Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Spain

Down Icon

Ser músico y que no te estafen es posible: formas de evitar los grandes males de la industria musical

Ser músico y que no te estafen es posible: formas de evitar los grandes males de la industria musical

Pumuky nació a finales de los años 90, sin demasiadas pretensiones, tan solo por el placer de "hacer algo entre amigos". Tras varias maquetas grabadas a comienzos del milenio, mandaron sus canciones al programa radiofónico de Disco Grande para darles una salida. "Cuando nos empezaron a radiar, nos hizo mucha ilusión. Era nuestro programa favorito". Jair Ramírez, alma compositiva de la banda, recuerda esos días con emoción. Al ser de un pueblo muy pequeño de Tenerife, nunca llegaron a soñar a lo grande. "Grabamos el primer disco casi por obligación", admite el cantante. "El arte es para expresarte, no para comercializarlo. Por eso tengo tantos conflictos con eso de estar en la industria. Sí, hay muchas formas de estar, pero en nuestro caso nunca hemos pretendido vivir de la música”. Un completo “suicidio mental y económico”, que dirán aquellos que se obcecan y lo intentan a diario.

Tras más de veinte años tocando, ni él ni el resto de Pumuky han perdido nunca la fe en lo que hacen. Y eso, en una trituradora de carne y talento como la industria musical, ya es mucho. “Me avergüenza reconocerlo, pero durante mucho tiempo se te echaba en cara que no apostaras al cien por cien por ello”, prosigue.“Yo estoy muy contento de vivir del trabajo que tengo, al igual que mi hermano Noé ”, quien también comparte banda con él. “La música para mí va de purgarse y sanarse, y yo no quiero tocar si no quiero, no tengo que firmar condiciones que no me gustan o exponerme donde sea si no me da la gana”.

Como él, son muchos los músicos que cada viernes salen escopetados del trabajo que les mantiene para hacer las maletas con su equipo y montar un bolo en cualquier punto del país. En el caso de Jair, esta forma de vida es mucho más difícil si cabe, ya que él y el resto viven en Canarias. Eso no ha sido óbice para que hayan organizado una modesta gira por salas en la que presentarán su último disco autoeditado No sueltes lo efímero (2025) de aquí a octubre.

Eso sí, este verano no les verán en grandes festivales. “Nosotros pasamos de eso”, afirma, sin rodeos. “La mayoría ofrecen un trato denigrante con los artistas, sobre todo si eres emergente o no tienes muchos seguidores en redes. La mayoría de grupos lo hacen solo por aparecer en el cartel, ya que pierdes dinero por tocar. Hace años estuvimos en el Primavera Sound, pero hace mucho que no vamos a ninguno. Preferimos ir por nuestra cuenta y hacer shows con bandas que nos molen”.

"A diferencia de otros sectores laborales, la patronal de la música tiene varias caras"

Una realidad amarga, la del pluriempleo, que dificulta la conciliación familiar, y con ello la permanencia a largo plazo en una escena que exige ser nutrida día a día con nuevas caras, nuevos estribillos, nuevos pelotazos. ¿Merece la pena? Por supuesto. “El hecho de tocar tus canciones ante gente que no conoces es la hostia, haces amigos y ves ciudades nuevas”, sentencia Jair, tajante. Por ello, la visión que tienen de su propia carrera difiere en cierto modo a la del resto de bandas que buscan siempre hacerse un hueco en la playlist de moda de Spotify. Esta concepción modesta del oficio les ha librado de bastantes males, como por ejemplo firmar contratos sin tener muy claro cuántos ingresos iban a percibir y en concepto de qué, como hacen tantas bandas al llegar a una discográfica.

Cómo burlar "tácticas de capitalismo extremo"

La última gran crisis acaeció tras la entrada en precoconcurso de acreedores de la empresa de gestión de entradas WeGow. Decenas de bandas, la mayoría emergentes, se quedaron sin saber qué ocurriría con el dinero de sus entradas vendidas. Una de las más reconocidas, Rufus T. Firely, manifestó al periódico El País que los músicos habían perdido el control de su trabajo, estando salpicados por "tácticas de capitalismo extremo". A pesar de este diagnóstico tan duro, Víctor Cabezuelo, su cantante, se mostraba algo optimista respecto al futuro, preconizando que la crisis podría ser un "aviso" para volver a hacer las cosas "de forma más cercana, de promotor a grupo y poco más", prescindiendo de intermediarios.

"El futuro de la industria musical pasa por crear una comunidad de fans y artistas mucho más consolidada y libre de intermediarios"

Evidentemente, la reflexión de Cabezuelo apunta, en su manera más directa, a la autogestión. No tienes por qué firmar contratos con empresas y agentes externos, desde discográficas hasta distribuidoras pasando por tiqueteras, si todas esos procesos los asumes tú mismo. El espíritu cooperativista 'do it yourself' no es una novedad, y en ocasiones ha acabado asociándose a un género musical, el del rock alternativo, bajo el término 'indie'. Aunque de puertas para fuera ostente cierto glamur proclamar que eres independiente y nunca has pasado por el aro de los requisitos y condiciones que todos los agentes económicos te ponen, a la hora de la verdad es bastante complejo que esta autogestión no pase factura al propio proceso creativo, restándote el tiempo y energía que.

"Mientras la música se cree en los márgenes de las vidas, la actividad sindical será muy difícil"

Por otro lado, en lo que respecta a problemas como los de WeGow, bien valdría contar con una fuerza sindical fuerte dentro del gremio, algo de lo que por desgracia adolece nuestro país. El hecho de que la mayoría de los músicos contratados (ya no solo en conciertos, sino en musicales, teatro o televisión) estén bajo el régimen de falsos autónomos favorece que la precariedad y los efectos de crisis como la de WeGow se acentúen, haciendo que cada caso cuente como aislado en vez de colectivo.

Contra ello luchan plataformas como la Caja de Músicos de Gijón, que no son un sindicato formalmente constituido, sino como ellos definen "una asociación cultural dirigida a los músicos y músicas de Asturias". Sobre el tema, opinan que al ser WeGow una empresa propiedad de gente con mucho capital, "se podían permitir que quebrara". Según ellos, habría que implementar un "código de buenas prácticas para que algo así no volviera a ocurrir".

"Música ye trabayu"

Esta asociación, que está muy conectada a otras tantas distribuidas por el país, como el SMAC! de Cataluña, defiende el lema de Música ye trabayu ("la música es un trabajo", en asturiano). "Mientras la música se cree en los márgenes de nuestras vidas, la actividad sindical será muy difícil", admiten sus representantes, lo que choca con la visión de Ramírez del inicio, basada en crear música sin demasiadas pretensiones, casi por afición, renegando de esa ambición de querer plena y decididamente de ello.

Que los fans posean una parte de los derechos de explotación de una obra musical puede resultar muy beneficioso para las bandas emergentes

En España, la mayoría de los artistas son autónomos, lo que impide que haya una unión sindical fuerte. Desde la Caja de Músicos de Gijón piden que se avance en la regulación del Estatuto del Artista para reformular el régimen de contratación y evitar que no haya falsos autónomos. También solicitan una fiscalidad intermitente para los músicos. "A diferencia de otros sectores laborales, en la música, la patronal no tiene una sola cara", afirman representantes de la Caja, en referencia a la gran cantidad de empresas de gran tamaño y poder de influencia que hay implicadas en la distribución, las discográficas o los propios medios de comunicación.

Hacia una industria más cercana y transparente

Un pastel muy dividido que implica que la mayor parte del dinero vaya a las grandes compañías y el artista se quede apenas con nada. Esto, ya de por sí es un problema, pero más aún que el dinero se distribuya de manera opaca, sin llegar a justificar en concepto de qué surgen los pagos. Con el objetivo de avanzar hacia una industria más libre de intermediarios y transparente nació SONGS, una empresa que simplifica el proceso de distribución de música haciendo copropietarios de las canciones de los artistas a sus fans mediante tecnología blockchain.

"En Spotify, para ganar 100 dólares necesitas llegar a las 70.000 escuchas. No puedes hacer nada contra él, como mucho eliminar intermediarios"

Así explicado, no suena del todo bien. "Los NFTs cuentan con muy mala fama, ya que han quedado relegados al fin más especulativo", explica Ricardo Candal, cofundador de SONGS y Guayaba Records, a este periódico. Sin embargo, en una pequeña escala, aplicado a bandas pequeñas, el hecho de que los fans posean una ínfima parte de los derechos de distribución y explotación de su obra musical puede resultar muy beneficioso, democratizando más el mercado musical.

En SONGS, cada canción se divide en 10.000 songshares, que son, a efectos prácticos, como participaciones o acciones de ese mismo tema. Cada una de ellas vale 25 céntimos y representa el 0,01% de los futuros beneficios que genere y que se reparten de manera mensual entre los accionistas. La suscripción a SONGS, por parte del artista, es gratuita, y a cambio puede disponer de su repertorio subido a las principales plataformas de streaming, como Spotify o iTunes. Ya solo de esta forma, el artista se salta otro intermediario más, como es la contratación de una distribuidora (generalmente Distrokid, aunque hay muchas otras) que es la que posteriormente pone su catálogo a disposición de la plataforma.

"El artista no se entera de cómo se genera el pago por escuchas, ya que este cambia según el país o el tipo de suscripción del cliente"

"El futuro de la industria musical pasa por crear una comunidad social y económica de fans y artistas mucho más consolidada y libre de intermediarios", asevera Candal. "Hoy en día, los sellos son los que cumplen ese papel de apadrinarte y comprar los derechos de distribución de tu obra, nuestro objetivo es que cualquier fan pueda cumplir ese rol. En Spotify, para ganar solo 100 dólares necesitas llegar a las 70.000 reproducciones. No puedes hacer nada contra Spotify, como mucho eliminar a otros intermediarios y agregar esta capa descentralizada de información de la música, hacer partícipes a tus fans de tu carrera, que se sientan parte de ella".

Foto: Foto: Reuters/Brendan McDermid.

"El artista no se entera de cómo se genera ese pago por streams, ya que este cambia según el país o el tipo de suscripción del cliente", prosigue Candal. "En cambio, el blockchain permite que esa reproducción pueda ir asociado al dinero, con un reparto de milésimas de céntimo, y hacerlo de manera rápida". El objetivo de SONGS a largo plazo es crear una capa de información estandarizada de la música en Internet, que "exista un protocolo que otras empresas de distribución usen para hacer pagos más rápidos y transparentes". Hay otros proyectos como el de Candal que prometen cambiar la industria musical para que sea más transparente y la relación entre los artistas y el público sea más cercana, no solo desde el punto de vista artístico, sino también económico. Lo cierto es que todavía hay mucho por hacer, tanto desde el punto de vista sindical y laboral, como por el tecnológico, ya que amenazas como la música hecha por inteligencia artificial ensombrecen un futuro que ya era negro de antemano.

El Confidencial

El Confidencial

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow