechas, pero no precisamente musicales: la biografía del grupo y las fotos de sus miembros no parecían muy creíbles, de modo que varios medios empezaron a investigar el asunto, y las redes sociales se llenaron de comentarios a favor y en contra de la existencia física de la banda. «Dicen que no somos reales. Tal vez tú tampoco», replicaron Velvet Sundown en su página de Facebook.
La controversia adquirió tintes de culebrón cultural del año cuando la revista Rolling Stone publicó una entrevista con un tal Andrew Frelon que decía ser el 'manager' del grupo, y que reconocía que las canciones se habían hecho con un programa de IA. En cuestión de horas, Velvet Sundown publicó un comunicado negando toda relación con el tipo: «Alguien está intentando usurpar nuestra identidad publicando entrevistas no autorizadas, fotos no relacionadas y creando perfiles falsos que dicen representarnos. Ninguno de estos perfiles es legítimo ni real ni tiene ninguna conexión con nosotros. No tenemos ninguna afiliación con esta persona ni ninguna prueba que confirme su identidad o existencia. Hay un intento en marcha de tergiversar nuestro trabajo y apropiarse de algo que no ha creado». El tal Frelon reapareció entonces para confesar que había «engañado» a la revista.
Eso bastó para que cientos de sus fans se echaran a las redes sociales para reivindicar la veracidad del fenómeno rock de la temporada, pero el entusiasmo duró poco. La plataforma de streaming Deezer advirtió de que «algunas canciones» de Velvet Sundown podrían «haber sido creadas usando inteligencia artificial», y un estudio del Institut de Recherche et Coordination Acoustique/Musique confirmó que al menos diez de las trece composiciones del disco 'Dust and Silence' están hechas con IA.
Viendo que la broma ya no daba más de sí, el individuo o individuos detrás de todo esto publicó un último mensaje en las redes de la banda: «The Velvet Sundown es un proyecto de música sintética guiado por la dirección creativa humana, y compuesto, cantado y visualizado con el apoyo de la inteligencia artificial. Esto no es un truco: es un espejo. Una provocación artística continua diseñada para desafiar los límites de la autoría, la identidad y el futuro de la propia música en la era de la IA».
El 14 de julio se publicará un tercer disco de The Velvet Sundown, 'Paper Sun Rebellion', y será interesante ver cuántas reproducciones consigue. Si el suflé baja de sopetón, será que sus oyentes ya no quieren saber nada si no hay personas detrás. Si no, significará que cada vez hay más clientes del streaming a los que les da exactamente igual la procedencia de la música. Además, si les gustaba lo que oían, ¿por qué iba a dejar de hacerlo?
Esa es la gran preocupación de expertos en el tema como Gina Neff, profesora del Minderoo Centre for Technology and Democracy en la Universidad de Cambridge, quien ha explicado en la BBC que este caso es un síntoma de los cambios que están por venir: «Puede que no importe si esta banda es o no de IA, pero sí importa que cada vez nos cuesta más distinguir qué es real».
En España, donde hace unos meses vivimos un caso parecido con Las Nenas, otra banda creada con IA que llevó semanas identificar como falsa, ya ha nacido un sello discográfico dedicado exclusivamente a artistas generados con esta tecnología. Y el caso es que en lo referente a estilos como el techno, el reguetón, el trap o todo lo que sea mayormente música computerizada, hay un campo abierto de posibilidades ilimitadas. Porque mientras estas creaciones sean capaces de emular los hits de moda, es altamente probable que las nuevas generaciones de oyentes las den por buenas y se acostumbren cada vez más y más a no darle importancia a su procedencia.
Ya se ha rendido incluso quien hasta hace poco era el azote de la IA, el cantante de ABBA Björn Ulvaeus. Como presidente de CISAC, organismo internacional que aglutina a compositores de todo el mundo, el año pasado advirtió de los «enormes peligros» que todo esto suponía. Pero hace unas semanas, dijo esto en una entrevista: «Me he dado cuenta de que es una herramienta maravillosa. Es realmente una extensión de tu mente. Tienes acceso a cosas que antes no se te ocurrían». Y añadía esto otro: «Una idea errónea es que la IA puede escribir una canción entera. Eso se le da fatal, muy mal. ¡Gracias a Dios!». Una afirmación que el caso Velvet Sundown ha rebatido tajantemente, dado que sus canciones han gustado mucho a un millón de personas.
El treinta por ciento de los temas más escuchados en Spotify están hechos con IA, ¿cuánto tardaremos en presenciar el sorpasso? Un experto en este área como Frankie Pizá, crítico y divulgador cultural con dos décadas de experiencia, se muestra convencido de que esto irá a más: «Si aceptamos obras sintéticas sin contexto ni autoría, también empezamos a aceptar la manipulación de la historia sonora. La industria musical irá convirtiéndose en una máquina de música infinita sin valor y customizada para cada usuario en concreto».
ABC.es