Volver al examen oral

Aldous Huxley decía que el ser humano crea nuevas tecnologías sin tener ni idea de cuál puede ser su impacto en la propia naturaleza humana. La reflexión es casi trivial si pensamos en tecnologías como la electricidad o el motor de combustión. Pero es más trascendente cuando la nueva tecnología altera cómo generamos, procesamos y accedemos a la información. Cuando modifica, en definitiva, nuestra manera de pensar y argumentar.
Me explicaba un colega de claustro que a Sócrates no le gustaba la escritura. Decía que deterioraba la memoria y disminuía el avance del conocimiento, puesto que éste surge del contraste de pareceres mediante el diálogo. Yo añadiría que la persuasión, la seducción del intelecto, se refuerza también cuando una buena oratoria transmite no sólo conceptos sino también emociones. La escritura y la imprenta trajeron, por otro lado, la posibilidad de reflexionar pausadamente, de aplicar la razón, templar las pasiones y expandir las audiencias para las nuevas ideas. Es la Ilustración ante el oscurantismo de la Edad Media. En el mundo contemporáneo nuestra manera de pensar, comunicar y acceder a la información la han transformado la televisión, los ordenadores personales, internet y las redes sociales. La IA es el estadio más reciente de esta secuencia. Con todas estas herramientas tenemos acceso a más información, rápidamente y a bajo coste. Y es más fácil que nunca trabajar con ella. La pregunta es: ¿nos ayudan a pensar mejor? ¿A tomar mejores decisiones?
Razonar Vivimos en la sociedad de la atención, de los mensajes breves y llamativos, algo que va en contra de la concentraciónMe preocupa, en primer lugar, que las propias herramientas de la IA se nos presentan como instrumentos para ahorrarnos trabajo y esfuerzo. Por ejemplo, para escribir un texto. Se olvida que la labor de redacción es, en sí misma, un acto de creación y desarrollo del pensamiento. Las ideas generadas por la IA no son las propias, por lo que su uso indiscriminado atrofia la capacidad de análisis.
Una persona hablando en un auditorio
iStockUna segunda preocupación es la inmediatez asociada no sólo a la IA sino también a la información de las redes sociales. Vivimos en la sociedad de la atención, de los mensajes breves y llamativos, algo que va en contra de la concentración, que es imprescindible para un buen razonar. Finalmente, para tomar buenas decisiones se necesita tener criterio, que es la suma de conocimiento y carácter. Conocer los temas, por experiencia y formación, y tener las virtudes prudenciales para obrar valorando todas las consecuencias de nuestros actos ¿Van a contribuir las redes sociales y la IA a que las nuevas generaciones desarrollen criterio?
Esta es la gran incógnita. Ya es evidente que el uso de las redes sociales se debe moderar. La IA se tendrá que integrar en nuestras aulas asegurando que no deteriora la cultura del esfuerzo y no aumenta la dificultad que tienen las nuevas generaciones para concentrarse. Y para asegurarnos de que estamos en la buena línea, deberemos seguir los consejos de Sócrates. Volver al diálogo y a la oratoria. Volver al examen oral.
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