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La UFC y la violencia. Por qué Ilia Topuria hizo su trabajo al golpear a su rival en el suelo

La UFC y la violencia. Por qué Ilia Topuria hizo su trabajo al golpear a su rival en el suelo

Ilia Topuria ya es doble campeón en la UFC. Su victoria ante Charles Oliveira le permite ostentar el cinturón del peso Ligero, después de haber dejado vacante el de peso Pluma conquistado ante Alexandre Volkanovski y defendido con éxito ante Max Holloway. Tres knockouts consecutivos ante tres grandes leyendas de la empresa de MMA (Artes Marciales Mixtas) más importante del mundo, que coloca al hispanogeorgiano como la gran cara de la UFC. Este último éxito ha generado controversia en España, exhibido en redes sociales, por la manera de finalizar el combate por parte de Topuria: golpeando el rostro de Oliveira inmóvil y tirado en el suelo.

La escena es violenta, de extrema dureza. Analizando simplemente ese corte de cinco segundos, se observa a Topuria ejecutando dos golpes de martillo (puño cerrado e impacto con el dorso de la mano de arriba abajo). Charles Oliveira había sido noqueado antes en el primer puñetazo de la combinación ejecutada por el hispanogeorgiano. El brasileño no responde ante los dos golpes de finalización del español, ni un movimiento de brazos. Estaba dormido, con el rostro ensangrentado, brecha abierta y varios hinchazones. Una vez no hubo reacción, el árbitro interrumpió el combate.

Las críticas no tardaron en llegar. Se catalogó a Topuria de cobarde. Es la regla que todos hemos oído alguna vez: no se golpea a alguien cuando está en el suelo. En el deporte de contacto por excelencia, el boxeo, está prohibido. Ni siquiera al más fascinado por la violencia le generará demasiado atractivo ver a un peleador recibir dicho castigo sin posibilidad de reacción. Hasta ahí, todos de acuerdo. Ahora viene el plot twist. Topuria hizo lo correcto al emplear el hammer fist como método de finalización. Es su trabajo.

La polémica es nueva en España, pero tan vieja como la propia popularización de las MMA a nivel internacional. Curiosamente, en Las Vegas, epicentro de la UFC durante este fin de semana. No fue el combate de Topuria el que se llevó los focos de las críticas por los golpes de martillo, sino el enfrentamiento entre Gregory Rodrigues y Jack Hermansson. El luchador brasileño tumbó al noruego con un derechazo, este cayó con los brazos extendidos y Rodrigues le ejecutó un hammer fist antes de que el árbitro interrumpiese la pelea. Su rival estaba indefenso.

Para muchos espectadores, el golpeo fue violento —más que el de Topuria, todo sea dicho—, y, sobre todo, innecesario. Rodrigues explicó su versión lejos de cualquier remordimiento: "Lo primero de todo, me da igual lo que diga la gente. Cuando entras a la jaula, firmamos el contrato y podemos hacer todo. Si Jack estuviese en mi posición, hubiera hecho lo mismo, ¿por qué me iba a enfadar con él? Cumplió con su deber. Espero que esté bien, es un guerrero como yo. No voy a parar hasta que el árbitro diga basta. Simplemente, hice mi trabajo y seguiré haciéndolo. Eso es lo que hago, eso es lo que él hace, es así".

Hay varias verdades, y alguna cosa matizable, en sus explicaciones. Efectivamente, todos los peleadores de la UFC habrían actuado igual. El combate en esta modalidad solo acaba cuando el árbitro decide que uno de los contrincantes no tiene capacidad de reacción suficiente y que su integridad física está en juego. Es decir, tiene que comprobar de manera fehaciente que está KO y, en la práctica, esto solo se puede ver con el rival ejecutando algún tipo de golpe y comprobando que no puede defenderse.

La importancia del árbitro

¿Por qué se encarga el árbitro? Es la autoridad dentro del octógono. No tiene sentido esperar que sea el rival quien, en décimas de segundo y con la adrenalina por las nubes, pare la pelea porque crea que su rival está sometido. Ellos firman un contrato y se juegan una bolsa de dinero por victoria. ¿Podía haber visto Topuria que Oliveira ya estaba KO y que esos hammer fists eran innecesarios? Ha habido casos, pocos, pero casos. También han existido ejemplos de peleadores que han perdonado a su rival en el suelo y que, un minuto después, se han ido a dormir por dejar recuperarse al rival.

El propio Topuria estuvo cerca del KO ante Jai Herbert en el 2022 después de una tremenda patada, pero el británico se lo pensó demasiado y ofreció unas preciadas centésimas de segundo que permitieron al español recuperarse. Un asalto después, Ilia celebraba su victoria. Por cierto, ahí sí vio claro que su rival estaba fuera de combate y no ejecutó más golpes de los necesarios.

Foto: Topuria, un instante antes de noquear a Oliveira. (Reuters/Stephen Sylvanie)

A diferencia del boxeo, no existe ningún tipo de cuenta. El árbitro decide todo (la puntuación, si el combate no acaba por algún tipo de KO o sumisión, la deciden a posterior los jueces) solo por su interpretación. Esto ha llevado lugar a numerosos errores. Por ejemplo, Herb Dean, quizás el más mediático de los árbitros, paró el combate entre Ben Askren y Robbie Lawler al entender que este último había sucumbido a una llave de sumisión. Lawler, nada más sonar la campana, se levantó como si nada, pidiendo explicaciones. La cara de Dean lo decía todo: "Lo siento, no lo entiendo". Una vez que el árbitro detiene la pelea, el resultado es inamovible.

Como dijo Rodrigues, "solo hacía mi trabajo", aunque afirmó algo no del todo correcto. No todo vale. Son muchas las técnicas o golpes prohibidos en la UFC. Se puede repasar en su reglamento. Algunos movimientos se han ido prohibiendo, o autorizando, con el paso del tiempo. Ahora, por ejemplo, no se permite utilizar un piquete de ojos, codazos con la punta del hueso en sentido descendente, golpeo en la parte trasera de la cabeza...

El debate se generó en España y, de momento, Ilia Topuria no ha respondido a la polémica. Apenas un minuto después de la famosa imagen de los puñetazos en el suelo, Charles Oliveira se recuperó y se abrazó con Topuria, compartiendo una estampa de respeto habitual en los postcombates de la UFC. Ambos mantenían ya una buena relación previa.

placeholder Topuria y Oliveira, en el post. (Reuters/Stephen R. Sylvanie)
Topuria y Oliveira, en el post. (Reuters/Stephen R. Sylvanie)

Las MMA son un deporte violento y no apto para todos los estómagos. Y poco se puede argumentar ante quien asegure que la agresividad salvaje vista en las veladas de la UFC es demasiado como para ser considerado un deporte de masas (el periódico El País, por ejemplo, omite la información de MMA por línea editorial, o, como compartió Antoni Daimiel en X, la emisión de dichas imágenes debería estar regulado como indica la Ley General de Comunicación Audiovisual).

La aceptación de la violencia como espectáculo es un debate legítimo. Pero Topuria volverá a efectuar ese golpe contra su rival para que el árbitro pare el combate, como marcan las normas, y cómo tiene que hacer. Ni fue un golpe cobarde, ni fue sádico. Oliveira habría hecho exactamente lo mismo si la situación fuera a la inversa. Inserte el nombre de cualquier peleador, o peleadora, de la compañía. Es su trabajo.

El Confidencial

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