Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Spain

Down Icon

Unas semanas más

Unas semanas más

El 30 de junio era la fecha. No simbólica: pactada. El acuerdo entre ERC y el PSOE para un nuevo modelo de financiación incluía ese compromiso. Pero a su llegada, ni rastro del modelo. Ni documento, ni propuesta, ni líneas maestras. Sin embargo, desde ERC no se habla de ruptura. Se habla de margen.

Oriol Junqueras, desde Bellpuig, ha asegurado este fin de semana que, si el PSOE necesita “unas semanas más”, pues que se las coja. Una nueva evidencia de hasta qué punto una parte de la política catalana vive enganchada a confiar en el crédito infinito de un Estado que no paga a plazo pero que siempre cobra en estabilidad.

Illa se ve como la alternativa serena, mientras otros negocian entre renuncias

La rebaja de exigencia no es accidental. Forma parte de un cambio de fase que viene de lejos. ERC lleva tiempo decidiendo jugar a la responsabilidad institucional, pero en versión de manual madrileño: menos confrontación, más dilación. No es nuevo, pero tampoco deja de ser llamativo, porque el mensaje de fondo está claro: Catalunya puede esperar. Hasta después de las elecciones. Hasta que haya margen. Hasta que la correlación de fuerzas sea mejor. Hasta que sea más fácil. Pero nunca se explica cuándo será eso.

Mientras, el Estado administra silencios y cuotas de oxígeno. Promete escuchar, pero no redacta. Habla de singularidad, pero para todos. Y en Catalunya parece que hemos normalizado el hecho de que lo que se pacta no se cumple, pero tampoco se denuncia. No sea que se incomoden en Madrid. O peor: que haya que hacer algo.

La financiación singular ya no es una reivindicación con fuerza, sino una expectativa con fecha de caducidad que se va alargando como una receta que nadie se decide ir a buscar a la farmacia. Y esto en medio de un país que lleva años aprendiendo a leer titulares y a saber que no pasarán. Un país que ya no espera milagros, pero quizá (cabría esperar) sí algo de dignidad.

El PSC, en ese contexto, juega con ventaja. Engalanado con el traje de la moderación y la promesa de eficiencia, puede presentar como gesto histórico lo que en realidad no es más que mantener una calma que le conviene. Y ante esto, ERC ofrece a otros un crédito que no tiene. Alarga plazos, modula el discurso y evita el conflicto.

Mientras, Salvador Illa logra proyectar imagen de fiabilidad. Se sienta en las mesas con una pose de solución, no de problema. Con tono calmado, capitaliza la desorientación de los demás sin ni siquiera levantar la voz. Es un liderazgo discreto pero efectivo: mientras los demás se desgastan negociando entre renuncias, él se presenta como alternativa serena. El resultado no es tanto una ganancia ideológica como de autoridad percibida.

Y en unas semanas, quizá haya propuesta de financiación singular. O quizás no. Pero lo que ya existe es una sensación clara de que la política catalana ha entrado en una fase de sumisión voluntaria, disfrazada de pragmatismo. Porque si incluso lo que se pacta no se reclama, ya no es que no te lo den: es que no te lo mereces.

lavanguardia

lavanguardia

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow