José Luis de Vicente: “Barcelona se merece más que un Museu del Disseny municipal”

Dos años y medio después de su llegada, José Luis de Vicente (Granada, 1973) deja la dirección del Museu del Disseny para, desde la libertad más absoluta, desarrollar ideas y proyectos personal a través de FAST –plataforma creada junto a la arquitecta e investigadora Eva Franch con la que estos días participa en la Bienal de Arquitectura de Venecia– y en junio viajará a Nueva York para impartir clases en la Universidad de Columbia.
Limitaciones ¿Quiere decir eso que me vaya enfadado, que me vaya frustrado? No, en absoluto”En un ámbito en el que los directores tienden a encadenar mandatos, resulta una anomalía que alguien se marche por voluntad propia. ¿Se va porque no puede trabajar, está desencantado o ha encontrado algo mejor?
A lo largo de mi trayectoria he estado vinculado a estructuras y contextos muy diferentes, desde grandes festivales a pequeñas iniciativas independientes. He trabajado en instituciones culturales de Barcelona y en el extranjero, tratando siempre de ver qué es lo que yo podía aportar a esos espacios y lo que esos espacios me permitían a mí para investigar cosas que me interesaban. En estos dos últimos años he podido desarrollar una programación de la que estoy supercontento. Pero en paralelo han aparecido otras oportunidades, otras posibilidades. Y cuando surgen, tú tienes que elegir.
Y elige marcharse.
Creo, y espero que no suene egoísta, que ahora tengo la posibilidad de explorar determinadas ideas, proyectos y maneras de hacer que no sería posible llevar a cabo dentro de la estructura complejísima que es el DHUB. ¿Quiere decir eso que me vaya enfadado, que me vaya frustrado? No, en absoluto.
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¿Qué le impedía llevarlas a cabo?
El DHUB se compone del Museu del Disseny, que es un museo municipal, insertado en un espacio mucho más grande que es el Disseny Hub, que tiene su propio programa y su propia realidad, y está adscrito a la dirección de Industrias Creativas. Es decir, mi ámbito de trabajo no era única y exclusivamente el de las colecciones, las actividades vinculadas a ellas o la conservación del patrimonio. Cuando se me escogió para dirigir el museo pese a no tener precisamente el perfil de un director de museo patrimonial, estaba claro que había una voluntad de que esas dos dimensiones se encontraran, que los proyectos hablasen de alguna manera la misma frecuencia. Pero yo no soy el director del Disseny Hub. Hay una directora [Mireia Escobar], y yo contribuyo a la programación con proyectos que van alineados, aunque ni era el único que podía determinarla ni podía definir unas prioridades que no fueran las que determina el Icub, la dirección de Industrias Creativas, etc. Esto al final me dejaba un terreno de juego limitado, un margen pequeño. Podría haber dicho vale, me quedo, y hago lo que pueda hacer. Pero creo que tengo más posibilidades de aportar, de levantar iniciativas, de llegar más lejos, estando activo en mil sitios, como he hecho siempre, que no encerrado en este contexto.
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¿Y eso no lo sabía antes de aceptar el cargo?
Hay una cosa que no quiero que suene a crítica, porque no lo es, pero sí es una realidad .Yo entré en un mandato municipal [con Ada Colau en la alcaldía] y a los seis meses hubo un cambio en el Gobierno con la llegada de Collboni. La nueva configuración no tenía por qué asumir todo lo que estaba sobre la mesa. Por ejemplo, la transición del centro como museo municipal hacia otra fórmula jurídica, porque por sus posibilidades, por la escala de su sede, por la importancia del diseño como comunidad en Barcelona, etcétera, requeriría una institución potencialmente más fuerte. La fórmula de un consorcio o de una fundación fortalecería sus cimientos y permitiría tener muchas más herramientas. Trabajar para un museo municipal es trabajar para la estructura a la que está adscrito, en este caso el Icub. Y el Icub tiene la potestad de decidir que cualquier proyecto estratégico se adscriba a ese espacio. Eso es así. Creo que Barcelona se merece más que un museo municipal, jurídicamente hablando. Un museo municipal es algo muy digno, importante y con una misión. Pero una institución que opere en igualdad o similares condiciones que instituciones análogas internacionales es un sueño.

José Luis de Vicente
Miquel Gonzalez/ShootingCon usted se va también una posibilidad de cambio que había sido ilusionante para Barcelona.
Espero que las semillas que hemos plantado sigan creciendo, porque el centro es muy distinto a cuando llegué hace dos años. Lo es físicamente, el centro se ha expandido con nuevas instalaciones y también en cifras de visitantes. El mes de noviembre de 2024 fue el mes con más visitantes de la historia del DHUB, y las exposiciones L’Oceà Parla y Vinçon/Ikea. 100 objetos de Ikea que nos hubiera gustado tener en Vinçon han sido las exposiciones de producción propia más visitadas de la historia del centro. Yo creo está ya en una dirección determinada.
Oportunidades Tengo más posibilidad de aportar, de levantar iniciativas, de llegar más lejos, estando fuera”Estos días participa en la exposición general de la Bienal de Venecia con The Storm: architectures of vernacular geoengineering, junto a Eva Franch. ¿Podría haberlo hecho de seguir siendo director del Museu del Disseny? ¿Es compatible?
Es una película sobre las coheteras del Delta de l’Ebre y a efectos de compatibilidad no es muy distinto a firmar una obra de creación como hubiera sido escribir un libro o haber hecho una contribución en prensa. Es el clásico proyecto hecho en el tiempo libre, no habría habido problema. Otra cosa que hago en Venecia es comisariar junto a Francesca Bria el Simposium Archipelago Futures organizado por New European Bauhaus, con la que colaboro desde hace tiempo.
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Estoy absolutamente convencido y contento del proyecto, que ha tenido una acogida excepcional. Lo peor que le puede pasar a un proyecto es pasar desapercibido. Estamos tratando como una especie de gran escándalo-drama algo absolutamente natural y normal, que es que el espacio de la cultura es un espacio de fricción de distintos posicionamientos y que no es un problema sino la misma razón de ser del espacio. Dicho esto, la comunidad del diseño la ha acogido con absoluta unanimidad y solo hay que ver lo que pasó el día de la inauguración, una celebración inmensa como no ha habido otra en estos dos años. Estoy superorgulloso.
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