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Periodismo de retrovisor

Periodismo de retrovisor

Hace unos meses, el portal equinoxmagazine.fr explicaba anécdotas de taxistas en Barcelona. Era un ejercicio de chismografía amable, que nos descubría algunos momentos de esta actividad. Un conductor que no reconocía a Zidane y, como le sonaba, le preguntaba si era el protagonista de un anuncio de Mango. Una familia numerosa que pedía dos taxis grandes y que, llegados a la estación de Sants, descubría, como en la película Solo en casa , que se había olvidado del hijo pequeño. Un cliente locuaz que, después de una larga conversación con el taxista, olvidaba su dentadura postiza en el asiento trasero. Y unas cuantas anécdotas sobre la impaciencia de amantes que no pueden esperar a llegar al hotel o a su casa y muestran una fogosidad que convierte al taxista en un voyeur de retrovisor.

FOTO MARTI GELABERT 28/05/2024 MARCHA LENTA DE LOS TAXIS DE BARCELONA QUE PROTESTAN CONTRA LOS VTC. LOS TAXIS HAN LLENADO EL PASSEIG DE GRACIA

Taxis en una protesta

Marti Gelabert / Propias

Me acordé de estas historias viendo cómo, el lunes, Santos Cerdán y su abogado Benet Salellas bajaban de un taxi madrileño (blanco, con la raya roja que homenajea el pendón de Castilla) antes de declarar en el Supremo. Es un momento icónico de esta cruel inmediatez que, disfrazada de actualidad, persigue a presuntos acusados –o sea, a presuntos inocentes– y los condena a lo que los mismos medios que la practican denominan “pena del telediario”. En este caso, los protagonistas deben tener en cuenta que serán analizados con lupa. Cerdán y Salellas actuaron con naturalidad y nadie sospechaba que, poco después, Cerdán ingresaría en prisión en aplicación de la prisión provisional. Que escogieran un taxi convencional y no uno de estos VTC que tanto le gustan a Tito Álvarez (siempre me ha maravillado la denominación VTC, Vehículo de Transporte en Conductor, como si los taxis no fueran exactamente eso) me pareció un detalle calculado para distanciarse del típico elitismo de cochazo negro de vidrios entintados con chóferes de gafas de sol y planta de guardaespaldas.

Entiendo que, entre los códigos del taxista, está no revelar qué pasa dentro del vehículo

Entiendo que, entre los códigos del taxista, está mantener cierta confidencialidad y no revelar qué pasa dentro del vehículo. Luego los usuarios habituales del taxi sabemos que los conductores pueden sentir la necesidad de contar anécdotas, a veces con una respetuosa referencia genérica y otras con pelos, señales, nombres, apellidos e incluso insultos. Hace años, antes de este respeto confidencial, se utilizaban cámaras ocultas para detectar abusos (de los conductores) o delitos (de los usuarios) que desembocaban en denuncias y, de paso, en materia prima para el entretenimiento morboso.

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Las confesiones y el seguimiento de taxistas generaron muchos documentales e incluso una serie de HBO que, si no recuerdo mal, se basaba en el dietario de un taxista neoyorquino. Pero si pudiéramos saber de qué hablaron Salellas y Cerdán justo antes de llegar al Supremo –y tantos otros protagonistas de la actualidad–, accederíamos a un tipo de información que nos ayudaría a entender, a través del retrovisor del taxista, la realidad.

lavanguardia

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