Jubilada tomaba morfina a diario para el dolor de espalda y tras cirugía no podía caminar: ahora hace senderismo

Esta es su experiencia. Foto: Redes sociales.
Durante más de seis años, la jubilada Dilma Baptista dos Santos, de 65 años y residente en São Paulo, Brasil, dependió de la morfina para sobrellevar un dolor intenso provocado por una escoliosis severa.
Esta condición, que distorsionaba su columna vertebral, fue diagnosticada cuando tenía 20 años, aunque en ese momento la curvatura era leve y no interfería en su vida cotidiana. Sin embargo, con el paso de los años, la deformidad avanzó hasta alcanzar los 50 grados cuando Santos tenía 48 años.
En un intento por evitar la cirugía, Santos se mantuvo activa practicando pilates, aquagym y fisioterapia. También consultó a numerosos especialistas en busca de alternativas. El tratamiento con opioides logró reducir el nivel del dolor de 8 a 4. A pesar de ello, en 2016 la cirugía se volvió inevitable.
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El 11 de julio de 2016, Santos ingresó al quirófano para una compleja operación de 14 horas. Durante el procedimiento, al intentar corregir la cifosis, el neurocirujano provocó una descarga en la región conocida como cola de caballo —compuesta por raíces nerviosas en la base de la médula espinal— lo que ocasionó la pérdida de movimiento en las piernas.
“El médico me dijo que corría el riesgo de quedarme en silla de ruedas con la cirugía. Pero sin ella, me habría ido de todas formas”, recuerda Santos. Tras la intervención, regresó a casa en silla de ruedas y requirió ayuda incluso para tareas básicas como ir al baño.
La radiografía muestra cómo lucía la columna después de la cirugía Foto:Cortesía O GLOBO
Un mes después de la cirugía, comenzó un proceso de rehabilitación que incluyó 85 días de hospitalización en el AACD de São Paulo y hasta 18 sesiones de fisioterapia por semana.
Los ejercicios empezaron a mostrar resultados: “Empecé a apoyarme en las paredes de la habitación y a dar mis primeros pasos sola, a escondidas de las enfermeras. Cuando se dieron cuenta, ya caminaba”, relata. Inicialmente recibió el alta con un bastón, pero seis meses después ya no lo necesitaba.
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Pese a las secuelas, como el hormigueo constante en los pies y la pérdida de sensibilidad en la rodilla izquierda que le provoca inestabilidad, Santos no se detuvo. En 2018, descubrió las carreras de atletismo y ya ha participado en 15. “Voy a pie porque me da miedo correr y tropezar. Pero compré una rodillera y voy a intentarlo. Tengo muchas ganas de correr”, comenta.
Santos en uno de los senderos que realizó. Foto:Redes sociales.
Además, practica pesas, pilates y recientemente comenzó clases de circo, donde trepa telas y realiza ejercicios aéreos. Durante un viaje a Finlandia descubrió su pasión por el senderismo y desde entonces ha completado tres recorridos.
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Luego de toda esta experiencia, Santos optó por jubilarse. Ha realizado varios cursos por afición, creó un proyecto social para distribuir artículos de invierno a personas sin hogar y retomó su labor como voluntaria en el GRAACC.
Entre sus próximos objetivos están el ala delta y el paracaidismo. “Creo en la ley de la atracción, pero no tiene sentido sentarse en el sofá a esperar. Tú eres quien tiene que hacerlo realidad”, afirma.
La escoliosis es una deformidad que provoca que la columna vertebral presente una curvatura en forma de “S” o “C” cuando se observa de frente o de espaldas. Según el ortopedista Alexandre Fogaça, del Hospital Ortopédico AACD, la escoliosis idiopática es la más común y suele aparecer en la adolescencia, representando alrededor del 80 % de los casos y siendo más frecuente en niñas.
Otros tipos son la escoliosis congénita, causada por malformaciones al nacer; la neuromuscular, asociada a condiciones como la parálisis cerebral o la distrofia muscular; y la degenerativa, que afecta a personas mayores por el desgaste natural de la columna, artrosis u osteoporosis.
La curvatura severa de la columna puede afectar el sistema respiratorio si no se trata a tiempo. Foto:iStock
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 2 % y el 3 % de la población mundial padece algún grado de escoliosis. La detección temprana es clave para evitar que la deformidad progrese. Cuando la curvatura supera los 45 o 50 grados, se recomienda la cirugía para corregir la deformidad, alinear la columna y frenar el avance de la curvatura, utilizando varillas, tornillos e injertos óseos.
Si la cirugía no es necesaria, el tratamiento es conservador, con fisioterapia, fortalecimiento muscular y, en algunos casos, el uso de ortesis ortopédicas. Aunque no hay métodos comprobados para prevenir la escoliosis idiopática, el diagnóstico precoz y el seguimiento adecuado permiten un tratamiento eficaz y la actividad física regular ayuda a mantener la salud de la columna vertebral.
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de O Globo (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.
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