Más tecnología

La creación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en el centro de las ciudades, a las que solo pueden acceder coches con ciertas clasificaciones ambientales, sobretodo eléctricos, despierta recelos en algunos colectivos ciudadanos. Uno de ellos es el Real Automóvil Club Vasco Navarro, que ha interpuesto un recurso contra las ZBE de Bilbao y San Sebastián al considerar que discriminan a los conductores con menor poder adquisitivo, para quienes los vehículos eléctricos siguen siendo demasiado caros.
Las quejas de estos automovilistas ilustran a la perfección la tesis del ex primer ministro británico Tony Blair, que considera que uno de los principales riegos a los que se enfrenta la transición energética es que los países desarrollados impongan a sus ciudadanos medidas que les obliguen a realizar sacrificios económicos y cambios en su estilo de vida, sobre todo cuando van a tener un impacto limitado en la reducción global de emisiones de CO2, como es el caso de la Unión Europa que sólo genera el 6,5% del total.

Cartel que delimita la Zona de Bajas Emisiones en Barcelona
David Zorrakino / Europa PressTodos compartimos la necesidad de reducir las emisiones en general y del transporte en particular, pero lo cierto es que la UE ha elegido un camino que apuesta por una única solución −el coche eléctrico−, cuando la forma más rápida de cumplir este objetivo es aprovechar todas las tecnologías disponibles. Y entre estas tecnologías debe figurar el motor de combustión, que cuando funciona con combustible renovable reduce sus emisiones netas de CO2hasta en un 90%, por lo que es una opción válida para disminuir a corto plazo nuestra huella de carbono.
Pese a estas evidencias, la UE se mantiene firme en su decisión de prohibir el motor de combustión a partir de 2035. Las autoridades comunitarias siguen sin entender que la transición energética no consiste en prohibir determinadas tecnologías, sino en facilitar la competencia, de forma que la reducción de emisiones sea más rápida y cada conductor tenga a su alcance la solución que mejor se adapte a sus necesidades. La prohibición del motor de combustión es un buen ejemplo de cómo los políticos europeos han tomado decisiones sin una base racional sólida, más fundamentadas en cuestiones ideológicas que en los avances de la tecnología. La consecuencia ha sido una profunda crisis del sector de la automoción, que se ha visto obligado a realizar inversiones millonarias en el desarrollo de nuevos coches eléctricos, que no han logrado ventas esperadas ante la falta de confianza de los conductores y la competencia china.
La Comisión Europea debe dejar a un lado esa transición energética ideologizada que nos ha llevado a tomar tantas decisiones erróneas y apostar por una transición inteligente, un proceso ordenado y pragmático que permita reducir emisiones y mejorar la competitividad, preservando la industria como fuente de progreso y bienestar. Un primer paso sería dar marcha atrás a la prohibición del motor de combustión. Aún estamos a tiempo de cambiar de rumbo.
lavanguardia