Presidente Petro deja ir a canciller en plena crisis con EE.UU. y otras implicaciones en salida de Laura Sarabia

Laura Sarabia sale del gobierno de Gustavo Petro por sus diferencias en la ejecución del tema de los pasaportes y esta vez parece que no habrá un pronto regreso para ella, contrario a su primera salida, por la pelea con el entonces embajador Armando Benedetti y el escándalo de la niñera Marelbys Meza. Mientras que en esa ocasión el mandatario la llamó su “funcionaria querida”, ahora tuvo una fría despedida en el que incluso sugirió que esta se dejó llevar por la codicia.
“Hay que poner el corazón en los más pobres, en lo justo, nunca dejarse conquistar por la codicia. La codicia es la enemiga de la revolución y de la vida”, fue uno de los apartes del trino de adiós de Gustavo Petro a su canciller. De esta manera, el mandatario rompió con la que fue su funcionaria más cercana por casi tres años.
La relación no venía bien desde comienzos de año, como lo dejan ver los varios episodios en los que chocaron y hasta el presidente Petro la desautorizó en distintos temas -los documentos de la ruta de la seda-. Pero, 'la gota que derramó la copa' fue el episodio de la fabricación de los pasaportes.
Mientras que Laura Sarabia advirtió que la imprenta no estaba lista para asumir esta tarea y por eso debía prolongarse la urgencia manifiesta con la unión temporal liderada por Thomas Greg & Sons, Gustavo Petro insistió y puso al frente del proceso al cuestionado Alfredo Saade, el nuevo jefe de despacho -cargo que ocupó al comienzo de gobierno Sarabia-.
Desautorizada, Sarabia presentó este jueves en la mañana su carta de renuncia. “En los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar. No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo, ya no me es posible ejecutar”, reza en la misiva.
La pérdida de un perfil moderadoSon muy pocos los que se pueden identificar como los aliados políticos de Laura Sarabia. No se podría evidenciar en el Congreso un sector que se pudiera calificar como propiamente afín a la todavía canciller. Pero aún así, son muchos los que han visto su partida como un tema preocupante. Y es que tanto en su función como mano derecha del primer mandatario como canciller, Sarabia dio muestras de eficiencia, pragmatismo y de apertura al diálogo con distintos sectores. Como uno de los filtros del presidente Gustavo Petro, tendió puentes para que el mandatario hablara con el empresariado y otros sectores a los que este ha graduado de contrarios.
Mientras que el mandatario chocó con los empresarios y tuvo duros señalamientos con ellos, Sarabia sirvió de puente e interlocutora. Un ejemplo de ello fue su liderazgo en la Misión Guajira, que fue un trabajo entre el empresariado y el gobierno para atender las necesidades de uno de los departamentos que históricamente ha sufrido de mayor abandono estatal. Asimismo, fue mediadora en acuerdos como el Pacto por el Crédito, la fórmula a la que se llegó entre el sector bancario y el Ejecutivo para evitar la polémica propuesta de las inversiones forzosas. Asumió un diálogo que no lograron los últimos ministros de Hacienda y de Industria y Comercio.
Ante la pérdida de dichos canales de diálogo, los distintos sectores consideran que la renuncia de la canciller es una muestra de la radicalización del gabinete Petro. Y es que son pocos los funcionarios que actualmente quedan en el gobierno y que puedan llamarse como moderados y con interés en establecer espacios de interlocución . Una percepción que tuvo el exsenador Humberto de la Calle: “Se va Laura Sarabia. No tenía otro camino. Saade gana la batalla. Ella era un polo a tierra. ¿La última mohicana?”.
Manuel Camilo González, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, calificó lo evidenciado en el último tramo del gobierno Petro como “la segunda ronda de radicalización del gabinete”. El académico aseguró que en medio de las pugnas ideológicas y políticas que se han dado en el gabinete, el propio Gustavo Petro ha sido partícipe directo en el plan de depurar su gabinete y sacar aquellos que no ve como cien por ciento fieles a sus posturas.
“Se ha dedicado a presionar y expulsar a varios miembros de su gabinete considerados moderados a los que califica de ponerle trabas a su agenda política”, amplió González. En esa línea, el analista Alejandro Chala trinó: “La renuncia de Laura Sarabia se explica por esto. El presidente Petro sigue exigiendo unas cuotas de lealtad muy altas, que se reflejan en el cumplimiento irrestricto de sus órdenes”.
Bajo esa lógica, se están dando paso a figuras que, según describe González, se limiten a decir “sí, señor” al presidente Petro como ya se evidenció en el último remezón. Salieron del gabinete todos aquellos funcionarios que fueron capaces de contradecir la decisión del primer mandatario de traer de regreso a Benedetti a su círculo más cercano. Ahora, sale Sarabia, que fue la que presentó un reparo al intento del primer mandatario por quitar del todo a Thomas Greg & Sons de la ecuación de la fabricación de los pasaportes y entregar desde septiembre dicho proceso a la Imprenta de Colombia.
Mientras Sarabia sale con una fría despedida por parte del primer mandatario, se fortalece en el Ejecutivo un recién llegado, como es Alfredo Saade. El nuevo jefe de despacho, cuestionado y resistido por amplios sectores, demuestra que es capaz de llevar a cabo tareas controvertidas, como firmar el convenio de los pasaportes a pesar de las advertencias de que la Imprenta no está preparada. No busca disentir sino que, como dijo en su declaración a medios, “sólo sé obedecer y hacer café”.
De una forma similar, se va una funcionaria que fue identificada con la eficiencia en un gabinete que ha sido cuestionado en el último tiempo por la inexperiencia, el desorden y la improvisación. Así lo resume el profesor Jorge Iván Cuervo, de la Universidad Externado: “Su estilo de gestión contrastaba con el caso que siempre hay en la figura del Presidente”. En esa línea, añadió que el mandatario se la está jugando por la “lealtad y que le compren todas sus tesis” y sacrifica eficacia en la gestión.
La tensa relación con Estados Unidos sin dolienteAdemás de los impactos en la administración pública, la salida de Sarabia de la Cancillería tiene varias implicaciones en el orden internacional. Expertos coinciden en que no es bueno estar cambiando de representante ante el exterior de una forma tan recurrente. Apenas estuvo cinco meses en el cargo, luego de que Luis Gilberto Murillo renunció por su aspiración presidencial.
A esto hay que sumarle que la renuncia de Sarabia coincidió con una nueva crisis con Estados Unidos. Esta vez no son tan claros los motivos, pues sólo se habla de “declaraciones infundadas y reprensibles de los más altos niveles del Gobierno de Colombia”, pero este jueves se conoció que el gobierno de Donald Trump llamó a consultas a su representante en Colombia, el encargado de negocios Jhon McNamara.
El presidente Petro respondió de manera recíproca con el requerimiento de Daniel García Peña al país. Aunque no están claras las razones del inicio de esta nueva crisis, la ausencia de alguien en frente de la Cancillería sólo empeora el panorama de esta compleja relación. Yann Basset, profesor de la Universidad del Rosario, explicó que una de las tareas que debe asumir el sucesor de Sarabia es “tratar de tener las relaciones más normales con Estados Unidos”. Pero se hace difícil este objetivo cuando hubo un llamado a consultas sin mayores razones.
No sólo es la necesidad de que alguien esté al frente oficialmente del Ministerio de Relaciones Exteriores. También hay que añadir que Sarabia ha tenido en estos cinco meses una importante interlocución con las autoridades estadounidenses. Fue clave para la resolución sin mayores inconvenientes de la crisis de los aranceles con Estados Unidos luego de que el primer mandatario colombiano devolviera un avión con deportados. Luego, sirvió de interlocutora con varios funcionarios del gobierno Trump. Se pierde de esta forma una funcionaria que supo moverse rápidamente ante un impredecible gobierno como el de Donald Trump.
Por el momento, como su salida no se ha oficializado, la todavía canciller se encuentra en diálogos con las autoridades estadounidenses para aclarar los hechos de esta nueva crisis. No obstante, puede que su inminente salida haga que su papel interlocutor no tenga los mismos efectos que en anteriores ocasiones. No es igual la autoridad de una funcionaria de salida que una con su cargo en propiedad.
Todo lo ocurrido este jueves, desde la renuncia de Sarabia hasta el llamado mutuo de embajadores a consultas, sólo termina de empeorar un panorama que se muestra difícil y cuyo muy probable desenlace es que Estados Unidos descertifique a Colombia en la lucha contra el narcotráfico. La determinación, que debe tomar Donald Trump en septiembre, pone en juego sanciones como la suspensión de ayuda económica y militar, restricciones comerciales y posibles afectaciones a la percepción, por ejemplo, de Colombia ante inversionistas y organismos internacionales.
Otros sectores celebran la salida En buena parte de la izquierda, sobre todo la más acérrima, y en la oposición, se ha visto de buena forma el paso al costado de Sarabia.
Era resistida por un sector importante del gabinete. Fueron varias las veces que pidieron su salida como quedó en evidencia en el consejo de ministros del 4 de febrero, el primero que se televisó. Allí, figuras cercanas al petrismo se fueron en contra de ella, incluyendo la vicepresidenta Francia Márquez, Gustavo Bolívar y Alexander López.
El sector más duro de la izquierda del gabinete de Gustavo Petro nunca tuvo en buen concepto a Sarabia. Incluso se llegó a hablar de una guerra interna entre esta y el director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez. Desde el principio la definieron como ajena al proyecto y cuestionaban sus posturas políticas. En esa línea, también llegaron a decir que Sarabia había alejado al primer mandatario de su gabinete y lo tenía encerrado, esto debido a que le manejaba la agenda, las reuniones y hasta era la intermediaria para hablar con el primer mandatario. Fue una queja que hicieron en privado y luego en público.
A su salida, el representante Pedro Suárez Vacca, del Pacto Histórico hizo evidente dicha distancia entre la izquierda y Sarabia.” Siempre tuvo la confianza del Presidente, pero también señalada por cerrar puertas y generar tensiones internas. Que su salida permita oxigenar al Gobierno del Cambio y recuperar la tranquilidad que muchos esperábamos”, expresó. Que un representante cercano al gobierno se manifieste de esa manera demuestra la poca ascendencia que tenía la funcionaria en la bancada. Ninguna otra exministra o exministro tuvo una despedida tan dura por sus propios congresistas.
“Laura siempre fue un factor extraño en el gobierno”, de esta forma calificó el analista Jorge Iván Cuervo frente a las diferencias que había con esta. En ese sentido señaló que le cobraron el origen político y el papel que jugó de buscar “poner orden en las decisiones del presidente”. Para el académico, la juventud y la falta de capital político en la izquierda le comenzaron a crear resistencias que la afectaron durante sus distintos cargos.
En la oposición tampoco era bien recibida. Le señalaban por los escándalos de Marelbys Meza, la niñera, sus menciones en un supuesto escándalo en el sistema de salud y la cercanía que tuvo con el Presidente. Por mucho tiempo fue casi su sombra y por eso le cobran dicha ‘fidelidad’ al primer mandatario.
Lo dicho por el representante Julio César Triana, de Cambio Radical, evidencia la resistencia que tenía entre los contrarios al gobierno. “Laura Sarabia nunca debió haber sido designada como canciller. Ella misma admitió no tener formación ni experiencia en relaciones internacionales, lo que refleja el desinterés del Gobierno por fortalecer la diplomacia colombiana con perfiles idóneos. Su paso por la Cancillería estuvo marcado por la improvisación, el silencio frente a crisis internacionales y, finalmente, por su renuncia en medio de una polémica decisión que ella misma cuestionó: entregar la emisión de pasaportes a la Imprenta Nacional”.
A este listado de distantes se debe sumar el ministro del Interior, Armando Benedetti. Fue este el que la llevó al círculo más cercano del presidente Petro. Sarabia trabajaba en la UTL de Benedetti en el periodo 2018-2022 y el entonces senador la incluyó en la campaña presidencial del ahora mandatario. Allí fue que esta demostró lo que este jueves Petro calificó como “orden y disciplina”. Ante el rol destacado que tuvo, y por consejo de Verónica Alcocer, Petro la designó como jefa de despacho. Mientras que esta se acercó al mandatario, Benedetti fue ‘desterrado’ a la embajada en Venezuela. Ahí comenzó una disputa que llega hasta hoy y que muestra, por el momento, a Benedetti como ganador. Ella renuncia y en cambio este es el ministro del Interior y al que se le encomendó dos proyectos importantes del Ejecutivo: organizar políticamente las elecciones de 2026 y mover la propuesta de la asamblea constituyente.
JUAN SEBASTIÁN LOMBO DELGADO
eltiempo