Puigdemont ya no quiere reunirse con Sánchez

Hace unos años, un presidente autonómico del PP dijo en televisión que no ponía la mano en el fuego por nadie. “Ni siquiera por mí”, añadió para sorpresa del entrevistador. Acabó detenido. La experiencia… Hay tantos dirigentes socialistas que pusieron la mano en el fuego por Santos Cerdán que hoy en el PSOE hay un pelotón de mancos. Jugarse una mano es un movimiento arriesgado. Jugársela dos veces y quemarse las dos raya la negligencia. Pedro Sánchez ha tenido dos secretarios de organización en el PSOE: primero un truhan, luego un señor de lo más normal, pero los dos han resultado tener el mismo modus vivendi político. Y ambos han defendido su inocencia ante la evidencia.
Cerdán lo hizo hasta última hora: “No estoy implicado en nada. No recuerdo ninguna conversación de ese tipo”. Pero el traje oscuro de los entierros lo delataba. La muerte política le rondaba y la espalda de Sánchez a su paso, tras años de confidencias, la confirmó. En el informe de la Guardia Civil hay un watsap premonitorio de Cerdán: “En la vida hay que tomar decisiones y no escapar cuando hay alguna dificultad”. El presidente que meditó durante cinco días sobre su futuro por la investigación a su esposa, tardó 50 minutos en cortar la cabeza a Cerdán dando por bueno el relato de la UCO, la unidad que hace cuatro días despreciaban en la bancada socialista.
Sánchez, tras la comparecencia en la que pidió perdón por la actuación de Santos Cerdán
Daniel Gonzalez / EFELa de Cerdán es la crónica de una muerte anunciada que solo una inexplicable ingenuidad retrasó. El informe relata una década de corruptelas; su nombre apareció hace meses en el caso Koldo y hubo avisos esperpénticos: “Se van a enterar Leire, Santos Cerdán y el presidente del Gobierno”, gritó Víctor de Aldama en un hotel lleno de periodistas. Al final, Sánchez se enteró por la prensa, como Felipe González hace treinta años con Filesa, de que la corrupción le rondó siempre.
El presidente lo apostó todo a un supuesto santo(s) para lograr la investidura: Cerdán el interlocutor, el firmante del pacto con el partido de Carles Puigdemont. Ante el rechazo que generaba el ministro Félix Bolaños, logró tejer una relación de complicidad con la dirección posconvergente. “Cuidado, no es nuestro amigo”, llegó a advertir uno de los negociadores de Junts al inicio de la legislatura ante el exceso de camaradería. Con el tiempo se vencieron las reticencias. Dos o tres conversaciones telefónicas a la semana, hoteles en Bruselas, reuniones en Suiza con el diplomático colombiano Francisco Galindo como mediador…
Perplejidad en Junts; la crisis de la legislatura saca de la ecuación la foto del expresidentLa cúpula de Junts está perpleja. En pocas horas se pasó de apelar a la presunción de inocencia a instar una reunión con Sánchez para evaluar la viabilidad de la legislatura. En medio hubo mensajes privados y avisos de la caída de Cerdán. De momento, el esperado encuentro Sánchez-Puigdemont ha salido de la ecuación. En Junts creen que en esta situación de impás la foto tan reivindicada a modo de amnistía política pasa a segundo plano. “Primero esta reunión; después veremos si vale la pena seguir o no”, se limitan a señalar. Tampoco barajan sustitutos para Cerdán. Les queda José Luis Rodríguez Zapatero, Juanfran Serrano, colaborador de Cerdán, y los contactos ministeriales habituales.
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Descartada la moción de censura, ¿apoyarían a Sánchez en una cuestión de confianza? La amnistía es la respuesta inmediata. Sí. El Tribunal Constitucional tiene previsto emitir una sentencia en dos semanas, aunque no aclarará totalmente el futuro de Puigdemont. El siguiente paso en Junts depende de la enésima “pirueta” que Sánchez sea capaz de hacer y el desgaste que suponga, concluyen. El precio de sus votos vuelve a subir y el cumplimiento de los pactos se demora.
ERC vive su propia encrucijada argumental. Los republicanos hicieron del mans netes un eslogan y Gabriel Rufián hace equilibrios. “Estamos en guerra, y en la guerra no se entregan soldados”, proclamaba instalado en el relato de la guerra sucia contra el Gobierno. Tras los audios de Cerdán, han reclamado al PSOE explicaciones y que la auditoría se extienda al Ministerio de Transportes. “Actuaremos en función de los hechos”, apunta Elisenda Alamany. No hay mucho margen. Hace tres legislaturas descartaron facilitar un gobierno del PP por activa o por pasiva. Y a eso se aferra, de momento, Sánchez.
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