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Lo que hay detrás del catalán en Europa

Lo que hay detrás del catalán en Europa

Bajo este título cualquiera podría pensar en las motivaciones políticas por las que el Gobierno de Pedro Sánchez pone tanto empeño en conseguir la oficialidad del catalán, el gallego y el vasco en Europa. Es obvio que trata de afianzar el apoyo de Junts a la legislatura. Por la razón contraria, la de desestabilizar al Ejecutivo, el PP se ha empleado a fondo en que no saliera adelante la iniciativa. Pero detrás de esta batalla se mueven muchos hilos que afectan incluso a equilibrios políticos europeos y su desenlace tiene consecuencias políticas destacables.

Después de casi dos años de gestiones, Junts aún no ha logrado cumplir con esta exigencia del arranque de la legislatura y, sin embargo, Carles Puigdemont no salió en tromba contra Pedro Sánchez esta semana. El motivo es que Junts ha seguido en tiempo real todos esos trabajos para convencer a los 27 miembros de la UE y conoce de primera mano los esfuerzos y las trabas que han surgido, así como la campaña en contra del PP. No ha hecho falta que el PSOE buscara excusas.

El proceso casi no avanzó durante la presidencia húngara, muy reacia a incluir este asunto en la agenda y se intensificó al llegar los polacos, cuyo primer ministro es el conservador Donald Tusk, líder de Plataforma Cívica, enfrentado a la ultraderecha populista en su país y con una trayectoria muy europeísta, puesto que fue presidente del Consejo Europeo. Polonia se comprometió a incluir el catalán en los objetivos del semestre, como así ha sido. A partir del verano llegará la presidencia danesa, de color socialdemócrata.

Salvado ese primer escollo, el Gobierno, con el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, al frente, contactó con sus homólogos europeos y con las embajadas para trabajar el acuerdo. Hasta hace poco el principal inconveniente provenía de Italia y en ese rechazo tiene bastante que ver un viejo amigo del PP español, Antonio Tajani, que fue presidente del Parlamento Europeo y aliado actual de Georgia Meloni. Tajani, que habla un perfecto español, ya echó una mano a los de Mariano Rajoy durante el proceso independentista catalán con manifestaciones en contra de la secesión.

Sin embargo, lo inesperado para el Gobierno español ha sido la posición de Alemania. El martes pasado fue Berlín la capital que abrió el turno de las reticencias a la oficialidad del catalán en la reunión del Consejo de Asuntos Europeos. Ello a pesar de que el ministro José Manuel Albares tuvo un encuentro el día anterior con su homólogo alemán, en el que éste no planteó veto alguno y más bien pareció entender la posición española.

Con esos dos países en contra, resultaba imposible lograr el objetivo. Es cierto que otros Estados, como Francia, no son nada entusiastas con la idea de la oficialidad de las lenguas cooficiales, pero no lo vetarían. Por eso, el Gobierno considera que son siete los países más reticentes, ya que hay más que, sin verlo con buenos ojos, en ningún caso supondrían un obstáculo en caso de que la mayoría diera luz verde. Así pues, Alemania se ha convertido ahora en la clave. De hecho, lo es en el engranaje de la maquinaria política europea. ¿Por qué?, ¿qué puede pasar ahora?

La derecha es ahora hegemónica en Europa, pero el acuerdo alcanzado en Alemania entre los conservadores y los socialdemócratas, que arrincona a los ultras de la Afd, tiene consecuencias más allá de ese país. Favorece el entendimiento entre ambas formaciones en Bruselas y también influye en el tono del Partido Popular Europeo hasta el punto de atemperar a su jefe de filas, Manfred Weber, antes más proclive a un acercamiento a la extrema derecha, pero que ahora debe acompasarse con los intereses de su jefe en Berlín, el canciller Friedrich Merz.

Para Junts y el PNV se ha cerrado durante bastante tiempo un posible entendimiento con el PP de Feijóo

El Partido Popular Europeo tiene tres puntales esenciales: Polonia, Alemania y España, que aportan el grueso de sus eurodiputados. Se supone que Weber cuenta con el apoyo alemán por un lado y, por el otro cuida el del PP español (Dolors Montserrat ha sido elegida hace un mes su número dos en el PPE), ya que no mantiene buenas relaciones con el polaco Tusk, quien no vio con buenos ojos la aproximación a la extrema derecha. Por tanto, el PP de Alberto Núñez Feijóo ha visto crecer su influencia en el PPE en los últimos tiempos y la utiliza a fondo. Intentó frenar el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea sin conseguirlo, pero ahora está logrando frenar el reconocimiento de la oficialidad del catalán, el vasco y el gallego.

Con la llegada de Merz a la cancillería alemana de la mano de los socialdemócratas, se ha engrasado mejor la colaboración entre populares y socialdemócratas en Bruselas, pero se abre también una puerta que el Gobierno español cree que puede utilizar para lograr la oficialidad del catalán. Sánchez es uno de los pocos líderes socialdemócratas europeos y hará valer esa condición para tratar de influir en Merz a través de sus socios de gobierno. Esa labor requerirá probablemente algunos meses.

Los populares se han volcado en impedir que esa iniciativa saliera adelante, pese a caer en algunas incongruencias. Hace pocas semanas se aprobó en el Parlamento gallego una iniciativa que insta a permitir el uso de esas tres lenguas en la Eurocámara, aunque los mismos populares lo impiden llevar a la práctica. También en su día el PP fue contrario a la utilización de esas lenguas en algunos Consejos europeos cuando lo consiguió José Luis Rodríguez Zapatero, pero luego Rajoy no hizo nada para revertirlo. La oficialidad en las instituciones europeas no solo implica traducciones de las normativas y comunicaciones, sino también una protección de los derechos y deberes de sus hablantes.

El PP ha jugado fuerte esta carta para desestabilizar la relación de Sánchez con Puigdemont. Si no se avanza, es posible que lo consiga, pero de momento lo que ha logrado es que tanto Junts como el PNV consideren imposible a medio plazo cualquier entendimiento con los populares, puesto que la defensa de la lengua propia forma parte esencial de su razón de ser. En el caso de los vascos se suma al enfado por la oposición del PP a la entrega al PNV del edificio de París que fue sede del Gobierno vasco en el exilio. El episodio de la oficialidad del catalán, euskera y gallego en Europa no ha roto de momento la mayoría parlamentaria de Sánchez, pero sí deja claro que la única forma de que Feijóo sea presidente, salvo mayorías absolutas muy improbables, es de la mano de Vox.

lavanguardia

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