Geopolítica del Ártico: ¿por qué Rusia, EE.UU. y China compiten por el hielo?

La región ártica, antaño un entorno remoto y congelado, se ha convertido en uno de los focos estratégicos más importantes del siglo XXI. Con el deshielo progresivo causado por el cambio climático, potencias como Rusia, Estados Unidos y China se disputan el acceso a recursos naturales, nuevas rutas comerciales y posiciones militares clave.
Según estimaciones del Servicio Geológico de EE.UU., el Ártico podría albergar cerca del 13% del petróleo y 30% del gas natural no descubierto del mundo. Esta vasta riqueza energética representa una oportunidad estratégica para países que buscan asegurar su seguridad energética o aumentar su influencia global.
Rusia ha sido el país más agresivo en este aspecto. Ha aumentado su presencia militar, reactivado bases en el Ártico y fortalecido su flota rompehielos. Mientras tanto, Estados Unidos, con Alaska como puerta de entrada al Ártico, también ha reforzado su presencia, aunque con menor infraestructura dedicada que Rusia.
Por su parte, China, a pesar de no ser un país ártico, se ha autodeclarado «estado cercano al Ártico» y ha invertido miles de millones en investigaciones, expediciones y acuerdos bilaterales en la región, buscando acceso a rutas y recursos.
El deshielo ha hecho posible la navegación estacional por rutas antes imposibles. El Paso del Noreste y el Paso del Noroeste podrían acortar en semanas los trayectos entre Asia, Europa y Norteamérica, reduciendo costos logísticos de manera drástica.
China ha invertido en lo que llama la «Ruta de la Seda Polar», apostando por una futura red comercial ártica. Rusia también ve en el Paso del Noreste una alternativa comercial bajo su control, imponiendo regulaciones a barcos extranjeros que lo atraviesan.
La presencia militar se ha incrementado drásticamente. Rusia ha instalado sistemas de defensa aérea y estaciones de radar en sus islas árticas, mientras que EE.UU. ha reactivado su flota rompehielos y realiza ejercicios regulares con la OTAN en aguas cercanas.
La soberanía sobre el fondo marino es otro frente. Países como Rusia, Canadá y Dinamarca han presentado reclamos ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de la ONU, buscando extender sus fronteras submarinas con base en criterios geológicos.
La ironía del Ártico es que el cambio climático, una amenaza existencial para el planeta, es también la razón por la cual esta región se vuelve estratégica. El deshielo facilita el acceso a recursos y rutas, pero también genera riesgos ambientales, migraciones de especies y desestabilización ecológica.
Las tensiones geopolíticas podrían frenar iniciativas de cooperación climática o de conservación. La militarización del Ártico también podría transformar una región pacífica en un nuevo
La Verdad Yucatán