Parejas tórridas I: Greta Garbo y John Gilbert o cómo ella le abandonó en el altar (o no)
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**Este artículo pertenece a una serie especial de verano centrada en parejas míticas (a veces un poco malditas) de cine.
La imagen quizá hoy no nos diría mucho, pero en su día fue un auténtico escándalo. John Gilbert bebe de un cáliz, y después Greta Garbo lo coge y besa el mismo lado de ese cáliz donde acaba de beber él. Era 1926 y la película en cuestión era El demonio y la carne, donde ambos actores acababan de conocerse. "Clarence Brown, el director, decía que había momentos en los que daban ganas de dejar la cámara grabando y marcharse, porque era evidente que se estaba enamorando", cuenta a este periódico el compañero Jose Madrid, de Vanitatis, experto en cine y autor de
"Esa conexión tan potente entre actores que traspasa la pantalla es algo que solemos asociar a Richard Burton y Elizabeth Taylor en Cleopatra, pero ya ocurrió antes en el cine mudo, con Garbo y Gibert", señala Madrid. Esa fue la primera película que hicieron juntos, aunque luego harían más (Love, adaptación de Anna Karenina de Tolstói al año siguiente, después La reina Cristina). "Siempre ha existido el rumor de que ella le dejó plantado en el altar, que iban a casarse y ella lo abandonó. Pero no es tan así. Es cierto que hubo una relación intensa, que ella incluso pasaba temporadas en casa de él, pero lo del altar es más leyenda que realidad".
Garbo, fría, bisexual, misteriosa...Hacía tan solo dos años que la sueca había llegado a Hollywood, con Mauritz Stiller, el director (también sueco) que la descubrió. "La idea era que ambos desarrollaran una carrera en Hollywood, pero él no se adaptó y volvió a Suecia", cuenta Madrid. "Murió poco después. Garbo se quedó sola y, además, en aquella época también murió su hermana pequeña en Suecia y no le dio tiempo a volver, algo que nunca se perdonó. Se sentía sola y lejos de su país, por lo que se apoyó mucho en Gilbert. Era una persona muy compleja, dicen que era bisexual, misteriosa, muy reservada...a pesar de que se han escrito muchas biografías sobre ella aún hoy no se sabe quién era en realidad: si era divertida, seria, fría... el encanto está en eso. Se retiró con 36 años y siguió siendo una incógnita incluso décadas después".
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John Gilbert, por su parte, era un auténtico galán del cine mudo. Una estrella por derecho propio, aunque su relación con Garbo lo catapultó aún más. "Pero también era un hombre con una vida exagerada", explica Madrid. "Tenía una mansión impresionante, era un símbolo del glamour de Hollywood. Muchas de las cosas que aparecen en Cantando bajo la lluvia están basadas en él. Su carrera se vino abajo con la llegada del cine sonoro. Se dice que ofendió a Louis B. Mayer, el jefe de la Metro-Goldwyn-Mayer, y que este manipuló su voz en las películas para arruinarlo. Su carrera se fue completamente a pique. Mientras tanto, Greta Garbo daba el salto al sonoro con Anna Christie, cuya campaña de marketing se basaba en el lema “Garbo habla”. Su voz era muy particular: grave, ronca, con un acento sueco fuerte. Pero gustó. Su primera frase fue: “Give me a whisky”, y eso impactó al público". El contraste entre ambos fue brutal: él entró en una decadencia progresiva, con una adicción al alcohol muy grave, mientras que ella vivía el auge de su carrera y empezaba a seleccionar proyectos de más prestigio.
"Se dice que Gilbert ofendió a Louis B. Mayer, el jefe de la Metro-Goldwyn-Mayer, y que este manipuló su voz en las películas para arruinarlo"
Sin embargo, volvieron a reunirse. Como explica Madrid, en esa época, Garbo hace un parón y se marcha a Suecia. Es entonces cuando Salka Viertel, guionista y amiga cercana —además de madre de Peter Viertel, esposo de Deborah Kerr y escritor de La reina de África— le aconseja dar un giro a su carrera. Le dice que tiene que liberarse de su imagen de vampiresa y elegir papeles de más altura. "Así es como surge el proyecto de La reina Cristina de Suecia, un personaje que tenía mucho significado para ella, siendo de su país, y que además era una figura histórica fascinante: una reina que abdicó, se convirtió al catolicismo... Aunque esto último no se refleje en la película, claro".
Garbo tenía tanto poder que pudo elegir absolutamente todo: el guion, el director, el director de fotografía e incluso a su partenaire masculino. Probaron con Laurence Olivier, que ya era un actor emergente en el teatro británico. Sin embargo, no funcionó, Garbo dijo que no quería trabajar con él (y Olivier contaría toda su vida que Greta Garbo lo había rechazado). "Fue ella quien pidió que llamaran a John Gilbert. Probablemente como gesto hacia lo que habían vivido. Y sí, él aparece en la película. Si la ves hoy, La reina Cristina de Suecia sigue siendo preciosa: una obra maestra visualmente. Se la comparaba con cuadros de Murillo. Ella aparece guapísima, los diálogos son modernísimos, y trata temas como el poder, la soledad, la incomprensión… lo que ha envejecido mal es la interpretación de Gilbert porque abre mucho los ojos y sobreactúa. Y aunque su voz no es mala, se nota mucho la diferencia con Garbo, que está maravillosa. Se puede creer que Mayer manipuló su audio, pero también era un actor fuera de época".
La película tuve un éxito mediano. "Después de La reina Cristina, Greta Garbo y John Gilbert ya no volvieron a verse mucho. Él siguió en caída libre. En 1936 muere joven, no llega ni a los 40 años. La leyenda de Hollywood dice que murió con el corazón roto porque ella lo dejó plantado, pero también llevaba una vida salvaje. Su hija lo ha contado en documentales: fue uno de esos actores que no supo adaptarse a la nueva época. Garbo reaccionó con frialdad a su muerte. En esa época estaba centrada en su carrera, haciendo menos películas pero de más calidad. Como Ana Karenina o La dama de las camelias. Estaba muy enfocada en dejar atrás el cine comercial y convertirse en una actriz seria".
En su contexto de vulnerabilidad, apareció John Gilbert y los dos se convirtieron en una bomba. Ya eran conocidos por separado, pero juntos eran una sensación. No terminó bien, pero existió.
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Por su parte, ¿qué tiene Greta Garbo que fascina tanto? Jose Madrid medita. "Lo típico que se dice es que tenía misterio. Y es verdad. Es algo que ocurre hasta cuando te enamoras de alguien: cuanto más misteriosa es una persona, más te obsesiona. Garbo nunca se dejó conocer del todo. Ya retirada, en los años 80, la gente se mataba por hacerle fotos en Nueva York, y solo se la veía como una señora mayor con gafas de sol y abrigo largo. Pero más allá de eso, tenía poesía visual. Su cara llena la pantalla, transmite algo. Tenía lo que yo llamo “el dolor bonito”. Una mezcla de melancolía, belleza y fuerza. Te dan ganas de protegerla, y al mismo tiempo ves que impone, que tiene carácter. Esa combinación de vulnerabilidad y poder es muy rara. Estaba hecha para una época en la que el cine era pura poesía visual. Hoy en día no te imaginas una figura como ella comprando en un supermercado o siendo fotografiada sin glamour. Su imagen estaba milimétricamente cuidada, con encuadres, sombras perfectas. Y eso es lo que la hace tan fascinante aún hoy".
El Confidencial