Mauricio Wainrot: estrenan un documental sobre el coreógrafo del San Martín

Desde sus primeras creaciones para el Ballet Contemporáneo del San Martín, producidas hacia fines de la década de 1970, hasta hoy, el coreógrafo Mauricio Wainrot ha concebido un volumen de más de 40 obras montadas para aquella compañía y también para otros numerosos elencos en el mundo.
Y ahora, transcurridas más de cuatro décadas, una parte de ese camino queda reflejado en el documental Wainrot, tras bambalinas que dirigió Teresa Costantini, cuyo estreno está previsto para el 24 de junio a las 19 en la Sala Lugones del Teatro San Martín. A lo largo de casi una hora van trenzándose fragmentos de algunas de sus obras con episodios de la vida personal de este artista nacido en Buenos Aires e hijo de una familia de inmigrantes judíos polacos. El documental es un recorte de un copioso y largo recorrido que elige, por otra parte, enraizarse en algunos puntos destacados.
En el cine, cualquiera sea su género, la edición se impone; y de las innumerables horas acumuladas se volvió sin duda inevitable para Costantini desembocar en una selección. En este caso estuvo determinada por las implicancias que distintas obras trajeron para su autor.
"Estaciones porteñas". Foto: Gustavo Gavotti/TSM
Sobre La tempestad, de la que se ven fragmentos de ensayos y otros ya en el escenario –todos ellos con intérpretes del Ballet Contemporáneo del San Martín– dice Wainrot: “Entre el 2006 y el 2018 [se refiere a la fecha de estreno original y a la de su reposición] me pasó una tempestad; 12 años en los que me ocurrieron muchas cosas, algunas muy difíciles pero también otras buenas. La tempestad está basada en la última obra que escribió William Shakespeare y es mi creación preferida. Próspero, el personaje principal, es un señor con mucho poder, pero al mismo tiempo un intelectual que ama los libros y las estrellas y es combatido por otros poderes políticos”.
Respecto de su Un tranvía llamado Deseo basado en la obra teatral homónima de Tennessee Williams, dice: “Cuando estudiaba teatro –era muy joven– quería actuar en Un tranvía… y hacer el personaje de Kowalsky, del que me parece que yo tenía el tipo”.
Finalmente, no llegó a hacerlo pero muchos años más tarde volcó este drama al lenguaje coreográfico jugando con lo que la danza permite: incluir personajes que están sólo mencionados en el texto pero que no aparecen físicamente, es decir, que no se corporizan como tales.
Mauricio Wainrot, en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín.
Dos circunstancias más abiertamente personales y de carácter opuesto, aparecen en el documental. Por un lado, la mención de la trágica muerte de Carlos Gallardo, artista plástico, vestuarista, escenógrafo y compañero de vida y de trabajo de Mauricio Wainrot. Gallardo falleció en diciembre de 2008 en un accidente automovilístico; viajaban juntos hacia Córdoba para pasar las fiestas de fin de año: “Yo manejaba por la autopista y por la cantidad de agua acumulada en una bajada, el auto comienza a girar, se desbarranca y chocamos contra un árbol. Lo vi a Carlos tendido y quise morirme”.
Contrastando con este recuerdo sombrío, surge en otro momento una anécdota graciosa que remonta a Wainrot hasta su infancia: “Mi papá me veía bailar –yo tenía unos seis años– y me preguntó si quería estudiar danza; me llevó entonces a la Escuela Nacional de Danza. Había 200 nenas, 200 mamás y yo, el único varón. La directora le dijo a mi papá: 'Su hijo es divino pero demasiado tímido'. Y nos fuimos; mi papá enojado caminaba delante de mí con las manos en los bolsillos. Fue mi primer fracaso en la danza”.
Son varios los testimonios que jalonan el documental: de Paloma Herrera, Julio Bocca, José Miguel Onaindia, María Ricceto, Luis Faldutti, Igor Yebra y Andrea Chinetti, actual directora del Ballet del San Martín y que introduce el tema de Ana Frank: “Mauricio creó el rol para mí y fue algo muy importante descubrir como intérprete el aspecto teatral de un personaje. Empezaba la función y yo ya no era yo; estaba en la piel de Ana, en su sufrimiento y en ese mundo maravilloso que su imaginación había creado”.
Documental "Wainrot, tras bambalinas".
El tristemente célebre diario de la adolescente víctima del nazismo fue la base de la coreografía que abrió para Wainrot la perspectiva de una carrera internacional.
"Ana Frank no fue solo un éxito enorme aquí y la gente la recibió con mucha fuerza porque era una respuesta a los terribles años de la dictadura. También lo fue en un siguiente montaje en Suecia y luego en Alemania. En los dos países ocurrió lo mismo: al terminar no hubo aplausos. Y luego, muy de a poco, comenzaron a sonar cada vez más intensos. Yo tenía una tremenda emoción y me acordaba de mi papá, que igual que mi mamá, había perdido a toda su familia en los campos de concentración nazis”.
La temprana Ana Frank y La tempestad, repuesta recientemente, son dos extremos temporales en la producción de Mauricio Wainrot, que por otra parte, tiene siempre un proyecto coreográfico por delante. Así, Wainrot, tras bambalinas se propone como el retrato de un coreógrafo, de sus deseos, sus ambiciones y sus frutos, pero a la vez se revela como una expresión de la historia de la danza en la Argentina.
*Wainrot, tras bambalinas se presenta el 24 de junio, a las 21, en la Sala Lugones del Teatro San Martín, Corrientes 1530. Habrá dos proyecciones más: el 25 de junio, a las 15; y el 26 de junio, a las 18.
*El martes 24, desde las 19, el Ballet Contemporáneo ofrecerá en el hall del Teatro una suite de Estaciones porteñas, coreografía de Wainrot con música de Astor Piazzolla. Luego, tendrá lugar una charla abierta con el coreógrafo y Teresa Costantini.
Clarin