La Residencia de Estudiantes, declarada Bien de Interés Cultural
El Consejo de Ministros, a propuesta del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha aprobado esta mañana la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento del edificio de la Residencia de Estudiantes, ubicado en Madrid. El Ministerio de Cultura inició en enero el trámite de expediente para esta declaración, que supone la aplicación de esta categoría de protección, la máxima que establece la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español.
La Residencia de Estudiantes fue fundada en 1910 siguiendo los modelos de renovación pedagógica y cultural de la Institución Libre de Enseñanza. Grandes personalidades de la escena cultural, científica e intelectual española del siglo XX como Federico García Lorca, Salvador Dalí, Severo Ochoa o Luis Buñuel fueron residentes de la institución. Por sus instalaciones pasaron figuras como José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Manuel de Falla o Santiago Ramón y Cajal, entre otros.
Su actividad se vio interrumpida por la Guerra Civil. En 1986, por iniciativa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se retomó el proyecto original. En la actualidad, bajo la gestión de la Fundación Residencia de Estudiantes, fundación del sector público estatal, ha tenido un papel activo en la promoción del diálogo entre las artes, las humanidades y las ciencias, así como en el intercambio cultural y científico entre las diferentes universidades y centros internacionales. En 2015 fue distinguida con el Sello de Patrimonio Europeo, concedido por la Unión Europea.
La Residencia de Estudiantes se ubica en lo que entonces era el norte de Madrid en una zona conocida como Cerro del Viento y su edificación fue encargada al arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta entre 1913 y 1915. Está compuesta por cuatro edificios con habitaciones y salas para residentes y laboratorios que se rodeaban de jardines y espacios abiertos, organizados bajo la dirección Javier de Winthuysen. Estos entornos verdes eran otro instrumento educativo, como las aulas y los laboratorios, puesto que en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza era fundamental el acercamiento a la vida al aire libre.
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