América para Trump, América Latina para Marco Rubio

América para Donald Trump y América Latina para Marco Rubio. Dos agendas que corren por separado como vías de tren, pero se cruzan en ciertos territorios.
El 26 de junio Christopher Landau, número dos del Departamento de Estado, confirmó que su país podría abandonar a la OEA (Organización de Estados Americanos) por no resolver problemas graves como lo son el estado fallido en Haití o la dictadura en Venezuela.
La OEA quedó encallada en el océano de las ideologías muchos años atrás.
Fidel Castro y Hugo Chávez llamaban a la OEA el ministerio de las colonias, es decir, operada desde Washington, y así navegó el organismo durante la segunda mitad del siglo pasado. Ya en el siglo XXI, la OEA quedó apretujada por varios mecanismos creados por el chavismo.
“Si López Obrador se burló de la OEA, y ahora lo hacen Nicolás Maduro y otros presidentes, muy bien, nosotros responderemos más allá de la OEA”, me comenta una fuente que conoce los debates internos sobre el organismo continental por parte del gobierno del presidente Trump.
Los presidentes Lula y Petro desearían que los problemas con Estados Unidos no tuvieran un alcance más allá de la OEA. La extrañan. Es el presidente Trump quien presiona directamente la situación judicial de los expresidentes de Brasil y Colombia, Jair Bolsonaro y Álvaro Uribe, respectivamente.
Canadá tampoco se salva. El inminente reconocimiento a Palestina como Estado, ha llevado a Trump a condicionar el futuro del acuerdo comercial.
Nadie extraña a la OEA; la Casa Blanca actúa directamente bajo sus intereses.
AMLO y Maduro impusieron sus dogmas para asfixiar a la OEA y al Grupo de Lima. AMLO impuso una diplomacia dogmática y, junto a Morena, impulsó el Grupo de Puebla. Donald Trump usa una diplomacia dogmática. Argentina, El Salvador y Ecuador, los amigos de Washington. Cuba, Venezuela, Nicaragua y México, enemigos de Marco Rubio.
Recordemos, América para Donald Trump y América Latina para Marco Rubio.
Marco Rubio no deja de tener en la mira al partido de AMLO, Morena. No le tiene confianza. Públicamente ha mencionado que gran parte del territorio mexicano está controlado por los cárteles del narcotráfico.
A finales de abril, Rubio reveló a un grupo cercano que la relación con México no sería la misma que la que tuvo el primer gobierno de Donald Trump.
Quienes conocen a Rubio saben que la “pausa” de AMLO al embajador Ken Salazar, que por cierto, se trataba de un berrinche figurado, porque el verdadero enojo de AMLO fue con el Gobierno de Estados Unidos, no se le ha olvidado.
Por esta razón, existen varios funcionarios del actual gobierno mexicano que son ignorados por Washington; todos cercanos a AMLO. Confían en García Harfuch, pero a otros los evitan. Una de ellas, la secretaria de Gobernación, siendo la seguridad el tema condicionante de la relación bilateral.
O actúas o actúo. El quid pro quo es seguridad por comercio. Ir contra los políticos que ya no tienen visa, o quedarse sin acuerdo.
Los hilos de la diplomacia mexicana están en el edificio Harry Truman, es decir en la sede del Departamento de Estado, mejor conocido como Foggy Bottom, por el nombre del barrio, en Washington. Cualquier coqueteo con las dictaduras en su apoyo antiestadounidense, será evaluado en 90 días.
La OEA encalló hace muchos años; Morena, hace pocas semanas.
Morena es el enemigo de Rubio.
Eleconomista