Wad-Ras: Escenas de una cárcel de mujeres

A Naty S. Le cuesta ver sus fotografías, las primeras que le publican en un libro. Eso es porque les tomó en un momento de su vida, muy reciente, en el que todo lo que le era familiar se esfumó. Ingresó primero en Wad-Ras y luego en el módulo de mujeres de Can Brians. “Cualquiera puede entrar en prisión, y una vez allí, eres una más y solo te queda sobrevivir”, explica sin mucho dramatismo. La obra de Naty S. se publica ahora en Wad-Ras. Dones invisibles (Lumínic), un libro que surge del trabajo que hace la Fundació Setba desde 2020: el proyecto Traspassant l’objectiu . La artista Marta Fàbregas lo coordina y consiste en llevar fotógrafas y fotorreporteras de primer nivel a las cárceles de mujeres, donde llevan a cabo talleres y mentorías. En estos años, más de 160 mujeres presas en Wad-Ras, Brians y la cárcel de Ponent, en Lleida, han podido participar en talleres colectivos con autoras como Sandra Balcells, Tanit Plana o Laia Abril, Premio Nacional de Fotografía en 2024, y 19 de ellas han desarrollado proyectos más largos y complejos, tutelados por las fotógrafas.
Naty S., que es católica y creyente, quiso dedicar el suyo a fotografiar “las cosas que te permiten seguir adelante cuando estás en la cárcel”, desde las ramitas de romero que ponen algunas internas en la puerta de su celda para ahuyentar los malos espíritus hasta el Corán de una presa, o los tatuajes que muchas llevan y que adquieren un nuevo significado. “Lo que yo quería retratar es la falta de amor”, resume.

La interna Naty S. tomó esta imagen desde su celda en Can Brians
Naty S.En el libro, que recoge proyectos de las internas hechos entre 2022 y 2024, también aparece el trabajo de otra interna, Kimberly C., que quiso tocar el tema religioso desde otra óptica. “Ella creía que en las prisiones se deja entrar a las organizaciones religiosas con una finalidad de control, para domesticarlas y anestesiarlas con ese discurso. Se guardaba todos los panfletos que dejan todos los representantes religiosos que pasan por la cárcel”, explica la que fue su mentora, la fotógrafa Tanit Plana, reciente ganadora del premio de la Fundació Enaire con un proyecto centrado en los menores migrantes no acompañados. Plana, que trabaja también con hombres presos en el centro para jóvenes de Quatre Camins, donde hay internos que van de los 18 a los 24 años, considera que ella también saca mucho de este intercambio de experiencias. “Como autora crítica, hacemos un traspaso de mirada, es igual de interesante para los presos, para los artistas y para el público final”.
Lo que no quiere, en ningún momento, es dulcificar o maquillar la situación. “A mí no me interesa hacerlos viajar a Los mundos de Yupi con la fotografía. Es importante que puedan trabajar desde el contexto en el que están y que desde el proyecto no se caiga en el artwashing , no debemos edulcorar su situación”, aclara. Con su discípula Kimberly C., vivieron un flechazo mutuo tras conocerse en un taller. “Nos escogimos de una manera muy rápida e intuitiva, es una tía absolutamente inteligente”. Plana le enseñó a su alumna y colaboradora el trabajo de dos fotógrafos surafricanos, Adam Bloomberg y Oliver Charnarin, que en la década pasada firmaron el influyente fotolibro Holy Bible , en el que sobreimponían imágenes de conflictos recientes sobre textos de la Biblia. “Le mostré ese libro y lo entendió instintivamente, pese a no tener ninguna experiencia previa con el arte contemporáneo. Quiso hacer algo similar con esos folletos que se quedan en la cárcel”.

Algunas de las participantes en el taller de 2023, en el patio de Wad-Ras
Marta FábregasLa otra experiencia de mentoría de Plana tuvo el peor desenlace posible. Bea D. fue una interna que participó en el proyecto en 2022 y hace unos meses murió asesinada a manos de su pareja, cuando ya había conseguido salir de la cárcel. Todo el libro está dedicado a ella y se incluyen en él algunas de las fotografías del reportaje que hizo, titulado 24 horas en Wad-Ras , encuadres del economato y de los objetos que marcan el día a día en prisión. La que fue su mentora la recuerda como una mujer muy joven “que tenía una mirada muy política y rabiosa, detectaba puntos de la violencia carcelaria y los quería fotografiar”. La noticia de su muerte la perturbó y entristeció enormemente, pero no le sorprendió. “Y me enfada que sea así”, puntualiza.

La presa Amy, de Wad-Ras, quiso retratar las cicatrices de sus compañeras en un proyecto guiado por Laia Abril titulado 'Resiliencia'
AmyLaia Abril, que ha trabajado en torno a la misoginia en proyectos como On Rape , recientemente adquirido para la colección del Reina Sofía, tuvo también una conexión instantánea con Amy, la presa a la que guió, que decidió fotografiar las cicatrices de sus compañeras internas en un trabajo que tituló Resiliencia . “La ayudé a conceptualizar, pero desde el primer momento en que cogió la cámara me quedé impresionada: la primera y la segunda foto que hizo ya eran perfectas. En pocas sesiones produjimos muchísimo, ella tiene una capacidad y una sensibilidad innatas, solo le di algo de apoyo y consejos de luz y encuadre. Fue increíble ver como consiguió esos retratos fabulosos”.
Además de las fotos de las internas, el libro incluye un reportaje de la fotorreportera Sandra Balsells centrado en tres hermanas chilenas, Javi, Coni y Bárbara, que estuvieron presas al mismo tiempo en Wad-Ras. Balsells explicó en la presentación del proyecto, que tuvo lugar en el Museu de l’Art Prohibit, hasta qué punto le impactaron los muros de la cárcel, y las puertas vigiladas que hay al final de cada pasillo, a pesar de su larga experiencia fotografiando las secuelas del conflicto en los Balcanes o la llegada de migrantes a Lampedusa. “Detrás de esas fotos hay muchas horas de confidencias y conversación, retraté a las hermanas durante su día a día, su ocio, su trabajo… Me hizo pensar hasta qué punto nuestras vidas están moldeadas por el azar”.
Cuando cierre por fin Wad-Ras en 2027 tras casi dos décadas de retrasos y proyectos incumplidos, todas estas imágenes cobrarán especial valor. Cerrará la cárcel más antigua de Catalunya, en funcionamiento desde 1915, y ese lugar de extraño aspecto escolar (Naty S. Define esa cárcel como “una casa de colonias” en comparación con Brians, más dura) se convertirá en bloques de viviendas protegidas.
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