El PP trata de casar la línea centrista de su familia europea y su relación con Vox

A bodas me convidas. Nada más fácil para Alberto Núñez Feijóo que asumir el discurso del líder del Partido Popular Europeo (PPE), Manfred Weber, que reivindicó en València la moderación frente a a la extrema derecha y bendijo el cordón sanitario de las tres grandes familias políticas democráticas (conservadores, socialdemócratas y liberales) a los ultranacionalistas del FPÖ en Austria.
“No conozco a nadie más centrado que Feijóo”, insiste un dirigente popular cercano al líder ante el nuevo rumbo fijado por Weber, que había flirteado con la extrema derecha ante la hipótesis de que el tripartito que apoya a la democristiana Ursula von der Leyen no alcanzara la mayoría absoluta en las últimas europeas. Ahora, con la Comisión renovada, pone líneas rojas a Patriotas por Europa, el grupo ultra del húngaro Viktor Orbán y también de Vox.
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La fe europeísta, la defensa de Ucrania frente a la invasión de Rusia y el respeto a los derechos humanos –principios que grosso modo comparten los Hermanos de Italia de la primera ministra Giorgia Meloni– son los tres diques de contención que el presidente del PPE levantó contra los embates del autoritarismo. Y, a diferencia de Santiago Abascal, el presidente de Vox, el líder del PP no tiene ningún reparo. Tampoco en el combate de la emergencia climática, como se pide en una de las resoluciones aprobadas en el congreso de València, que el PP suscribe y Vox rechaza de plano.
“El objetivo del PP es obtener más diputados que el bloque gubernamental, para no necesitar a Vox”, analiza el experto en comunicación política y exmilitante del PP Joan López Alegre, que admite que es una meta difícil pero no imposible.
Si Feijóo llega a los 150 escaños y PSOE y Sumar se quedan muy por debajo, sin la posibilidad de reeditar la “investidura Frankenstein”, a los de Abascal no les quedará otra que permitir con su abstención un gobierno en minoría del PP. Ante el dilema de ir de la mano de EH Bildu y no derrocar a Pedro Sánchez, no tendrán alternativa, razona. “Esa es la estrategia de Génova, y no es una locura”, concluye.
Efectivamente, tener a raya a Vox es el mayor quebradero de cabeza del PP desde la irrupción de la formación de extrema derecha en el 2014 y su ascenso, al calor de la crisis económica y del proceso independentista catalán, en toda España.
Lee también¿En toda España? No. Hay un rincón en el norte peninsular donde la hegemonía del PP es absoluta, Galicia. De ahí que Feijóo, que presidía la Xunta sin tener que lidiar con la extrema derecha españolista, tuviera dificultades para dar con la tecla al saltar a la política española.
Entre la estrategia de la madrileña Isabel Díaz Ayuso, que ha hecho suyas, al menos formalmente, las tesis ultranacionalistas hasta conseguir ganar por goleada en las urnas, y la del andaluz Juanma Moreno, paladín de la templanza meridional, las directrices de Weber parecen dar la razón al segundo. “Moreno se ha convertido en uno de los máximos exponentes de la línea política que marca el PPE y su nueva posición en la presidencia del Comité Europeo de las Regiones lo refuerza y consolida su discurso moderado”, celebran en el entorno del presidente de la Junta.
Pero si Ayuso y Moreno han logrado mayorías absolutas, hay otros barones del PP que se ven muy condicionados por Vox, el partido que, al fin y al cabo, les dio la presidencia. Así, si el valenciano Carlos Mazón, tras el programa piloto de Castilla y León, abrió la veda tras las últimas elecciones autonómicas y se arrojó el primero en los brazos de la ultraderecha, la extremeña María Guardiola llegó al pacto arrastrando los pies.
No hay, por tanto, una fórmula mágica para conseguir reducir a Vox al papel de comparsa. Y en Génova se devanan los sesos para hallar la que pueda servir a Feijóo. “Cada uno se busca la vida como puede”, asume una voz autorizada del PP ante el sudoku, que tiene una solución distinta en función del territorio. Pero son los conservadores los únicos que pueden doblegar a la ultraderecha, porque a la izquierda, que la utiliza como espantajo para atacarlos, ya le va bien su presencia en el tablero.
El PPE, contra la amnistíaEl cónclave de los populares europeos en València sirvió también para que el PP recabara el apoyo de sus socios comunitarios a una resolución contra las “injerencias” del poder ejecutivo en el judicial. “Rechazamos los intentos de instrumentalizar políticamente o interferir con el poder judicial. Denunciamos el uso de reformas legislativas ad hóminem –con una condena clara de la amnistía pactada por el PSOE y Junts, “redactada por sus beneficiarios”–, comisiones parlamentarias que investigan supuestos casos de lawfare y leyes de control masivo de datos”, postula el texto que defendió la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, quien reprochó el “abuso de procedimientos legislativos acelerados” como los decretos ley y los “ataques” a la libertad de prensa. Y en un punto que puede afectar a las resoluciones del Tribunal Supremo, el PPE exige a los países miembros el cumplimiento estricto de los dictámenes del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
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