La víctima, el villano y la falacia de la ‘familia’... (Opinión)

Nunca nadie dijo: ‘el fútbol es de los futbolistas’. Y nada es más cierto. Armados del toque de talento con los que vinieron al mundo se ponen y se quitan, de acuerdo con la circunstancia, el traje de héroe si las cosas van bien y el de víctima si la mano viene mal. Jamás serán villanos, nacieron para ser ídolos.
Al calor de la ‘familia’Pero ¿qué pasa cuando son ellos los que tuercen los caminos, los que ‘voltean’ los proyectos si nos les gustan algunos tratos, los que sacrifican la ilusión del hincha en pos de sus intereses particulares? Porque pasa… más de lo que creen.
Cuando dicen que tal equipo es ‘una familia’, ¿hablan de la disfuncional en la que habitamos casi todos o de esa idea perfecta, e irreal, de empalagosa paz y armonía? Porque en el plano real solo una de ellas existe. Y es la que, conociendo sus miserias, no esconde los pecados, los enfrenta.

Juan Fernando Quintero Foto:América de Cali
A la familia del América, por ejemplo, Juan Fernando Quintero le está saliendo carísimo. Todos sabían al contratar a un jugador de 2,5 millones de dólares que así sería, pero nadie creyó que pasaría de rogar por venir a renegar por estar en solo cinco meses.

Juan Fernando Quintero Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
En su legítimo derecho de cobrar por su trabajo amenaza con llevarse por delante la estabilidad del club, que efectivamente tiene que responderle por sus pagos aunque sea solo un intermediario con los empresarios que prometieron sufragar sus gastos y, al parecer, incumplieron. Se irá igual que de Racing y de River y de Junior y del DIM y de Porto y Shenzhen… porque el universo no terminará nunca de hacerle justicia a la magia de su pierna zurda. Los diablos rojos, que con él compraron la ilusión de un título, lo verán con los bolsillos llenos y las vitrinas vacías. No importa cuándo lo leas…

Nacional Foto:Jaiver Nieto EL TIEMPO
Ni qué decir de la familia de Atlético Nacional, que está viendo cómo del exitoso y envidiado proyecto que estaba por encima de todos los entrenadores, evidentemente no está por encima de los jugadores. El mismo equipo que lo ganó todo en diciembre ahora está cansando, sin rumbo, sin ‘toque’, sin gol, sin ambición, porque al parecer el tipo de la raya nos les gusta. ¿Y el club que les paga, tampoco? Suponiendo que Gandolfi fuera el más desatinado entrenador de todos los tiempos, ¿cómo se explica que en la Copa Libertadores esos mismos que hoy arrastran las piernas hayan corregido los desatinos de su DT en los partidos en Brasil y hayan ganado en el Atanasio, ellos porque el fútbol es patrimonio suyo, el cupo a octavos de final? ¿Cuál era el incentivo? ¿Se agotó la pócima en los cuadrangulares de Liga o deliberadamente dejaron ir la final? Perdonen pero es imposible no sospechar.
Víctimas y verdugos
Jugadores de Junior. Foto:Vanexa Romero/ET
Lo del Junior de Barranquilla es para estudio de la Nasa: a los jugadores que llegan allí no les sirve ni el entrenador complaciente ni el exigente, ni el nacional ni el extranjero, ni el amo de la conciliación -Luis Fernando Suárez- ni el patán de ring de boxeo -César Farías-. Aunque son la envidia del país por el tamaño y el cumplimiento de sus salarios van año a año cosechando frustraciones, abanicándose en el malecón mientras su hinchada, con razón, les da la espalda. ¡Y tienen las agallas para reclamarles! Pero eso sí, una vez salen de ‘Quillami’, todos esos que no servían de repente son ídolos, figuras, hasta finalistas de Liga. En fin, la coherencia.
Es verdad que son una especie particular los futbolistas, que con ellos la tarea de la adulación jamás está terminada, que siempre estaremos los mortales en deuda con su talento. Pero un día ellos, que han sabido ganar muchas valerosas batallas, deberían dejar de mirarse el ombligo y atender a lo que les da sustento: la afición. Si no le dan el espectáculo que pide no hay negocio, no hay juego. El fútbol es un pacto de esclavitud de doble vía. No crean que, porque son de oro, no van a herirlos las cadenas.
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