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Restaurar la confianza

Restaurar la confianza

La RAE define “confianza” como la esperanza firme que se tiene en alguien o algo y también como la seguridad que alguien tiene en sí mismo. “Confianza” es el concepto frente a la enorme decepción dentro y fuera del Gobierno por el ácido sulfúrico, tal y como denomina Enric Juliana al cráter político actual. Esa confianza hoy está rota. Y la confianza, como saben, es frágil, se pierde rápidamente y toma tiempo restaurarla.

Las crisis tienen tres fases: alerta, respuesta y reconstrucción. La situación actual sigue siendo de máxima alerta para el Ejecutivo por el ácido sulfúrico y para la democracia por el autoritarismo que viene. Para avanzar a la siguiente fase, restaurar la confianza, se requiere un esfuerzo determinado, constante y consistente por parte de todos los actores políticos y las instituciones en la respuesta. Tanto el Gobierno como sus socios deben hacerse una única pregunta: ¿cómo fortalecemos mejor la democracia en España? Y el método es solo uno: la rendición de cuentas plena. En nuestra democracia, la confianza está recogida en el artículo 112 de la Constitución a través de un mecanismo: la “cuestión de confianza”, un instrumento indiscutible para la asunción óptima de responsabilidades ante todos los ciudadanos. Si un presidente la pierde, dimite.

Hay sectores en España que esperan con esta situación más deterioro del sistema democrático

Esta presidencia nació en el Congreso a través del artículo 113 de la Constitución, que regula las mociones de censura, y debe volver al Congreso por los mismos motivos que la moción. Ese voto de confianza hoy se ha perdido. Pero todos los actores tienen todavía la capacidad política de restaurarlo, actuando, eso sí, en todos los frentes: primero, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , debe solicitar la confianza para seguir como primer ministro al comité federal PSOE del próximo 5 de julio; segundo, debe presentar después una cuestión de confianza al Congreso de los Diputados, previa deliberación del Consejo de Ministros, que será dura, y tercero, si gana –como les sucedió a Adolfo Suárez en 1980 y a Felipe González en 1990–, debe dar la palabra a los españoles en unas elecciones próximas, tras presentar y debatir los presupuestos generales del Estado (PGE). No inmediatas, porque España necesita unos presupuestos. Lo que suceda con los PGE, eso sí, marcará cuándo serán los comicios en el 2026. Lo importante ahora es fortalecer la democracia.

Cuando las personas se sienten escuchadas y valoradas, la confianza en las instituciones democráticas se fortalece. Para restaurar la confianza tiene que haber participación. Así es como comienza la tercera fase: la de la reconstrucción. Los militantes, los diputados y los ciudadanos, por tanto. Todos tienen una decisión que tomar. Y lo que decidan legítimamente todos los actores será siempre una manifestación de democracia plena y un acierto que fortalecerá nuestra democracia. Sea su decisión la continuidad del presidente del Gobierno o el cambio.

Pedro Sánchez llega a la rueda de prensa convocada en Ferraz, el jueves pasado

Hay sectores en España que están esperando con esta situación más deterioro aún de nuestro sistema democrático. El último CIS, que se publicó obsoleto por no recoger el efecto de este ácido sulfúrico, nos decía que el lado izquierdo había enviado ya a la abstención a casi un millón de votantes. Mientras tanto, Alberto Núñez Feijóo puede presentar legítimamente una moción de censura. Sabe, sin embargo, que este Congreso no le hará presidente y es legítimo al mismo tiempo que no lo haga. El presidente, sin embargo, sí tiene que tomar la iniciativa dando una respuesta democrática plena y sabiendo que en la vida como en la política es la confianza mutua, más que el interés mutuo, lo que mantiene unidos a los grupos humanos.

España elige a políticos libres, y los españoles entienden estos momentos. El Congreso, también: o se restaura la confianza o, por ejemplo, se restaura lo que queda del bipartidismo, con esos aires de concertación nacional. La confianza en las instituciones se vuelve a crear precisamente cuando alguien está vulnerable, como es el caso del presidente, y uno no se aprovecha de ello. Tomen nota estos días de los que hagan lo contrario. Cometerán un grave error político.

Cuando era pequeño me decían que la madera vieja es la mejor para quemar; el vino viejo, el mejor para beber; los viejos autores, los mejores para leer, y los viejos amigos, los mejores para confiar. Restaurar la confianza consiste no tanto en tener todas las respuestas como en estar abierto a todas las preguntas.

Next week De la militancia a los españoles

Un primer paso para restaurar la confianza es que el presidente Sánchez salga en la rueda de prensa de hoy tras el comité ejecutivo federal para mostrar convicción, seguridad, certeza, firmeza y lealtad con la militancia y transparencia hacia todos los españoles. El mayor activo del PSOE es su militancia, realmente mágica. Resiste al tiempo, la distancia y el silencio. Lo expliqué en esta misma tribuna titulada Días de rojo Ferrari hace unos años. El segundo paso que debe dar es reunirse de manera inminente con todos los socios parlamentarios.

El ojo de halcón La derecha autoritaria

El bipartidismo no organiza la convivencia ni es el marco electoral de las generaciones más jóvenes. Si no se restaura la confianza, la derecha auto­ri­ta­ria tendrá toda la pista expedita para su plan, en la primavera del 2026, con los juicios como la Kitchen que afecten a su socio preferente, el PP, y en el 2027, con la victoria de Le Pen en primera vuelta en las presidenciales francesas en plenas municipales y autonómicas. Vox ya está en todos los sondeos recientes en el 15%, más de 50 escaños. Contando con SALF se acercaría a cifras casi del primer Podemos.

lavanguardia

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