Desaires públicos: Peña Nieto y Macron, esposas incómodas en escena

En las relaciones públicas, cada gesto cuenta, sobre todo si se es presidente. Lo que en una pareja común podría ser solo una discusión o un malentendido, en el mundo de la política se convierte en escándalo. Eso mismo vivieron Emmanuel Macron y Enrique Peña Nieto, dos mandatarios de países distintos, pero con algo en común: sus esposas los incomodaron públicamente.

Todo comenzó con un video viral: el presidente francés Emmanuel Macron desciende del avión en su gira por Vietnam, y justo al poner un pie fuera, su esposa Brigitte le lanza un manotazo en el rostro. Las cámaras captan el momento. Él sonríe, incómodo. Ella parece indiferente. El clip explota en redes sociales, acumulando millones de vistas.

Aunque Macron minimizó el incidente, calificándolo como una «broma de pareja», la polémica estaba servida. En tiempos donde todo se graba, la espontaneidad también tiene consecuencias. Lo que pudo haber sido un mal momento doméstico, se convirtió en un tema diplomático más.

La escena recuerda inevitablemente a otra pareja presidencial: la del expresidente mexicano Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, conocida como “La Gaviota”. En el sexenio 2012-2018, ambos construyeron una imagen pública de cuento de hadas. Sin embargo, bastaron unos segundos para que todo se viniera abajo.

En 2015, durante la visita de los Reyes de España, Rivera intentó tomar del brazo a su esposo. Peña Nieto evitó el gesto. La incomodidad fue evidente. Los medios no tardaron en hablar de un matrimonio desgastado. Ese no fue el único episodio: en otra visita oficial, mientras recibían al presidente de Francia, la falta de afecto entre ellos fue evidente. Cero contacto visual, cero sonrisas.

Tras dejar la presidencia, Peña Nieto fue visto con una modelo en Madrid. Las imágenes parecían confirmar lo que se venía rumoreando desde hacía años: el matrimonio con Rivera no resistió el escrutinio público. A pesar del silencio oficial, los gestos hablaron por ellos.

Los desaires públicos entre figuras de alto perfil no son solo chismes de la farándula política. Reflejan cómo las relaciones personales también enfrentan presiones cuando están bajo el reflector. Macron y Peña Nieto no solo gobernaban países, también representaban una imagen familiar que debía sostenerse frente a cámaras.

Cuando un líder mundial sufre un desaire, no solo pierde control del momento, sino de la narrativa. Macron tuvo que dar explicaciones; Peña Nieto prefirió el silencio. Pero en ambos casos, la pregunta permanece: ¿cuánto de lo que vemos es real y cuánto una actuación fallida?

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