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¿Por qué destruyeron las estatuas de Hatshepsut en Egipto? Al fin lo sabemos

¿Por qué destruyeron las estatuas de Hatshepsut en Egipto? Al fin lo sabemos

Durante décadas, los arqueólogos han debatido sobre los motivos que llevaron a la destrucción sistemática de las estatuas de Hatshepsut, una de las pocas mujeres que ostentaron el título de faraón en el Antiguo Egipto. Su imagen, representada en numerosas esculturas a lo largo del país, fue mutilada, enterrada o eliminada tras su muerte. ¿Fue un acto de misoginia? ¿Una venganza política por parte de su sucesor? Una nueva investigación publicada en la revista Antiquity el 24 de junio de 2025 ofrece una interpretación radicalmente distinta: se trató de un acto ritual para "desactivar" su poder, en línea con otras prácticas funerarias egipcias.

Hatshepsut gobernó Egipto aproximadamente entre el 1473 y el 1458 a.C. Aunque comenzó como regente de su hijastro, Tutmosis III, asumió gradualmente todos los atributos del poder faraónico, incluida la iconografía masculina. Su reinado fue largo y próspero, caracterizado por una intensa actividad constructiva —como su majestuoso templo mortuorio en Deir el-Bahri, llevado a cabo por el arquitecto real Senenmut, que fue probablemente también su amante— y por expediciones comerciales, entre las que destaca la famosa misión al legendario país de Punt. Su figura ha sido objeto de fascinación tanto por su poder como por haber subvertido los roles de género de su época.

Tradicionalmente se ha atribuido la destrucción de sus estatuas a una campaña organizada por Tutmosis III, quien habría querido borrar su memoria como forma de consolidar su propio poder y reestablecer la línea masculina de la dinastía. Según esa hipótesis, la mutilación de sus imágenes, especialmente las localizadas en Deir el-Bahri, respondía a un intento de damnatio memoriae: una condena al olvido practicada para deslegitimar a figuras anteriores.

placeholder El templo de Hatshepsut. (iStock)
El templo de Hatshepsut. (iStock)

Sin embargo, el nuevo estudio plantea que este análisis podría ser erróneo o, al menos, incompleto. En lugar de una venganza personal o una represalia política, la destrucción de las estatuas de Hatshepsut formaría parte de un procedimiento religioso destinado a neutralizar la energía sagrada contenida en sus imágenes. En el pensamiento egipcio antiguo, las estatuas no eran simples representaciones simbólicas, sino que podían albergar el ka —la fuerza vital— de la persona retratada. De ahí que, para evitar que dicho poder persistiera más allá de lo deseado, era necesario "cerrar" ese canal espiritual.

Para los egipcios antiguos, las estatuas no eran simples representaciones, podían albergar el ka o fuerza vital de la persona retratada

La investigación se basó en un análisis exhaustivo de la localización, disposición y estado de fragmentación de cientos de esculturas de la faraona. Los autores observaron que muchas piezas habían sido enterradas de manera ritual y sistemática, siguiendo patrones similares a los empleados en otros procesos de desactivación de objetos sagrados. Además, se descartó que las destrucciones ocurrieran de manera inmediata a su muerte, lo que sugiere que no fueron producto de una campaña de odio impulsiva, sino parte de un proceso más estructurado.

Este enfoque supone un cambio importante en la forma de entender la memoria política y religiosa en el Egipto faraónico. En lugar de interpretar toda destrucción de una imagen como un acto de censura o revancha, los investigadores proponen incorporar la dimensión ritual, que habría estado presente incluso en contextos de conflicto dinástico. Según esta visión, las imágenes de Hatshepsut no fueron destruidas por ser un escándalo político o una anomalía femenina, sino porque su poder debía ser cuidadosamente gestionado tras su muerte.

El Confidencial

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