¿Puede una nota a pie de página salvar a la Reserva Federal?

FALMOUTH, UK -La independencia de la Reserva Federal de Estados Unidos vuelve a estar en la mira. A finales del mes de mayo, el presidente de la Fed, Jerome Powell, se reunió en la Casa Blanca con el presidente Donald Trump “para hablar sobre la evolución económica”, como lo expresó la Fed con aspereza en un comunicado posterior a la reunión. Los participantes del mercado se preguntarán qué sucedió.
Celebrada a petición del presidente, la reunión fue excepcional, pero no inédita. Los presidentes de la Fed se han reunido con otros presidentes en ocasiones, aunque esas ocasiones generalmente no fueron muy propicias. En 1965, William McChesney Martin se reunió con Lyndon Johnson en el rancho de LBJ en Texas. Johnson temía que una subida de tipos de interés de la Fed hubiera obstaculizado el crecimiento y anticipaba unas elecciones intermedias difíciles.
LBJ confrontó al presidente de la Fed tanto física como verbalmente, utilizando su considerable corpulencia para acorralar a Martin contra la pared. El impacto en la política de la Fed sigue siendo controvertido hasta el día de hoy. El presidente Richard Nixon se reunió con su presidente de la Fed, Arthur Burns, en numerosas ocasiones, presionándolo regularmente para que implementara políticas monetarias expansivas, algo que Burns cumplió amablemente.
En 1984, ante la inminente llegada de nuevas elecciones, Ronald Reagan convocó a Paul Volcker a la Casa Blanca, donde James Baker, jefe de gabinete del presidente, le ordenó no subir los tipos de interés. Ben Bernanke se reunió repetidamente con George W. Bush durante la crisis financiera mundial, cuando la cooperación para evitar el colapso del sistema financiero era imperativa. El propio Powell cenó con Trump en la Casa Blanca en 2019.
Las reuniones periódicas no suponen una amenaza para la independencia del banco central. La independencia exige rendición de cuentas, y al describir las prioridades y la perspectiva general de la Fed al presidente, este demuestra responsabilidad ante el público. Pero, como en el caso de Nixon y Burns, un presidente que arenga regularmente al presidente de la Fed, en concreto sobre la política de tipos de interés, amenaza dicha independencia.
Trump, por supuesto, ha criticado repetidamente las decisiones de la Fed sobre los tipos de interés. El comunicado posterior a la reunión emitido por la Fed se cuidó de mencionar que no se abordaron las “expectativas de política monetaria”. Hasta aquí todo bien, suponiendo que el comunicado pueda tomarse al pie de la letra. El segundo acontecimiento que planteó interrogantes sobre la independencia de la Reserva Federal fue la decisión del 22 de mayo de la Corte Suprema en el caso Trump v. Wilcox, en la que la Corte concedió una solicitud de la administración para permitir al presidente despedir a miembros de agencias gubernamentales independientes como la Junta Nacional de Relaciones Laborales, que supervisa las elecciones sindicales y las leyes laborales.
Técnicamente, la Corte suspendió un fallo de un tribunal inferior que habría suspendido la facultad de destitución del presidente, sugiriendo que la discreción presidencial está justificada porque los miembros de la NLRB “ejercen un poder ejecutivo considerable”. En otras palabras, son miembros de facto del poder ejecutivo, subordinados al presidente. Esta lógica parecería poner a la Reserva Federal directamente en la mira de Trump.
Pero en un fallo de 6 a 3, la mayoría de seis miembros de la corte eximió explícitamente a la Reserva Federal. “La Reserva Federal”, razonaron los jueces, “es una entidad cuasiprivada con una estructura única que sigue la distintiva tradición histórica del Primer y Segundo Banco de los Estados Unidos”.
Este argumento podría considerarse un sólido respaldo a la independencia de la Reserva Federal, excepto que es inexperto, ilógico y ahistórico. El Primer y el Segundo Banco de los Estados Unidos, que desempeñaron funciones limitadas en nombre del gobierno entre 1791 y 1836, eran bancos privados, y punto. Además de prestar servicios de depósito al gobierno, competían con otros bancos, otorgando préstamos comerciales. Su carácter privado no era nada cuasi.
En contraste, la Junta de la Reserva Federal -suponiendo que a eso se refieren los jueces cuando escriben “Reserva Federal”- está compuesta por siete funcionarios públicos nombrados por el presidente. El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), responsable de la política de tasas de interés, incluye a esos siete miembros de la junta y a cinco presidentes regionales de bancos de la Reserva, quienes son nombrados por los directores de los bancos de la Reserva, sujetos a la aprobación de la Junta de la Reserva Federal. Los bancos regionales de la Reserva son los que más se acercan a ser “cuasiprivados”, ya que ciudadanos privados forman parte de sus juntas. Pero argumentar que esto mismo ocurre con el FOMC o con el Sistema de la Reserva Federal en su conjunto es una falacia.
Más allá de la gobernanza de la Fed se encuentra el alcance de su autoridad. El Primer y el Segundo Banco de los Estados Unidos carecían de autoridad estatutaria para regular a los bancos, un mandato clave de política pública de la Fed.
Para justificar su decisión, la mayoría citó un fallo anterior, Seila Law LLC contra la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, en el que el Tribunal confirmó la facultad del presidente para destituir a los directores de agencias dirigidas por un solo director y no por una junta. Esa decisión incluyó una nota a pie de página que indicaba que el Segundo Banco y la Reserva Federal “pueden reclamar un estatus histórico especial”. Sin embargo, no proporcionó ninguna base legal para dicha afirmación ni un juicio sobre su validez. La nota parece una alucinación de ChatGPT.
Eliminar los controles sobre los poderes presidenciales mientras se exime arbitrariamente a la Reserva Federal abre la puerta a no eximirla arbitrariamente. Los defensores de la independencia de la Reserva Federal deberían estar preocupados. Quizás de eso hablaron Trump y Powell.
El autor

Barry Eichengreen, profesor de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley, es autor, más recientemente, de In Defense of Public Debt (Oxford University Press, 2021).
Copyright: Project Syndicate, 1995 - 2025 
Eleconomista