Y Morante de la Puebla volvió a ser el torero de la suerte aciaga en Santander

Veníamos surfeando la ilusión con las hipnóticas imágenes en bucle de Nazaré (Portugal), donde se levantan olas gigantes. Aquellos naturales inalcanzables inundaron las redes con lentitud de péndulo y el trazo del tiempo. El tsunami de Morante de la Puebla también pasó por allí con imborrable huella, y llegó a Santander con la fuerza imparable de una temporada antológica.
Pero volvió este miércoles de ceniza o cenizo a ser Morante el torero de la suerte aciaga, la fortuna esquiva en los sorteos. No giró la cara con admirable entereza ante un destino que se elevó como una pared imposible, infranqueable. Y, aún así, en la peor de la tardes, deja fotografías sólo a su alcance.
El mano a mano con Juan Ortega había colgado el primer cartel de "no hay billetes", antes de que Roca Rey acabase con el papel en sus dos fechas. Se medían con diferentes ganaderías -El Pilar, Domingo Hernández y Álvaro Núñez- que frustraron el espectáculo con sus bajas prestaciones y en el caso de los pilaricos con muy deficiente presentación. El único buen toro, un notable domingohernández digno de triunfo, fue para Ortega, que no redondeó, apuntando y apuntando mucho sin alcanzar el disparo. Le queda otra tarde.
Decidió el maestro abrir su lote de tres con el toro de El Pilar, altón, levantado del piso, sacudido de carnes, estrecho y de lavada expresión. Niñito no respondió a su reata, y midió mucho a Morante desde su contado poder, mirón y durmiéndose en las suertes. Contaba con eso que más complica el toreo de MdlP, el viaje exiguo que se queda por debajo o por detrás. La corta faena fue, sin embargo, de mucho aguante. Sobre todo, por la mano izquierda, amagado el toro; hubo un natural portentoso. El esfuerzo no se estaba sintiendo en los tendidos, y abrevió con una buena estocada lo que había comenzado tan toreramente.

Juan Ortega se estrenó con un toro de Domingo Hernández bajo y recortado, un dije que no se dejó torear con el capote. Brilló con unas tafalleras interpretadas en medio de un silencio casi de Sevilla; el broche del quite -una media que nace como chicuelina y se enrosca con barroquismo- se coreó con ole de Maestranza. Por alto no se había visto la notable humillación de Bodeguero, que iría desarrollando virtudes bravas. Ortega planteó y cerró faena rodilla en tierra y genuflexo: todavía revolotea el natural de final de faena en esa posición. Pero entretanto la obra apuntó mucho sin redondearse. Eso sucedió con tres series por la mano derecha con un denominador común: la curva y que ninguna acabó como debía. A tres buenos derechazos nunca les seguía el cuarto en el mismo nivel y la coda del remate se ensuciaba o atascaba. Faltaba sitio y engancharlo.
La única serie por la mano izquierda fue la mejor, muy cara, cuando el toro de DH se decantó con categoría y JO se lo hizo muy bien: la muleta al hocico y un trazo más a favor de obra. Hubo majeza en todo y un pinchazo penalizó, es cierto, pero con ese toro hay que dejar una memoria mayor, especialmente en una tarde donde la bravura se convirtió en un bien tan escaso. Cuatro Caminos ovacionó tanto el arrastre como al sevillano.
Morante de la Puebla se contrarió de mala manera cuando atisbó las escasas posibilidades de su toro de Domingo Hernández en el tercio de banderillas, de tal modo que golpeó con la ayuda el burladero. Realmente desde que salió no había hecho nada para la esperanza, marcando querencias, arrollando más que embistiendo por ley. Ya se vio en el saludo especial, apenas asido medio capote, en aquellos gráciles recortes del mago que cada tarde se saca de la manga cosas imprevistas. De uno de aquellos encuentros, tan vozalones que asustan, salió Morante despedido contra las tablas en un tantarantán. El domingohernández confirmó en la muleta todo lo malo, agarrado al piso como si no hubiera mañana. MdlP cortó por la sano pero cabreado y sin tino con el acero: un espadazo enhebrado entre pinchazos causó escándalo.
Juan Ortega gastó mucho tiempo con un torete de triste y gacha presencia del Pilar, tan poca cosa por fuera como por dentro. Sus malos apoyos lastraron aún más todo. La insistencia no obtuvo brillos. Un pinchazo, media estocada y silencio.
Parecía como si, dejados para el final los toros de Álvaro Núñez, serían el postre goloso. Desde luego de Morante de la Puebla no lo fue. Bien colocado de pitones pero nunca colocando la cara. Tan suelta. De las cosas a corregir en la nueva ganadería, la más urgente es ésta. Picaba como una avispa. Temperamento o genio. Tropezó un sinfín de veces la muleta de un torero enfadado con su destino, contraviniendo a veces la razón en el arrebato. La gente estaba a chufla desde que había dejado la brega en manos de Iván García, pero MdlP no lo estaba. Sino muy serio, y grave, y rebelado contra la fortuna. Expuso lo suyo con una pasión ajena a un tipo de 45 años, queriendo sacar en un limpio imposible los pases vehementes. Cambió incluso al toro de terrenos cuando apuntaba querencias y más se defendía. Nada. Cazó un espadazo y le agradecieron el esfuerzo, que en verdad hubo.
Y el postre de Álvaro Núñez para Juan Ortega tampoco. Menos violento pero defendiéndose y huérfano de bravura, fondo y clase para tirar hacia delante. Quiso Ortega interpretar un saludo morantista a una mano que por poco acaba mal. Un quite por chicuelinas sacó la espina. No hubo causa ni caso con la muleta, muy tropezada también. Se acordaría del buen toro de Domingo Hernández que se arrastró íntegro y sin cuajar.
PLAZA DE CUATRO CAMINOS. Miércoles, 23 de julio de 2025. quinta de feria. Lleno de «no hay billetes». Toros de El Pilar (1º y 4º), de deficiente presentación y deslucido juego; armónicos los de Domingo Hernández (notable el 2º y agarrado al piso el 3º); Álvaro Núñez, bien presentados (un 5º de genio y suelta cara y un 6º sin fondo y a la defensiva).
MORANTE, DE TURQUESA Y PASAMANERÍA BLANCA. Estocada (saludos); pinchazo, estocada que enhebra, dos pinchazos y estocada pasada (silencio); estocada trasera (ovación).
JUAN ORTEGA, DE VERDE MANZANA Y ORO Pinchazo y estocada trasera y desprendida. Aviso (saludos); pinchazo y media estocada. Aviso (silencio); pinchazo y estocada rinconera. Aviso (silencio).
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