Resulta que Marvin Gaye también era homosexual

Gracias a la estupidez de un actor, Terrence Howard, incapaz de besar a otro hombre en pantalla descubro que Marvin Gaye era homosexual. O igual no, pero lo es en el enésimo amago de biopic, una sucesión de intentos malditos y frustrados, de un gigante. Lo curioso es que, más allá de algunos rumores, no hay constancia de que lo fuera. Tal vez, llegados a este punto absurdo de la humanidad, el guionista preguntó a la IA y esta se lio con el apellido: "Sí, era Gay". Con G mayúscula, pues no añadió la ‘e’ hasta comenzar su carrera artística.
Siento el chiste malo, pero resulta difícil entender qué impele a recurrir a conjeturas en una vida como la de Gaye, que te la cuentan en un culebrón turco y crees que se les ha ido la pinza con tanto drama. La realidad contrastada, sin hablar de la música porque asumo que no importa, incluye: un padre predicador de una pseudosecta que, entre paliza y fundamentalismo conservador, sacaba ratos para vestirse de mujer; dos matrimonios fracasados, el segundo abierto; infidelidades constantes con modelos, actrices y aristócratas; la muerte de su compañera de dúo, Tammi Terrell, tras desmayarse en sus brazos en un concierto; activismo político en los convulsos 70 (esto nos regaló What’s going on); depresión y tres intentos de suicidio; paranoia y armas de fuego; adicción a la pornografía y a la cocaína... y ser asesinado a tiros por su padre la víspera de cumplir 45 años. ¡Por su padre! ¿De verdad faltaba contenido?
No quiero ser el incel pajillero que monta un psicodrama en redes sociales porque Blancanieves no es blanca o Lara Croft ahora tiene unas tetas verosímiles. Es más, soy orgullosamente woke y cada vez que lo utilizan como insulto sonrío. No me ofende lo más mínimo que digan que Gaye era homosexual, pero no tiene ningún sentido forzar la trama y es parte de un mal endémico en el cine actual. Lo diré y me siento viejo según tecleo: ya no se hacen películas, se hacen ensaladas. Argumentales y de géneros. Ingredientes al tuntún que satisfagan al algoritmo y ofrezcan un bocado para cada espectador y grupo social, aunque sean cinco minutos de un metraje de 120 y el conjunto no tenga ningún sentido.
Hacen pizza con piña.
No gusta la peli, se aplaude "lo que significa". Sea lo que sea eso. Puse Emilia Pérez y duré 20 minutos. No soy J. K. Rowling, pero aquello era un popurrí ridículo de personajes inverosímiles viviendo unas peripecias absurdas y, por si faltaba algo, cantando. Ahora cantan en cualquier película. A poder ser, mal. Por eso me encantó A Complete Unknown, porque las canciones tienen sentido, Timothée Chalamet y compañía cantan como dios y no intenta inventar nada. Retrata a Bob Dylan como lo que es, lo que siempre ha sido y ha querido ser: un imbécil. Un imbécil integral. Y un genio, claro. Como Marvin Gay(e).
elmundo