Puesta en escena canaliza la incertidumbre en acción

Puesta en escena canaliza la incertidumbre en acción
Bonsái surgió como una respuesta a las interrupciones que causó la pandemia
Daniel López Aguilar
Periódico La JornadaJueves 17 de julio de 2025, p. 4
Seres sobrenaturales, guardianes de un cosmos al borde del colapso, cuestionan la permanencia de la humanidad en un planeta que parece haber perdido la paciencia. ¿Qué ocurre cuando la esencia humana se distancia de su propia naturaleza?
Esta reflexión se plantea en Bonsái, ópera prima de la Compañía de Teatro Físico que construye una poética visual para mostrar la fragilidad de la existencia humana.
El estreno será hoy a las 20 horas en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart), con un elenco formado por egresados de la Escuela Nacional de Arte Teatral.
El proyecto nació como respuesta a las interrupciones provocadas por la pandemia y funciona como un refugio colectivo para una generación de artistas que busca crear y mantener su propia plataforma creativa.
Para Alejandro León Espinosa, director artístico y uno de los protagonistas, la creación de esta compañía surgió de una necesidad urgente: canalizar la incertidumbre en acción.
La pandemia de covid-19 interrumpió abruptamente nuestra preparación académica, pero eso también nos impulsó a preguntarnos qué podíamos hacer por nosotros mismos
, señaló en entrevista con La Jornada. El camino no es sencillo, sobre todo cuando se privilegia a quienes ya cuentan con reconocimiento
.
La trama se desarrolla en un universo fantástico donde el entorno toma formas y sonidos insólitos: un jaguar, un colibrí, un delfín y un águila representan a estos protectores del cosmos. Enfrentan una encrucijada: la Tierra debe ser destruida para preservar su esencia, pues el medio natural muestra agotamiento ante la indiferencia humana.
El cuerpo comunica lo que la palabra no alcanza
Desde las primeras jornadas de ensayo, con la dirección de Hugo M. Bolaños, el grupo exploró la comunidad con ejercicios que les permitieron adoptar aspectos naturales como lluvia, terremoto y tempestad.
La improvisación fue clave en nuestro proceso creativo
, añadió León Espinosa (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1991). Nos impulsó a ser cada uno una fuerza de la naturaleza, a comunicar con el cuerpo lo que la palabra no alcanza
.
El espectáculo reúne a seis intérpretes en escena: Andrea Lara, Andrea Aguilera, Andrea Cedeño, Citlali Chong, Ximena Sotomayor y el propio Alejandro León. Se suma un títere, manipulado por Natalia Leza que da vida a la niña superviviente, símbolo de esperanza e incertidumbre.
La escenografía sostiene la atmósfera de renacimiento y fragilidad: el piso evoca la corteza de un árbol que ha visto pasar estaciones. Dos telas transparentes, bordadas con plantas y flores, sugieren la tierra en tránsito, entre la muerte y el renacer.
La música instrumental elegida por Bolaños acompaña el movimiento y marca el pulso de un planeta que respira y sufre junto a sus habitantes.
El cuerpo actúa como instrumento para narrar una historia que trasciende el discurso verbal. Alejandro León recordó que su formación en la Escuela Nacional de Arte Teatral integró siempre el movimiento como lenguaje esencial.
“No atendemos únicamente las palabras, también aprendemos a observar al otro, a sentir su presencia. Eso crea un tejido colectivo donde cada quien aporta desde su sensibilidad. Esta horizontalidad resulta clave para equilibrar dirección y actuación, gracias a la comunicación constante y la división de tareas.
“Espero que esta producción refleje algo de la experiencia de quienes asistan, sobre todo de los jóvenes que, como nosotros, pasaron por el aislamiento. Quiero que vean que los proyectos son posibles, que este espacio recibe nuevas voces y que el teatro puede ser un acto de resistencia.
“Todavía hay tiempo para salvar el planeta. Al ver un árbol siento que formo parte de algo más grande, de una naturaleza que no debemos olvidar. El asfalto, los carros, el consumo desmedido… todo señala un camino que amenaza lo que amamos. La Tierra es un sistema vivo que, tarde o temprano, decidirá decir basta”, concluyó.
La temporada de Bonsái comienza hoy y concluirá el día 27, con funciones los jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas en el Foro de las Artes del Cenart (Río Churubusco 79, colonia Country Club Churubusco).
El boleto cuesta 150 pesos, con promoción especial los jueves a 30 pesos y 2 por 1 los miércoles en compras en línea.
El Estanquillo muestra la grandeza de las miniaturas del artesano Roberto Ruiz
Merry MacMasters
Periódico La JornadaJueves 17 de julio de 2025, p. 5
El escritor y periodista Carlos Monsiváis (1938-2010) fue un coleccionista apasionado de las esculturas en miniatura del artesano oaxaqueño Roberto Ruiz (1928-2008). A lo largo de los años adquirió centenares de estos objetos tallados y esculpidos en hueso, con una diversidad de temáticas, que van desde esqueletos, catrinas, arcángeles y diablos hasta estampas religiosas, héroes nacionales y escenas de la vida cotidiana inspiradas en la tierra natal de su autor.
Incluso escribió un libro sobre quien en 1988 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones. Para Monsiváis, la obsesión
de Ruiz por las calaveras “proviene orgánicamente de su búsqueda de formas esenciales, de presentaciones rigurosas de lo popular y de lo tradicional. Al desplegar su sensibilidad en los conjuntos abigarrados (donde la forzada promiscuidad de la figuras engendra acoplamientos insospechados, líneas de la sensualidad que brinda el nacimiento), usa también los motivos más ortodoxos, los paisajes del costumbrismo, el amor amoroso de las parejas pares
. Si los temas varían, la constante es la actitud del maestro Ruiz que se involucra a fondo en cada pieza y no cede en intensidad y poder imaginativo”.
Al parecer, el único maestro que Ruiz reconoció fue a José Guadalupe Posada.
En 2008, el Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis le dedicó una exposición. Ahora, el recinto retoma el tema al presentar Roberto Ruiz: Gigante de la miniatura, de más de 600 piezas, todas coleccionadas por el escritor. El Estanquillo cuenta con la mayor colección de esculturas en miniatura de quien desarrolló el cuerpo de su obra en Ciudad Nezahualcóyotl. Las obras abarcan de 1960 a 1990.
Nacido el 2 de marzo de 1928 en Miahuatlán, Ruiz estudió hasta el segundo año de primaria. Cuando tenía 6 años comenzó a jugar con la arcilla, que recogía del piso de un taller de alfarería situadp frente de su casa, para moldear figurillas. A sus 9 años volteó hacia la madera. Cuando lo mandaban a pastorear, se entretenía haciendo figuras de madera de lo que veía en el campo, utilizando herramientas con filo, un machete o un cuchillo.
Los apremios familiares lo obligaron a trabajar y en el amasijo de una panadería descubrió su futuro quehacer al convertir la masa del pan en figuras de bulto. En la escuela, en vez de hacer lo que proponía su maestra, llenaba el cuaderno con dibujos. Nunca dejó de hacer su figurillas, incipientes miniaturas de danzantes, tehuanas y nacimientos navideños.

▲ La Catrina, escultura en hueso de Roberto Ruiz.Foto Imagen tomada del Facebook del Museo del Estanquillo
Hacia 1943, el adolescente viajó a la ciudad de Oaxaca para vender sus creaciones. En algún momento se dio cuenta de que su sensibilidad, habilidad manual y las herramientas con las que contaba no eran suficientes para hacer trabajos más elaborados. Entonces, acarició la idea de acudir a una escuela para aprender mejor lo que hacía de manera rústica, pero esa escuela no existía.
Ante sus escasas perspectivas de vida, Ruiz se trasladó a la Ciudad de México en busca de su escuela imaginada. Se estableció en la colonia Las Palmas de Ciudad Nezahualcóyotl, se casó y poco a poco desarrolló y exploró su propia imaginación. Con dominio pleno del uso de las herramientas e instrumentos comunes en los talleres odontológicos, comenzó a hacer nuevas miniaturas más acordes con sus inquietudes. Se alejó de los estereotipos, de lo típico
que tanto demandaban las tiendas artesanales y se decantó por figuras de la muerte que desde siempre habían rondado su imaginación.
Hacia 1957 los nuevos temas y motivos atrajeron la atención del propietario de la casa de artesanías Víctor y la de algunos particulares, entre los que se encontraban los directivos del Museo de Artes e Industrias Populares, quienes le propusieron una exposición de sus miniaturas. A finales de los años 60 los directivos del museo lo alentaron a crear miniaturas con temas específicos, fue así como sus ingresos mejoraron y pudo dejar la elaboración de moldes para plástico que hacía para mantener a su familia.
Camafeo de la reina Isabel II
De sus obras talladas, 17 formaron parte de una exposición en el Museo Británico en 1981. Tal fue su éxito que la reina Isabel II posó para que Ruiz le hiciera un camafeo en marfil de su imagen. La pieza fue guardada junto a las joyas de la corona y las 17 piezas fueron trasladadas al Palacio de Buckingham, donde se exhibieron durante 28 años.
Las esculturas de Ruiz destacan no sólo por la precisión de su talla, sino por las historias que encierra cada una de ellas.
Roberto Ruiz: Gigante de la miniatura se inaugurará el sábado a las 12 horas en el Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis (Isabel la Católica 26, Centro Histórico, Ciudad de México).
Revelan en Oaxaca el poder simbólico, político y religioso de las sillas
Daniel López Aguilar
Periódico La JornadaJueves 17 de julio de 2025, p. 5
Entre los objetos que forman parte de la vida cotidiana, pocos guardan tanta memoria como una silla. Son testigos mudos que sostienen el peso del tiempo, las conversaciones y los silencios.
Esa carga simbólica es el eje de SillArte, exposición de 13 piezas intervenidas por el dúo creativo formado por Max Sanz y su esposa, Guadalupe Pérez Morales. La muestra se aloja en el Hotel Casa Cantera, en el Centro de Oaxaca.
Tienen un poder simbólico, político y religioso que las ha acompañado desde siempre
, explicó Sanz en entrevista con La Jornada.
La elección de la silla también tiene un matiz práctico. Adquirir una es muy sencillo. Queríamos que siguiera siendo funcional y, al mismo tiempo, decorativa.
Cada obra combina técnicas que subrayan su singularidad: hoja de oro, vidrio líquido, tapiz de PVC, bronce líquido, matizadores, betún de judea y craquelador. No se trata sólo de embellecerlas, sino de realzar la historia de quienes las diseñaron, usaron y conservaron.
El proyecto nació casi por azar tras varias charlas con un taller que rescata piezas antiguas traídas de Estados Unidos. Un día les contamos que habíamos intervenido un objeto familiar y de ahí surgió la idea de mostrar las piezas
, recordó el artista oaxaqueño.
La complicidad entre Sanz (Natividad, Oaxaca, 1992) y Pérez Morales es otro pilar del proyecto. Dos cabezas suman más que una. Compartimos la pasión por la decoración, que estudiamos juntos
, comentó él.
“Dentro del dúo, me encargo más de la parte técnica y plástica, mientras Guadalupe aporta una mirada más sensible que da carácter a cada obra. Nos entendemos porque hablamos el mismo lenguaje creativo, aunque cada quien tiene su estilo.

▲ Pieza intervenida por Max Sanz y Guadalupe Pérez Morales e incluida en la muestra SillArte.Foto cortesía de Sanz
Más que borrar las huellas del pasado, buscamos mantenerlas vivas. Queríamos recuperar el momento en que fueron creadas, los diseños pensados para la moda y comodidad de esa época
, puntualizó.
El montaje invita a despertar recuerdos: una sala familiar, la casa de los abuelos, una escena de película.
Estos muebles siempre estuvieron ligados a quienes valoraron el detalle y la calidad. Más que repetir lo barroco o el tapiz clásico, los transformamos con colores y texturas contemporáneas
, añadió el artista.
Restaurar y transformar muebles antiguos ayudó a reducir la tala de árboles y evitó que terminaran como basura que tarda siglos en degradarse, explicó. Además, fue una decisión sensata desde lo económico: es mejor invertir en algo duradero que en algo desechable
.
Para Sanz, el entorno oaxaqueño dio sentido y matices a la propuesta. “Aquí el arte se respira en los telares, el barro, los alebrijes... Retomamos esa identidad para aplicarla a piezas que continúan formando parte de la vida diaria.
Queremos que el público recuerde que detrás de cada creación hubo alguien que la pensó, eligió materiales y formas, y que hoy sigue teniendo algo que decir. Las sillas sostienen más que cuerpos: guardan recuerdos, miradas y hasta lo que no se dice
, concluyó.
Con entrada gratuita, SillArte puede visitarse en el Hotel Casa Cantera (Privada de Reforma 103, colonia Centro, Oaxaca).
jornada