Todas las fichas al novillo, la soja deberá esperar

Toda la expectativa del agro está puesta en el discurso que pronunciará este sábado el presidente Javier Milei al inaugurar la Exposición Rural de Palermo. Si bien durante la semana había trascendido que podría haber algún anuncio referido a las retenciones, desde el Gobierno se ocuparon en desactivar cualquier esperanza respecto a la reducción de los derechos de exportación para los granos. Es el tema excluyente entre las tribulaciones del campo.
Lo que sí habría es una eliminación de las retenciones para la carne de novillo (hoy en 6,75%), lo que si bien no tendría un fuerte impacto en la macro (totalizan unos 100 millones de dólares) significarían un fuerte estímulo para la producción ganadera. La Rural es una exposición eminentemente ganadera y un anuncio en tal sentido remataría una semana jalonada por múltiples encuentros del gobierno con la dirigencia del sector.
Lo que cabría esperar, de concretarse el anuncio, es una mejora de los términos de referencia entre los insumos para producir carne y el precio del novillo, lo que debería traducirse en un mejor margen para el engorde. Esto puede derivar en un aumento del peso de faena, ya que a medida que los animales incrementan de peso, desmejora el índice de conversión. Hacen falta más kilos de maíz para producir un kilo de carne. Con una relación más atractiva, convendría “echarle más kilos” alargando el ciclo de engorde.
Aumentar el peso de faena es un viejo anhelo de la industria frigorífica. Pero también mejoraría el índice de extracción del rodeo nacional, donde las dos rémoras son el bajo índice de destete (terneros logrados por total de vientres en producción), y faenar animales chicos. Procesar un novillito de 350 kilos tiene el mismo costo que si pesara 450. De lograrse esto, bajaría el costo industrial, y además habría más carne en el mercado.
Esto ayudaría a disipar el temor de un traslado del mejor precio del ganado en pie, al precio de la carne en góndola. Habría más carne para exportación en un momento de escasez global, y es conocido el hecho de que cuando mayor es la faena para exportación, hay más asados, y otros cortes que no se embarcan, en el mercado interno. Por otro lado, la notable expansión del consumo interno de cerdo (la de pollo se mantiene más estable) gracias a su mejor precio relativo, disipa el meneado efecto sobre “la mesa de los argentinos”.
Una mejora en la ecuación del engorde y de la industria se traducirá en una mayor demanda de terneros, y esto derivará al final del día en un estímulo a la cría. Así que el efecto de una medida que parece poco trascendente, tendría un fuerte “efecto difusión” sobre toda la cadena de ganados y carne.
Vayamos ahora al tema granos. Los derechos de exportación de la soja volvieron en julio al 33%. Se habían bajado al 26% con el objetivo de impulsar un rápida liquidación de la cosecha. El Gobierno necesitaba anticipar el ingreso de divisas, objetivo logrado. Lo notable es que el precio interno de la soja no bajó “pari passu” con el aumento de la gabela, a pesar de que Chicago mantuvo la tendencia descendente. Esto fue consecuencia de que los exportadores, que son los que liquidan los dólares, necesitaban hacerse de la mercadería para procesar y embarcar. En otras palabras, trasladan al mercado el “beneficio” de haber liquidado las operaciones registradas durante la vigencia del 26%.
Durante la semana, trascendió que el Gobierno había avanzado con la idea de implementar un mecanismo de compensación por las retenciones de los granos. Consistiría en otorgar bonos BOPREAL por el 50% de los derechos de exportación, una medida acorde con lo que hemos planteado en esta columna durante años como “the second best”, la segunda mejor alternativa ante la imposibilidad de sacrificar un ingreso fiscal de 10 mil millones de dólares. Pero el rechazo de la dirigencia ruralista sirvió para que rápidamente el Gobierno cajoneara la idea. Así que por ahora el poncho seguirá sin aparecer.
Clarin